Caminar por las calles de Cotocollao es respirar historia milenaria. Se remonta a más de 3.500 años. Es quizás uno de los asentamientos más antiguos de Quito.

Pablo Ortega, gestor cultural y habitante de esta parroquia, señala que “la plaza de Cotocollao, desde tiempos precolombinos, mantiene su magia. Si uno se sienta en ella reconoce a personas de distintos pueblos y nacionalidades. Se percibe el intercambio cultural”.

Por ello, con su colectivo Tzunanzas-Qui, Ortega realiza desde hace 10 años el Festival Rockcotocollao, que fusiona los sonidos del rock con los ancestrales.

En esta plaza se desarrolla también la reconocida Yumbada, tradición andina que celebra la cosecha y que este año se cumplió del 21 al 23 de junio.

Estudios arqueológicos demuestran que los cotocollaos se asentaron en esta zona unos 1500-500 años  a.C  a la sombra de los volcanes Pichincha, Pululahua, Ninahulaca y Casitagua.

En las calles Santa Teresa y Belisario Torres está la Casa Somos Cotocollao, antiguo Museo de Sitio. Allí se explica que este pueblo se dedicó especialmente al cultivo del maíz, papa, oca y chochos.

Además tuvo un gran desarrollo en el trabajo de la piedra, con herramientas de obsidiana, basalto, pedernal, adornos de cuarzo, andesina y serpentina.

Se considera que tiene las cerámicas más evolucionadas del período Formativo ecuatoriano con múltiples técnicas, como la botella de asa de estribo, similar a las de las culturas Machalilla y Chorrera.

Al nombre “Cotocollao” no se le ha encontrado un significado exacto. Pablo Rosero, coordinador técnico de la Biblioteca Ecuatoriana Aurelio Espinosa Pólit, señala que hay muchas interpretaciones. “Una de ellas está vinculada al oficio de este pueblo: la alfarería. También se cree que significa ‘Cruce de caminos’, porque fue un punto de intercambio comercial”. (I)