Latacunga

El miércoles por la mañana, cerca de 20 policías municipales se agolparon en el puente 5 de Junio y la Panamericana, en la zona occidental de Latacunga.

Su objetivo era decomisar la mercadería de los comerciantes informales que se hallaban en ese lugar, pero la agresividad de los vendedores lo impidió.

Prendas de vestir, zapatos y comida se vendían sin permiso en puestos móviles manufacturados ingeniosamente por los ambulantes.  

Cuatro uniformados intentaron subir uno de los artefactos al camión de la Comisaría Municipal, sin embargo, los dueños no lo permitieron. Los municipales fueron insultados y empujados.

Un fierro, que sostenía el puesto móvil, se desprendió y se convirtió en un arma de defensa. Kléver Toaquiza, policía municipal, fue perseguido unos 40 metros por la dueña, que intentaba golpearlo.

De la espalda de la mujer, su pequeña hija permanecía colgada con una chalina. La escena se desarrollaba frente a la mirada asombrada de los transeúntes y de los 4 policías que atónitos no acertaban cómo intervenir. “No es la primera vez que esto sucede. Son agresivos. Nos amenazan y no tenemos una ley que nos ampare. Anteriormente me golpearon en la costilla, estoy adolorido. No comprenden que este es nuestro trabajo”, pronunció Toaquiza al borde del llanto.

Sobre el tema, Marco Santamaría, supervisor de plazas y mercados del GAD Municipal de Latacunga, explicó que a los casi 100 ambulantes que laboran en ese lugar, se los está ubicando en el mercado Pichincha del barrio La Merced. Ahora están en el proceso para registrarlos para que puedan laborar con normalidad.

Sin embargo, los informales no acatan la disposición y por ello se vieron en la obligación de salir al operativo que no dio resultados por la falta de colaboración de los vendedores. Pero los disturbios no fueron únicamente con los policías municipales, sino también entre colegas.

Como muestra de ello, en las afueras del mercado Cerrado, Margoth Sinchiguano lloraba debido a una golpiza que había recibido minutos antes, por causa de la inconformidad que despertó en las compañeras la distribución de los puestos. Ella está dispuesta a denunciar el ataque. “Mónica S. se llama la señora que me golpeó, la voy a denunciar porque ellas andan armadas”, comentó.

Por su parte, el supervisor de las plazas y mercados dijo que diseñarán una estrategia para impedir que estos episodios ocurran nuevamente.

Mientras tanto, los informales continúan comercializando sus productos en los alrededores de El Salto. Mayra Velasteguí, vecina del sector, aseguró que es una realidad complicada, pero que atrae más problemas. “Debajo del puente peatonal en la Panamericana, donde se agolpan los informales, se ha vuelto un nido de rateros, ya es imposible transitar por allí, se esconden entre los comerciantes para robar”, denunció.