Lo llaman el ‘duro de La Carolina’. Los deportistas que madrugan a ejercitarse en ese parque, al norte de Quito, ya lo conocen.

Desde hace 20 años, Víctor Hugo Vivanco, de 58 años, vende jugos en una caseta en el parque desde la madrugada.

Asegura que la puntualidad para llegar a su lugar de trabajo es lo que le ha permitido ganarse la fidelidad de sus clientes: “A las 05:30 yo ya estoy atendiendo llueva, truene, relampaguee o escampe; venda un jugo como venda 100”, comenta Vivanco.

Sus días comienzan a las 03:00. Vive en Tumbaco. Llega al parque a las 05:00. Termina sus labores a las 11:00, de lunes a viernes, y a las 14:00 los fines de semana y feriados.

Jugos de naranja, toronja y zanahoria son los que más le solicitan, pero a estos el cliente puede agregar algún fruto más como piña, banano o frutilla.

Con una sonrisa, Vivanco comenta que sus compradores son como una familia para él y siente que de igual forma lo aprecian quienes frecuentan su puesto. “Es que yo soy el abastecedor del líquido vital”, dice.

Sus clientes solo deben llamarlo a lo lejos diciéndole: ‘Vic’ y alzar el brazo para que él ya sepa qué jugo quieren y de qué tamaño.

Al quedarse sin trabajo 2 décadas atrás, buscó en el parque un medio para mantener su hogar. Así empezó con la venta de jugos, los cuales lo mantienen vigoroso e impiden que se enferme.

Nada le impidió emprender su negocio. Desarmó una lavadora vieja que tenía y usó el motor para elaborar su propio extractor.

Para él ningún trabajo es fácil, toda labor necesita sacrificio, entrega y ñeque, lo necesario —dice— para salir adelante en cualquier situación. Aunque quiere trabajar en este oficio algunos años más, está pensando en emprender un nuevo negocio: elaborar extractores de zumo. (I)