El manejo final de la basura se tecnificó para reducir riesgos
Transformar el manejo de residuos sólidos fue una de las metas de la actual Alcaldía. Y con ese fin, en el año 2011 el proceso fue dividido entre la Empresa Pública Metropolitana de Aseo (Emaseo) y la Empresa Pública Metropolitana de Gestión Integral de Residuos Sólidos (Emgirs-EP). La primera se ocupa de la recolección y la segunda, de supervisar la disposición final de los desechos, en manos privadas.
De acuerdo con fuentes del Cabildo, el cambio del esquema durante este período fue más allá de lo formal y contempló reformas sustanciales, especialmente en lo que respecta al manejo ambiental de las plantas de tratamiento y transferencia.
“Antes teníamos problemas de falta de camiones recolectores, desaseo de las instalaciones, falta de seguridad industrial y del trabajo de los minadores. Y durante este periodo se dio un cambio radical, pues se establecieron áreas verdes, el lugar es más aseado y se controlaron los olores y las plagas”, afirmó Francisco Recalde, fiscalizador de la Emgirs, encargada de las estaciones de transferencia de basura de Zámbiza (nororiente) y El Troje (sur).
Lo anterior se habría logrado, entre otras cosas, con una menor exposición de los desechos al ambiente y la aplicación de normas estrictas de seguridad para los gestores ambientales (recicladores) aplicadas en las estaciones, a las que diariamente llegan más de 1.800 toneladas de basura.
Asimismo, el trabajo en el Relleno Sanitario ubicado en el Inga, de la parroquia Pifo, se tecnificó tras la terminación anticipada en 2011, del contrato con la Fundación Natura, cuyo manejo del lugar generó reclamos y protestas. En este último tiempo, según la Emgirs, se han reducido los riesgos ambientales y afectaciones sociales; por ejemplo, se implementaron 2 módulos de tratamiento de lixiviados (líquidos resultantes de la descomposición de los desechos), que a diario llegan a entre 150 y 250 metros cúbicos.
Pese a ello, los moradores de los barrios El Inga Alto y Bajo todavía esperan mejoras tales como la implementación de medidas que reduzcan más la fetidez que aún emana de la basura.
“El olor es fuerte todavía, especialmente en horas de la madrugada y la tarde. Además, es común que existan moscas y roedores en la zona. Hace un mes intentamos negociar directamente con los ingenieros que trabajan en el relleno; les pedimos que establezcan un mejor tratamiento de la basura, pero nos dijeron que debíamos mandar un oficio con nuestras peticiones y estamos a la espera de una respuesta del Municipio”, comentó Manuel Simbaña, quien vive más de 40 años en el sector El Inga Bajo.
“Existen muchas moscas y ratas. Además, el olor sube en la mañana. Nos ofrecieron obras compensatorias, de las que hemos obtenido una cancha y alcantarillado”, señaló por su parte María González, vecina por 45 años de El Inga Alto.