La clave estaría en educar y abrir espacios, no en reprimir
El cronista de la ciudad Fabián Amores manifestó que existe un desconocimiento en la ciudadanía sobre la historia del grafiti, pese a que es la forma más antigua de expresarse, cuando el ser humano plasmaba en las paredes de las cuevas sus vivencias.
El grafiti surge en el mundo -dice Amores- como una respuesta de la gente, para manifestar algo. Utilizar las manos para dibujar lo que se le viene a la mente, lo que siente o le causa inconformidad, por ejemplo, a los grupos sociales excluidos. De allí que Amores es contrario a la recompensa que ofreció el Alcalde de Quito por la suma de $ 100 mil a quien informe sobre los que pintaron el vagón del Metro.
“Mientras haya descontento popular, siempre habrá alguien que utilice la pared como una forma de expresar esa disconformidad”, remarcó.
Para el gestor cultural Andrés Valencia, se debe educar a la población en estos temas y abrir espacios para que los jóvenes puedan expresarse. Igualmente, se mostró contrario a todo tipo de represión o sanción contra los grafiteros o artistas urbanos.
Finalmente, según dijo a la prensa Carlos Villavicencio, del Colectivo Cultural de la Calle, “para eliminar el grafiti vandálico hay que reconocer a los grafiteros como artistas”. (I)