El personaje
Guadalupe, la mujer de los 'mil oficios'
Con medio centenar de años arriba, Guadalupe Criollo, originaria de Ibarra, continúa forjando una vida, buscando la estabilidad económica y la paz interior en Quito.
A muy temprana edad viajó a Salinas (región Costa) donde empezó su aventura en los diferentes oficios en los que ha trabajado. De joven ofertaba cosméticos de belleza, pero “no era muy rentable y decidí abandonarlo”.
Allí en las playas aprendió también el oficio de preparar alimentos, actividad que no ejerció hasta hace pocos años. “Me casé, tuve 4 hijos, pero con el pasar de los años tuve problemas con mi esposo”.
Debido a esa situación abandonó a su expareja hace 9 años. “Traje a mis hijos al barrio Rancho Alto, en Quito. Aquí me tocó difícil”.
Como no tenía trabajo y le tocaba alimentar a su prole, laboró durante 6 meses enderezando los chasís de vehículos que habían sufrido accidentes. También aprendió a pintar carrocerías.
Por motivos personales dejó ese trabajo y puso en práctica lo que aprendió durante su adolescencia en la Costa ecuatoriana. Ofertaba ceviches, corviches en la calle. “Invertí $ 20, puse 4 palos y un plástico para el techo”.
Debido a la sazón, sus clientes le solicitaron —hace 9 años— que hiciera encebollados, pedido que Guadalupe aceptó. “Lo hice; primero no eran buenos, luego fui mejorando y los clientes cada día eran más”.
El trabajo ha dado sus recompensas: carro, casa y educación para sus hijos. Pero ahí no queda la voluntad de superación de Guadalupe. Como la cevichería funciona solo en la mañana, por la tarde se dedica al taxismo, actividad que le ayuda a pagar las cuotas del vehículo. “Las mujeres tenemos las mismas posibilidad que los hombres”, reflexiona. (I)