El Panecillo es el mirador precolonial de la capital
En la cabecera sur del Centro Histórico de Quito se encuentra el Panecillo, un lugar lleno de historia, leyendas y tradiciones que atrae a propios y visitantes.
Es una elevación natural de 3.000 metros sobre el nivel del mar. Fue bautizada como Panecillo por la semejanza que los españoles, a su llegada, le encontraron con el apetecido alimento.
Se erige en medio de la ciudad como un mirador desde el cual se aprecia la belleza andina de la zona y la disposición urbana de la ciudad, afirma Negcy Solorzano, guía del museo ubicado debajo de la “Virgen de Quito”, monumento construido en la parte más alta del mirador, esculpido por Agustín de la Herrán Matorras.
Hace años el lugar fue considerado zona roja, debido a los robos y asaltos que se producían diariamente, con mayor frecuencia a los turistas que acudían por la Virgen.
Luis Analuisa, coordinador de seguridad del Barrio del Panecillo, reitera que la zona se ha transformado para bien. Hace cuatro años que trabaja directamente con el Consejo de Seguridad Ciudadana en coordinación con los vecinos y la Unidad de Policía Comunitaria (UPC) del lugar, donde 12 policías permanecen 24 horas al día para contrarrestar actos delincuenciales.
Según dijo, los problemas de inseguridad en el sitio de la escultura se han podido superar gracias a las acciones emprendidas por los vecinos, pero en la subida aún persisten los asaltos, cometidos por personas indeseables que llegan desde otros sectores.“A diario acuden turistas extranjeros a visitar la escultura, mientras que los turistas nacionales lo hacen el fin de semana”.
Enrique Toapanta trabaja doce años como fotógrafo. Recuerda que lo que producía antes le alcanzaba para mantener a su familia, pero ahora solo para comer el día, ya que los turistas no tienen ninguna restricción para tomar sus propias fotografías, lo que le ha dañado el negocio.
El monumento, el museo y demás instalaciones son administrados por los sacerdotes del Voto Nacional, que se encargan de ofrecer la guía turística y del cobro del valor por el ingreso.
Moradores recuerdan que la última vez que vieron obras, fue mientras hacían los preparativos para el certamen Miss Universo, en el 2004. Desde ahí no se ha evidenciado mejoras. Comerciantes esperan el mes de diciembre, ya que en esa fecha se incrementa la afluencia de turistas por la instalación del nacimiento iluminado, que es un tradicional montículo precolonial. Esta época es más visitada, porque se convierte en un mirador natural.
La imagen de la Virgen de Legarda, una escultura gigante de aluminio, también es una de las atracciones. Luce imponente y se la ve desde cualquier punto de la ciudad.Su escultor fue el artista español Agustín de la Herrán Matorras en 1973, es una réplica de la escultura del quiteño Bernardo de Legarda, la misma que reposa en el altar mayor de la iglesia de San Francisco.
La escultura está compuesta de siete mil piezas diferentes y es considerada como la obra cumbre de la escultura de la Escuela Quiteña Colonial. Esta maravillosa obra reposa sobre un edificio base de cuatro niveles, construido en hormigón y revestido de piedra volcánica. En el interior se encuentra un pequeño museo, en el que se relata la historia del milenario cerro y de la escultura.Además, cuenta con un mirador ubicado a los pies de la Virgen, desde el cual se tiene una excelente vista de la capital. Para llegar hay transporte urbano, aunque hay personas que por tradición suben caminando.