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Barrera: “Ahora es el bien común el que organiza todas las decisiones en Quito”

Barrera: “Ahora es el bien común el que organiza todas las decisiones en Quito”
02 de agosto de 2012 - 00:00

Hace tres años Augusto Barrera asumió la administración del Municipio de Quito. Y su conclusión más frontal sobre este tiempo es: “Estamos transformando la correlación de poder en la ciudad”.

Se revela que su estrategia política se asienta en dos ejes: la obra y la participación. En la primera se nota que el metro y el aeropuerto constituyen dos pilares simbólicos desde los cuales afronta la realización de otras obras y algunos procesos.

En la segunda hay más complejidades, pero, de lo que dice, mejores resultados. Las encuestas lo favorecen (particularmente en credibilidad y acciones), pero la “opinión pública” de ciertos medios lo coloca en la picota. Y Barrera sabe que hay un campo de disputa enorme ahí. Dice: “Si el incendio del edificio de las cámaras habría ocurrido en Quito yo ya estaría colgado”. En off pone otros ejemplos que le dan la razón.

Maneja muchas cifras de temas diversos, que van desde el pavimento hasta los centros comunitarios. Lleva cuenta de cada presupuesto en cada área, pero sostiene una mirada muy política de cada obra y hasta proceso administrativo.  Y de lo que más orgullo tiene es de que “Hoy tenemos un poderoso movimiento vecinal en Quito, que está distribuido en redes de todas las administraciones. Tenemos 1.138 comités de seguridad, 15 mil de adultos mayores...”, explica.

Alrededor de eso tiene un idea fija que le da certeza a sus afirmaciones: “La construcción de la participación es real. Tenemos miles de dirigentes nuevos en la ciudad con los comités barriales, las asambleas de presupuesto participativo, los centros de desarrollo comunitario, las ligas barriales, los voluntariados en jóvenes que reconstruyen el tejido social de la ciudad”.

Y vuelve constantemente sobre la cifras: “En las colonias vacacionales participaron 33 mil niños, 18 mil alumnos en el sistema municipal, reescolarizamos casi 4 mil jóvenes entre 15 y 18 años, 100 mil personas van a nuestros CDC, regularizamos más de 200 barrios.

¿Hasta dónde su gestión  produce más ciudadanía en Quito?

Las transformaciones culturales son las más difíciles. La gente que ha estudiado los cambios sociales establece que es más fácil cambiar las leyes, las instituciones, el poder económico, y que lo más difícil son los cambios culturales. Por ello  tener una evaluación plenamente positiva es complicado. 

Eso sí tenemos un proceso cada vez más acertado de la construcción de ciudadanía, fundamentalmente en sectores populares. El elemento diferente es que la discusión del derecho a la ciudad y a participar estaba repartida totalmente de una manera asimétrica en Quito: unos que se consideraban dueños de la ciudad, que tenían ciertos niveles de apropiación; y un amplísimo sector medio y popular que era despojado de la pertenencia de la ciudad. En ese sentido estamos transformando la correlación de poder.

¿Existe cierto nivel de resistencia tradicional a cambios y a la inclusión de sectores populares en la toma de decisiones?

Sería peligroso para la administración que no existan sectores en contra. Creo que en este momento tenemos dos focos de resistencia, ambos son entendibles. El primero, son todos lo intereses corporativos, cuasi delincuenciales que operaban alrededor de la estructura municipal, como pedir permiso a alguien, someterse a un titular de un periódico, tener contratistas casi fijos.

El segundo es de carácter corporativo: si queremos entrar a regular el tema del comercio, salta el MPD disfrazado de comerciante; si regularizamos las cooperativas de viviendas, los traficantes de tierras se oponen; si regularizamos a los taxistas, ya se le quiere dar a un pequeño grupo un carácter político. Los dos tipos de resistencia son los poderes económicos y políticos que estamos afectando.

¿Por qué su administración estaría en la mira de sectores?

La Alcaldía enfrenta un cambio de conflicto de intereses. Además, de  casi toda la Alcaldía depende  la cotidianidad de la ciudadanía. Es decir: que abra el grifo y el agua baje; que toque el interruptor y haya luz; que se recoja la  basura a tiempo; que el bus pase cerca a sus viviendas. Todo eso implica una enorme demanda respecto a la Municipalidad; entonces es lógico que teniendo una gran demanda, la Alcaldía está en escrutinio general.

Siendo así, ¿por qué no se ha usado la silla vacía, por ejemplo?

No se la usa porque la estructuración del marco legal de la silla vacía está inconclusa. Hemos sido pioneros de la participación ciudadana, de hecho la primera ordenanza del sistema de gestión participativa la presenté yo cuando estuve de concejal y he caminado en el proceso constituyente y el de regulación, pero aún así no se define  el  mecanismo de conformación de la silla vacía.

Creo que no podemos caer en una especie de fetichismo participacionista. Estoy abierto a la participación de los comerciantes, no al de políticos que son cuasi cadáveres que nunca en la vida fueron parte de ese grupo. Estoy seguro de que los dirigentes del MPD nunca habrán vendido en la calle, de hecho  estoy convencido de que han lucrado de aquellos que venden en la calle.

La construcción de la participación es real. Tenemos miles de dirigentes nuevos en la ciudad con los comités barriales, las asambleas de presupuesto participativo, los centros de desarrollo comunitario, las ligas barriales, los voluntariados en jóvenes, que reconstruyen el tejido social de la ciudad.

¿La participación ciudadana se volvió una realidad?

