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El Telégrafo
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El barrio San Francisco recreó con devoción la procesión de los Diablos

En la vía se observaron a los protagonistas de la procesión.
En la vía se observaron a los protagonistas de la procesión.
Foto: Mario Egas / EL TELÉGRAFO
30 de marzo de 2018 - 13:26 - Redacción Quito

Desde las 11:00 en el barrio San Francisco, de la Parroquia La Merced (Pichincha), se llevó a cabo la tradicional procesión que representa los últimos días de Jesús antes de su crucifixión.

El acto se desarrolla en la localidad desde hace 55 años y ha unido a generaciones para rendir homenaje a Cristo, dentro de las actividades previstas por el festejo de la Semana Santa.

Este colorido recorrido convoca a los moradores que se concentran en los alrededores de la Iglesia San Francisco Del Valle.

Sor Hilda, hermana de la comunidad religiosa, fue la encargada de invitar a los participantes de la procesión y al público para arrancar con el recorrido que representa el recorrido de las 12 estaciones del Vía Crucis. El padre César Noboa, párroco de la iglesia fue el encargado de anunciar el recorrido con un Padre Nuestro y un Ave María.

"A través de esta representación reflexionemos sobre nuestra vida y lo que padeció Jesús por nosotros", expresó el cura a los fieles católicos.

La Procesión de las Estaciones se efectúa desde los patios de la capilla del barrio San Francisco, donde se hace una representación de los últimos días de la vida de Jesús, en donde se pone en escena la traición de Judas, uno de los discípulos de Cristo. Desde este lugar los creyentes caminan hacia la calle Ilaló, hasta llegar a la iglesia central.

Lo que más llama la atención a los moradores y visitantes, que acuden curiosos con cámaras fotográficas y filmadoras, es el paso de personajes que encarnan a Poncio Pilatos, los semitas.

También son llamativos el grupo de los soldados romanos, que rondan la procesión junto las Almas Santas, quienes se destacan por sus coloridos turbantes que miden entre 4 y 5 metros de altura. No se puede dejar de lado El Pingullero que acompaña con sonidos fúnebres a la procesión.

La jornada continúa. Cada año, a partir de las 15:00, en la Iglesia matriz La Merced se celebra la Ceremonia de las 7 Palabras. Para esto, el templo fue adornado con una estructura de olivo y romero que se denomina Monte Calvario.

Se trata de un trabajo ornamental de carrizo armado con penco que se rellena con laurel, donado por una familia de la comunidad que lo manda a traer desde Baeza (Quijos). La estructura tiene una dimensión de 6 X 10 metros cuadrados, se elabora desde las primeras horas de la mañana del viernes santo, explicó Carlos Fuentes, uno de los voluntarios.

Al final de la ceremonia cuando Cristo muere se lanzan camaretas y los diablos, que lucen unas exuberantes máscaras, salen por los alrededores de la parroquia asustando a los asistentes. De ahí el nombre de la Procesión de los Diablos, relataron entusiasmados Mariano Vilatuña y Guillermo Quizagua, quienes se dedican hace más de 30 años a esta actividad anual.

Muchos de los moradores no saben quién fue el mentor de ese personaje, pero replican que los habitantes que decidan encarnar al diablo deben cumplir 12 años seguidos realizando ese rol. Luego de ese ciclo deben dejar un heredero.

Ramón Atahualpa, otro de los artesanos, explicó que al final de este acto, se queman el sol y la luna de papel -que formaron parte de la decoración del Monte Calvario- para representar la oscuridad tras la muerte de Cristo. (I)

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