205 AÑOS Del primer grito de independencia
Nueve casas de los patriotas quiteños se conservan aún (Infografía)
Han pasado 205 años desde el Primer Grito de la Independencia protagonizado por personajes como Antonio Ante, Juan de Dios Morales, Juan Pío Montúfar, Juan de Salinas, Manuel Rodríguez de Quiroga, Manuela Cañizares, María Ontaneda, José Carrera, Antonio Bustamante, Mariano Villalobos, entre otros.
Para fines del siglo XVIII y principios del XIX, el casco colonial contaba con unos 24 mil habitantes y el área residencial estaba compuesta por 2.500 casas. A más de 2 siglos de esos hechos, varias viviendas de los próceres siguen en pie (ver gráfico). Y aunque el paso de los años ha modificado la estructura de algunas de ellas, otras, como la de Eugenio Espejo, el gestor de las ideas autonomistas, se mantienen como eran originalmente.
Pero a pesar de la riqueza histórica de algunas edificaciones coloniales, casi ninguno de los cerca de 23 mil visitantes diarios de la zona conoce algo sobre ellas.
Son 9 las casas de patriotas que aún existen. Fernando Jurado, psiquiatra e investigador, realizó un registro de aquellos inmuebles de trascendencia histórica. Su trabajo bordea de manera general unos 40 años y está compuesto por 12 publicaciones acerca de la historia de las calles y casas del casco colonial.
Jurado relata que “la Independencia se formó en las universidades de Quito, sobre todo en la de Santo Tomás, ubicada donde ahora se encuentra el Centro Cultural Metropolitano” y que en esas aulas se gestó, durante 50 años, la emancipación como un fenómeno cultural e ideológico.
El investigador añade que un segundo punto importante de la historia se originó en los sitios en que se reunieron los patriotas para conspirar y que son básicamente 4: la casa de Juan Pío Montúfar, actualmente derrocada, que estaba en la esquina de las calles Guayaquil y Espejo; la hacienda Chillo-Jijón, en Sangolquí; la casa de Manuel Ascázubi, que aún existe y se ubica en la intersección de las calles Flores y Junín y el domicilio de Juan Pablo Arenas, que quedaba en la esquina de la Montúfar y Espejo, y que hoy ya no existe como tal, según comentó Jurado.
Días antes del 10 de agosto, los patriotas se reunieron en esos sitios, igual que en la hacienda del Marqués de Selva Alegre, en el Curato de Píntag y en la casa parroquial de San Roque; estos últimos son espacios que aún existen.
Otro sitio de encuentro fue la vivienda de Antonio Ante, que se hallaba entre las calles Manabí y Flores. Hoy pertenece a la familia Bonilla y es, en parte, museo. El relojero Augusto Nolivos, quien tiene su local en aquel inmueble, confesó desconocer que uno de los próceres vivió allí. “Trabajo en este lugar por más de 30 años y nunca lo supe. Pero es un orgullo para mí y ahora tengo una historia y un legado que contarles a mis nietos”, aseguró.
Varias edificaciones fueron intervenidas por el Fondo de Salvamento (hoy Instituto Metropolitano de Patrimonio). Algunas incluso fueron utilizadas por instituciones municipales como es el caso de la casa de Juan de Dios Morales, en donde funcionaban el Instituto de la ciudad y la Secretaría de Planificación.
Otras viviendas, como la de María Ontaneda (vecina de San Roque, amiga de la familia Montúfar y parte del movimiento libertario), que se hallaba en la esquina de Rocafuerte y Venezuela, la ocupan actualmente locales comerciales.
Pero quizás la vivienda más conocida sea la de Manuela Cañizares, junto a la iglesia El Sagrario. Allí se reunieron los próceres la víspera del 10 de agosto de 1809. Ante las dudas, temores e incluso arrepentimiento manifestados por sus compañeros, se dice que Cañizares bloqueó la salida y les gritó: “¡Cobardes! ¡Hombres nacidos para la servidumbre! ¡¿De qué tenéis miedo?!” Eso despertó la vergüenza de los otros y permitió la consumación del plan independentista.