El pasillo ‘Tú y yo’, en la voz del magistral Julio Jaramillo Laurido, suena en una vieja radio, de aquellas de perilla y antena partida. Está pegando un solazo en Santa Ana, de un jueves cualquiera.

Detrás de una vitrina, Lorenzo Mieles canta, como si hiciera un dúo con el Ruiseñor de América; “si eres el sol, sempiterno de mi anhelo, porque no matas, el hielo de este invierno...”.

Al llegar, Carlos Orozco, un cuarentón de bigote y vestido de short y camisa, Lorenzo sigue con la canción por pocos segundos más; luego se concentra en atender a su visitante, un cliente nuevo.

“Tengo helados de chocolate, manjar, coco...”, ofrece este santanense. “Quiero uno de níspero, me han dicho que ese es rico. Nunca he probado esa fruta”, responde Orozco, quien por primera vez está en la localidad.

A Orozco le habían contado que en Santa Ana había una parada fija: los helados Polito. Tras probar el producto, dice sin titubear “mi esposa (Tania Garcés) tenía razón, estos helados son riquísimos”.

Lorenzo Mieles cuenta que la tradición empezó hace 30 años, cuando alquiló un local en las calles Molina y Ángel Rafael Álava (donde sigue el negocio). Inició con 40 helados hechos por su esposa, Mercedes Cedeño.

El nombre de los helados es más antiguo; “allá por los años sesenta, cuando jugaba con mis amigos del barrio me decían ‘Polito’, porque jugaba como Polo Carrera. Cuando vimos nombres para el negocio, se quedó como Polito”.

Mieles (a quien pocas personas en Santa Ana conocen por su nombre, sino por su apodo), mientras cuenta sobre el negocio, destaca la activa participación de su esposa. “La receta es de ella. Es una mujer muy inteligente, por eso me casé con ella”, dice entre risas.

Recuerda que la enamoró cuando ambos tenían 14 años. “La primera vez que vi a mi mujer le dije: ‘Mechita, buenas tardes’. Ella me respondió con un insulto. Yo me decidí a conquistarla de capricho y lo conseguí”.

Cuenta que de los 40 helados del principio, a fines de los noventa llegó a producir 1.000, para lo que utilizaba 240 litros de leche a diario. “Ahí les vendía a personas que distribuían los helados en otras ciudades. Cuando mis hijos se fueron a la universidad, ya bajé la mano. Ahora solo hago 200 al día”.

Empezó con sabores como ron pasas y coco. En la actualidad tiene 10 variedades. Cuenta que el más vendido es el de manjar, “pero mi preferido es el de chocolate. Todos mis helados tienen bastante leche de vaca purita”.

La santanense Alexandra Cedeño cuenta que entorno al negocio de Mieles hay un dicho popular en la localidad, con el que se destaca lo tradicional de su producto: “Quien ha ido a Santa Ana y no ha probado los helados Polito, no ha estado en Santa Ana”.

Entre clientes y conversaciones sobre su tierra, ‘Polito’ pasa las tardes. “Este negocio es mi vida, por eso trabajaré hasta el último de mis días”, dice el hombre, para luego seguir cantando a dúo con J.J.: “te odio y te quiero, porque a ti te debo mis horas amargas, mis horas de miel...” (I)