Comienza Semana Santa quiteña con procesión desde Basílica del Voto Nacional
La emblemática Basílica del Voto Nacional, uno de los templos neogóticos más grandes de América, ha sido escenario este domingo de la emotiva partida de la procesión de Domingo de Ramos, en la que han participado cientos de ecuatorianos para dar el pistoletazo de salida a la Semana Santa quiteña.
Situada en el casco antiguo de Quito, e inspirada en la de Notre Dame en París, de ese representativo templo partió la procesión de hoy en el que es uno de los momentos clave de la Semana Santa quiteña junto con el del Arrastre de Caudas el miércoles y la procesión de Jesús del Gran Poder el viernes.
"Este año me vine de mañana a las 8.30, hace tiempo que no venía", confesó a Efe Cecilia Herrera, de 66 años, quien fue a la procesión para pedir que "Dios que nos dio la vida (..) nos aumente la fe".
Desde tempranas horas de la mañana, decenas de quiteños comenzaron a concentrarse alrededor de la Basílica para evocar la entrada de Jesús en Jerusalén a lomos de un burrito, mientras era vitoreado fuera de las murallas de la ciudad santa por gentes con ramos de palma y otras plantas más típicas de la zona.
En la capital quiteña, la costumbre es sostener el ramo con la mano izquierda para bendecir y santiguarse con la derecha antes de entrar al recinto sagrado.
La procesión, en la que los participantes portaban ramilletes de romero, hojas de laurel, espigas de trigo, palma y hasta rosas, partió de la Plaza García Moreno, donde se encuentra la Basílica, hasta la de San Francisco, recorriendo las calles del casco antiguo.
Allí, se celebraba a mediodía una misa convocada por los franciscanos, y a la que la gente se fue uniendo poco a poco, a pie y desde los balcones, con sus arreglos florales y ornamentos, muchos de ellos bendecidos en una primera misa en la Basílica del Voto Nacional.
"El romero se seca y se le guarda. Aparta (malas energías), se le pone a los niños y es bueno", señala a Efe Mariana Villalba, vendedora de estos ramilletes.
En el mensaje de la misa, la conmemoración de la Semana Santa como "los días más gloriosos en la vida de Jesús, en la que conmemoramos la eucaristía, su muerte, esa muerte que nos redimió a todos, y la alegría de la Pascua, de saber que todos resucitaremos", decía el oficiante. (I)