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Los migrantes son obreros en la mañana y cuidadores en las noches

Las bloqueras están activas casi las 24 horas

Los obreros también cargan los camiones con bloques de diverso grosor para que los transporten a Quito. Foto: Silvia Osorio/ para El Telégrafo
Los obreros también cargan los camiones con bloques de diverso grosor para que los transporten a Quito. Foto: Silvia Osorio/ para El Telégrafo
29 de marzo de 2015 - 00:00 - Redacción Regional Centro

En la parroquia Eloy Alfaro, situada al occidente de Latacunga en la provincia de Cotopaxi, las pequeñas fábricas de bloques se convirtieron en negocios que han proliferado en casi todos los barrios de esa zona.

La mayoría de esos locales, de corte familiar, fueron instalados por migrantes que buscaban recursos urgentes para cubrir el arriendo de pequeños cuartos y de las comidas diarias casi siempre escasas.

La principal mano de obra proviene de los migrantes del sector rural del cantón Pujilí, especialmente de la parroquia Zumbahua.

Esta actividad no tendría nada de particular de no ser por las extenuantes jornadas de trabajo que además “son mal remuneradas”, según los involucrados.

Los barrios Cuatro Esquinas, La Calera, Brazales, Pichul, Zumbalica, Loma Grande cuentan, cada uno, con por lo menos 40 fábricas de este material, considerado básico para la construcción de viviendas.

Los testimonios

Uno de los barrios más extensos es San Felipe. Allí hay unas 100 bloqueras. Entre los grupos de trabajadores que se apiñan en las máquinas y los moldes está Juan U., de Zumbahua.

Llegó hace 10 años con su esposa y 2 hijos. El único trabajo que consiguió fue de obrero en el barrio Brazales. La familia creció y tuvieron 2 hijos más.

Los propietarios le ofrecieron el salario básico, aunque su esposa también ayuda con la labor y en ocasiones, incluso, sus hijos, pese a que hace 2 años el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES), con el apoyo de la Dirección Nacional de Policía Especializada para Niños, Niñas y Adolescentes (Dinapen) realizó operativos para controlar que no se obligue a trabajar a los menores.

Juan cuenta que su labor es de martes a viernes. Los sábados y lunes se dedica a cargar el material en los camiones cuya capacidad supera los 4 mil bloques. El producto se vende en la región central del país y en mayor cantidad en la ciudad de Quito.

El trabajo diario empieza a las 02:00. “Debemos madrugar mucho para evitar el sol que calienta mucho y nos debilita. El trabajo es al aire sin techo”, dice Juan.

Él debe mezclar cuidadosamente la materia prima de granillo chasqui, tierra de piedra pómez extraída de las montañas aledañas y el cemento.  

La composición lleva agua y se hace en máquinas que se usan manualmente. Hay que poseer la fuerza necesaria en ambas extremidades para poderlas manejar. Elaboran bloques de distintas medias: 7, 10, 15,  18, 20,  37, 40, 37 cm, etc.

La jornada concluye cerca del mediodía. Hasta entonces se habrán utilizado 10 quintales de cemento con los que se producen hasta 1.200 bloques de 15 centímetros. Cada uno se cotiza entre $ 0,11 y $ 0,13 del productor al mediador.

En pequeños cuartos

La calle 10 de Agosto, del barrio San Felipe, donde se asienta gran parte las fábricas de bloques, se asemeja a una gran colmena.

Las familias debieron acomodarse en pequeños y rústicos cuartos que se otorgan a los empleados para que cumplan una doble función: obreros en el día y cuidadores de las fábricas en las noches.

Aunque los migrantes llegan a Latacunga con la idea de mejores oportunidades, no siempre superan su pobreza.

Sus principales inconvenientes son la falta de planificación familiar y de asesoramiento. Es el caso de Manuel Ch. que a sus 58 años tiene 12 hijos. El último, de 4 años, murió ahogado al caer accidentalmente en el reservorio de agua.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), en 1950 la población urbana del país representó el 28,5% del total. Mientras que en 2010, la población de las ciudades se incrementó en 34 puntos porcentuales. Es decir, ahora es del 62,8% con una clara tendencia a aumentar.

DATOS

Según el INEC, las principales actividades en las que trabajan los cotopaxenses son: empleados públicos (34.010), cuenta propia (75.002), jornalero o peón (26.179).

Hace 7 años, el MIES en coordinación con el Gobierno Autónomo Descentralizado (GAD) de Latacunga, inició un plan para erradicar el trabajo infantil en las fábricas de bloques mediante la entrega de becas.

Parte del proyecto consistió en distribuir  becas de $ 85 anuales  a los niños más pobres. Según el MIES, 890 niños fueron atendidos con el programa de becas en San Felipe, La Calera, Lasso, Pastocalle y Poaló.

En 2013, según el MIES, se había logrado rescatar un 80% de los niños que trabajaba en las bloqueras, pero restaba un 20% para lo cual se aplicarían nuevas estrategias desde las instituciones involucradas.

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