A sus 58 años, el quiteño Luis Espinoza es uno de los maestros de tenis del parque La Carolina. A él no le interesa —al inicio— que sus estudiantes sepan dominar la raqueta y situarse en la cancha; busca, más bien, que sean  responsables.

“Un buen deportista también tiene que cultivar la parte académica”, sentencia Luis, quien practica este deporte no tan popular en el país desde los 12 años. “Mi amor por el tenis nació cuando empecé a ver al sueco Björn Borg (11 títulos de Grand Slam). Lo veía todos los días. Era espectacular”, dijo.

En su trayectoria ha competido en todo el país. Recuerda que en Cuenca ganó en 2 categorías.

Con más de 30 años como profesor, el capitalino reconoce que existe una gran diferencia entre los viejos y nuevos tenistas. A su parecer, antes había más entrega. Dice que, actualmente, existen grandes prospectos en el deporte; sin embargo, deciden dejarlo a la edad de 14 y 15 años aproximadamente.

“A esa edad, algunos son campeones nacionales, pero llegan allí y se quedan. No hay continuidad. Y eso es por falta de motivación de los mismos chicos”.

Una de las razones, agrega, es el factor económico, pues considera al tenis como un deporte caro y de elite. “Una buena raqueta cuesta $ 300. En mi tiempo también costaba, pero en sucres”.

Recuerda que su primera raqueta se la regaló un “señor que le hacía jugar sin cobrarle”. A pesar de su fanatismo por la disciplina deportiva, Espinoza agrega que en casa, solo un hijo cultivó esta actividad, pero la practica de vez en cuando.

Luis recuerda que hace 2 años compitió por última vez, en Calderón. Allí participó con su amiga Carmen, otra entrenadora del parque La Carolina. A pesar de no tener tantas posibilidades, obtuvieron el campeonato en pareja. “Hicimos lo que sabemos”. (I)