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El Telégrafo
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La historia contada en un museo “vivo ”

La historia contada en un museo “vivo ”
18 de mayo de 2012 - 00:00

En pleno siglo XXI nadie pensó que sería el propio Antonio Ante, prócer del Bicentenario, quien contaría la historia de la Revolución Quiteña. Un museo viviente es la nueva propuesta de la Fundación Museos de la Ciudad. Allí cuentan de forma lúdica y con audiovisuales el proceso de la Revolución Quiteña y la Primera Constitución de la República.

Un hombre vestido con traje de la época, 1800, de color azul, camisa blanca con vuelos y zapatos negros con una gran hebilla dorada, sale de pronto y da la bienvenida al público. Pero, ¿quién es ese hombre extraño?, se pregunta la gente, que aún no entiende la nueva manera de contar la historia. Él, como todo un caballero, se presenta y explica lo que sucederá en la primera carpa del museo viviente.

Se trata del personaje Antonio Ante, quien de un brinco va al siguiente escenario, la Iglesia de la Compañía, en donde en una pantalla se recrea la conversación del Conde Ruiz de Castilla, en cuya contra se prepraba una sublevación. Pasada esta escena, el prócer Ante pregunta al público si conocen al mentalizador de la revolución:  Eugenio Espejo; con puño al aire y gran sonrisa invita al público a honrar su memoria con aplausos.

Así transcurre el tiempo y Antonio Ante pasa por los años 1808 y 1809 hasta llegar a 1812, fecha en que Carlos Montúfar Larrea toma protagonismo en la Independencia del Ecuador. Ahí termina el recorrido por la primera etapa del Bicentenario. Ante invita al público a seguir a la siguiente carpa, en donde la tónica de la historia cambia.

La prioridad de la Feria es que los niños se diviertan y son ubicados en las primeras filas. Ya listos en sus lugares, el rock empieza a envolver el escenario, en donde ocho personas vestidas de negro salen a escena para participar de una coreografía.

18-5-12-teatro-bicentenario eLuego de una introducción musical que remite al público a 1812, uno de los bailarines se transforma en el padre Miguel Antonio Rodríguez, quien redactó la Constitución Quiteña. A él lo acompaña la conversona, inquieta, pero fiel Panchita, su sirvienta.

En un ambiente de muebles vivientes, la historia de la Primera Constitución transcurre. Con bromas y canciones, los actores cuentan cómo se escribió la Primera Constitución del país.

El momento en que los niños sacan fuertes carcajadas, fue cuando Panchita, al buscar implementos dentro de un cofre, empieza a gritar cuando lo cierra; todos creen que se lastimó los dedos, pero no fue así, son sus largas trenzas las que se quedaron atrapadas. Ese humor cautiva a los niños, quienes ponen toda su atención en el relato.

Carlos Montúfar aparece en escena, como un gran galán, al cual todas la mujeres quieren poseer, pero él tiene su mirada puesta en la independencia de la región. Con él actúan dos personajes y títeres que también lo apoyaban.

La historia culmina con la muerte de los próceres y una canción rockera que proclama “América libre para los americanos”. Antonio Ante sorprende de nuevo a la gente y los invita a la siguiente carpa.

Es el último recorrido de la historia, en donde el prócer organiza un bingo y entrega premios a los niños. Esta es la nueva forma de enseñar historia, que la Fundación Museos de la Ciudad presenta desde el pasado 7 de abril.

Mario Díaz, productor general de la Feria, explica que la idea de presentar la historia de una manera creativa, didáctica y audiovisual es para que los niños aprendan historia sin aburrirse.

Para Mauricio Gallegos, actor que representa a Miguel Antonio Rodríguez, la puesta en escena de manera creativa sobre la Constitución aporta a que los jóvenes aprendan de manera divertida. “Si me enseñaban a mí de esa manera, yo sí habría aprendido”, dijo entre risas.

Los niños y adultos que asistieron a la presentación, salieron con sonrisas en su rostro y recordaban las escenas que más les hizo reír.  Para el asistente Danni Basantes (30 años), la inclusión de los artistas de teatro y la actuación de manera graciosa permitió aprender más.

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