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El Telégrafo
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Comuna de Latacunga exige mayor seguridad

Los vecinos del poblado, a 20 minutos de Latacunga, afirman que su seguridad está en riesgo desde que se inauguró la cárcel regional en su cercanía.
Los vecinos del poblado, a 20 minutos de Latacunga, afirman que su seguridad está en riesgo desde que se inauguró la cárcel regional en su cercanía.
Foto: Silvia Osorio / EL TELÉGRAFO
06 de julio de 2019 - 00:00 - Redacción Ecuador Regional

Ubicado a 20 minutos del centro de Latacunga, Patután es un pequeño poblado donde las casas se levantan alrededor de la iglesia católica. Ahí, en la pequeña plaza que se forma, sobresalen 12 comercios de víveres.

Fuera de esa pequeña centralidad existen casas tejadas repartidas entre los sembríos y chaquiñanes (caminos rústicos). Un censo realizado por la Junta de Agua en 2018 arrojó que esa comunidad cuenta con 6 mil pobladores, repartidos en 980 familias, la mayoría originarios del lugar.

El nombre de Patután llegó a los medios de comunicación hace poco por un acto de violencia extrema: la madrugada del martes 25 de junio, Jenny Tiglla, de 19 años fue hallada sin vida luego de permanecer desaparecida un día.

Vecinos y familiares relataron que la joven se dirigía a su casa cuando fue interceptada y posteriormente asesinada. La saña con la que actuó el criminal o grupo de criminales en este caso han generado alarma entre los habitantes.

Quienes encontraron el cadáver aún no salen del asombro. El cuerpo de la mujer estaba aparentemente intacto; en un principio se había dicho que fue violentada sexualmente, pero los moradores desmintieron esa versión y más bien detallaron que el rostro no tenía piel.

“Estaba solo el cráneo. No sabemos si le habían sustraído algún órgano como los ojos. Los padres solicitaron una copia de la necropsia”, dijo Óscar Caizaluisa, presidente de la comunidad.

La familia quiere conocer los detalles de ese informe médico-legal para determinar la presencia o ausencia de órganos de la cabeza.

Caizaluisa consideró que esto ayudará a descifrar si en esa zona rural de Cotopaxi opera una banda de crimen organizado.

Hasta el cierre de esta edición no se confirmó si los padres de Jenny Tiglla recibieron o no la copia de la autopsia, pues son campesinos pobres  que residen en un sector apartado y carecen del servicio de telefonía.

En tanto que Caizaluisa señaló que él no ha sido informado sobre el tema.

En un recorrido que realizó EL TELÉGRAFO previamente por la comunidad, los testigos del levantamiento del cadáver afirmaron que el cuello de la joven tenía “un corte perfecto”, que no se puede atribuir a perros salvajes o algún otro animal.

Fabricio Loor, jefe provincial de la Dirección Nacional de Delitos contra la Vida, Muertes Violentas, Desapariciones, Extorsión y Secuestros (Dinased), le dijo a este diario que no puede dar mayor información con respecto a la muerte de Jenny Tiglla, porque el caso se encuentra en indagación previa.

Pero el poblado no terminaba de salir del asombro cuando, la tarde del lunes 1 de junio otra joven de 20 años fue rescatada de un supuesto “intento de asalto”.

El gobernador de Cotopaxi, Juan Paúl Pacheco, aseguró que de acuerdo a las primeras declaraciones de la mujer, los que intentaron asaltarla fueron dos hombres afrodescendientes. “Nos dicen que había una camioneta con un furgón”, donde trataron de embarcarla.

Miguel Guanoluisa, de 51 años y morador de la zona, indicó que la tranquilidad de la comunidad desapareció hace seis años cuando el Centro de Rehabilitación Social se instaló justo al frente de ellos.

Actualmente este centro penitenciario de alta seguridad alberga a más de 5.000 privados de la libertad de todo Ecuador y del extranjero.

Desde entonces, gente que no es del pueblo camina por los sectores; se visualizan carros sin placas, con vidrios polarizados circulando, comentaron los vecinos de Patután.

“Vienen a estos lugares porque son aislados. Ahora que estamos organizados, seguramente ya se fueron a otro sitio parecido para atacar a otras personas inocentes. Creo que todos estamos en peligro”, reprochó una moradora que prefirió mantener su nombre en reserva.

La mujer contó que en la comunidad hay otra joven que también escapó de ser asaltada.

La chica detalló que mientras caminaba sintió la presencia de personas cerca de ella y corrió. Los desconocidos la persiguieron, pero ella se escapó.

Según la señora, los presuntos asaltantes, mientras la perseguían, le pedían que no se asustara porque lo único que querían eran sus ojos”.

En la Dinased no hay versión sobre esto. Los funcionarios solo se limitaron a explicar que no pueden dar declaraciones, porque eso entorpecería las investigaciones.

Sin embargo, en la comunidad de Patután están aterrados con el solo hecho de pensar que se trate de una banda de tráfico de órganos. (I)   

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