De los 8’200.000 habitantes que hay en Bogotá, Colombia,  835.000 usan la bicicleta para movilizarse. Datos publicados en diciembre de 2018 por la Secretaría de Movilidad de esa urbe indican que esa ciudad cuenta con 410 kilómetros en ciclorrutas, de estas, el 89% está entre buen y óptimo estado y  el 11% necesita trabajos de mantenimiento y adecuación. Sebastián Cardona es estudiante universitario y a diario pedalea por la capital colombiana. Para él, uno de los mayores inconvenientes -además de “la falta de cultura ciclística”- es la infraestructura. Habla de la inexistencia de parqueaderos y conexiones en ciertos tramos de la ciclorruta. 

En 2015, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) publicó un informe sobre las ciudades más amigables para los ciclistas a escala regional. Para hacer el ranking se tomaron en cuenta los kilómetros de ciclovías construidas, la cantidad de viajes realizados en este medio de transporte, entre otros parámetros.

Bogotá encabeza la lista, le sigue Río de Janeiro, Sao Paulo (Brasil), Santiago de Chile, Lima (Perú) Buenos Aires (Argentina) y México DF. Cuatro décadas después de la publicación del informe, los problemas identificados en ese año siguen latentes en las capitales latinoamericanas. En Chile, el abogado Alfonso Lara coincide con Cardona en cuanto a la falta de infraestructura (conexiones de la ruta). Asegura que, aunque Santiago es la ciudad de ese país con mayores caminos para ciclistas, hay tramos en los que la ciclovía está sobre la acera. Esto ha generado un encuentro entre peatones y ciclistas. “La gente que camina nos dio un nuevo nombre. Nos llaman los veradistas. Las ciclovías requieren planificación y respeto. Solo así podrán convivir quienes optan por caminar, pedalear o manejar un automotor”.  

Datos del BID señalan que, a escala regional, la capital chilena es la segunda urbe con mayor cantidad de viajes realizados  en bicicleta (510.569 diarios), solo después de Bogotá.

En Argentina, en Rosario, el uso de la bicicleta es el más alto de América Latina, según el BID, levemente por encima de Bogotá. El 5,3% de los desplazamientos que se realizan en esa ciudad se hacen pedaleando sobre los 100 kilómetros de ciclovía. Lima tiene la misma cantidad de caminos exclusivos para ciclistas, sin embargo, apenas el 0,3% de los recorridos de la capital peruana se hacen en bicicleta. Urbes con menos infraestructura vial pueden tener más ciclistas en sus calles. En Mendoza (Argentina) el 2,16% de los recorridos se hacen pedaleando por los apenas 12 kilómetros de caminos.

Cardona y Lara anhelan que los gobiernos nacionales den prioridad al transporte alternativo y se construyan ciclovías que logren conectar a los países de la región. (I)