Espuma y poca agua tuvo el desfile 'Corso de Flores y Serpentinas', al sur de Quito
Poca agua, mucha espuma y una considerable cantidad de anilina se mezclaron el domingo en las cabezas y cuerpos de visitantes y anfitriones, quienes en medio del tumulto tratan de avanzar por la calle Federico González Suárez de la parroquia Amaguaña, al sur de Quito. Los adoquines pegajosos por efecto de los huevos rotos, delataban que la fiesta estaba en su apogeo.
En la calle Cristóbal Colón, el eje por donde recorrió el desfile ‘Corso de Flores y Serpentinas’, que cumplió 57 años, llamó la atención la “guerra” entre 6 motorizados del Cuerpo de Bomberos de Quito contra los espectadores.
Los responsables de sacarles notas a tambores, bombos, liras y clarines lucharon por no perder los compases mientras eran prácticamente pintados.
Mientras el desfila avanzaba, el clima indefinido, sin sol pero con una neblina que no se convertía en lluvia, hizo menos cansado el paso de los 2.000 protagonistas, quienes reunidos en 50 agrupaciones, caminaron más de 2 kilómetros para avanzar hacia la tarima.
Entre lo que más atrajo del corso estuvo la ‘Danza de los Tobas’, un ritual guerrero de ese grupo étnico, asentado en la cuenca del río Pilcomayo, en Bolivia. Su escenificación estuvo a cargo del ballet folklórico Nueva Unión. (I)