Porque es una administración que le apuesta a la participación de verdad. Mi impresión es que antes había un concepto de funcionalización de la participación, era el caramelito para tener una gestión que en lo sustantivo no hacía referencia al interés general. Creo que ese es el cambio fundamental de un estado de derecho; en la filosofía neoliberal no se modificaba la relación global del poder.

Estamos  convencidos de que  la transformación debe ser oportuna y en sectores medios y populares. Cuando se miran esos números (se refierer a los datos que se indican al inicio de esta entrevista) se logra entender que más que una obra era la reproyección de la dignidad, que es un concepto básico de la ciudadanía la que debía modificarse. 

Cuando dice que había que modificar la relación de poder, ¿en dónde está ahora esa relación, cómo se expresa, hay una relación de poder en disputa, a dónde va?

Hacia una democratización positiva. Es la recuperación del bien común como principio. Eso implica que el bien común es el que organiza todas las decisiones; está presente en la inversión, en las prioridades de transporte, lo que se realiza es una sola centralidad.

Creo que al final de esta Alcaldía estarán estabilizadas las formas concretas de organización social. Hoy tenemos un poderoso movimiento vecinal en Quito, que está distribuido en redes de todas las administraciones; hoy tenemos 1.138 comités de seguridad, 15.000 de adultos mayores. Es un tema de construir protagonismo político y organizativo en los jóvenes y en el adulto mayor. Me parece que eso va renovando el tejido social.

De lo realizado en los tres años de administración, ¿de qué está arrepentido? ¿Qué no volvería a hacer?

Varias cosas no debí hacer. La primera fue  que  en el proceso de reforma institucional nos demoramos mucho. Ese es un tema que debimos haber operado con más agilidad, en los primeros meses de nuestra gestión. Debemos mejorar en el área de trámites y servicios ciudadanos. Ahora la ciudadanía no piensa en la falta de obras, sino en que los trámites son “demorosos y tortuosos”. Debimos haber establecido una política mucho más dura desde el comienzo. Considero que debimos haber confrontado más radicalmente con algunos adversarios de la ciudad, fuimos demasiado contemplativos.

Hay errores operacionales. Nosotros en el primer período trabajamos en la respuesta a la emergencia. Ahora estamos en una fase de mayor capacidad de adecuación estructural. A al comienzo hacíamos bacheo ahora repavimentamos  integralmente.

En este proceso, ¿qué actores nuevos han ido emergiendo y o desapareciendo, es decir la representación del Concejo Metropolitano es la representación real de la política de la capital?

Alianza País (AP) es uno de los bloques que más deserciones ha tenido; de nueve concejales tres no participan ahora en el partido. La realidad del Concejo es tener una dinámica más cívica que política.

Esto no quiere decir que hay debates ideológicos y que deja de representar un proyecto político; pero el tono del Concejo ha sido más cívico. Los problemas políticos que debemos enfrentar tienen que ver fundamentalmente con esta modificación del papel de Quito en el escenario nacional. Yo soy de la tesis de que tuvimos una tragedia griega:  los sectores de poder en Quito hicieron una gran capitalización política y eso significó (Jamil) Mahuad, ya que capitalizó políticamente en Quito, llegó al poder a través de esta ciudad.

La gran apuesta está en transformar la historia de rebeldía del movimiento social y popular, el progresismo consustantivo a Quito,  en una forma de administración, porque aquí  una persona que grita no puede obtener lo que busca, esto no funciona en una cultura participativa y democrática. La idea es construir un modelo de gestión que esté a tono con esa historia progresista y libertaria de Quito.

La apuesta de esta administración es construir un proyecto de gestión y administración que sea consecuente con esa historia de lucha libertaria y democrática, después del terrible fracaso que supuso un liderazgo que se arrodilló a los intereses de los banqueros.

¿Si el alcalde de Quito podría sugerir el modelo de distritalización para este distrito metropolitano, cuál sería?

Primero estoy de acuerdo con la distritalización, porque eso permite acercarse a la comunidad. Al mapear a los concejales o diputados por Pichincha, probablemente todos votaban por la mayoría de la misma parroquia. Algunos tienen pánico a la distritalización, porque les va tocar buscar a alguien que viva en el sur, y eso les molesta.
Lo que planteo es que se respete al cantón Quito, así los otros cantones tendrán su representación.

Dentro de Quito debe haber una parte norte, otra centro-sur y los sectores rurales, que son muy importantes. Por ejemplo, una representación para (los sectores de) Calderón y Carapungo (al norte de la capital), que son las zonas que crecen al doble en la ciudad: 3,9% anual. El modelo podría ser: respetar el Distrito Metropolitano y a su interior en tres zonas.

¿Se podría decir que en su administración se ha dado sólo prioridad a los sectores populares y rurales?

He sido cuidadoso para que no sea una administración anclada  en los sectores más necesitados, porque hay que gobernar la ciudad para todos. Hay que entender cómo es la estructura de Quito. Ventajosamente esta ciudad no tiene los niveles de segregación y segmentación social y territorial de otras.

Tenemos el 97% de agua potable y alcantarillado, además del 96% de recolección domiciliaria de desechos, por lo  que evidentemente lo que hacemos es cerrar las brechas; pero no es que estamos trabajando para un solo sector,  trabajamos  para todos.

Nuestro esfuerzo es cerrar las brechas de los varios nortes con los varios sures;  tienes unas brechas muy fuertes de áreas rurales con urbanas, esas brechas están cerradas; pero valores como la identidad, la seguridad, el sistema de áreas verdes son elementos que sirven para el conjunto de la población.

¿Cuál es la deuda de la Municipalidad?

Tenemos unas finanzas bastante sanas y si no fueran así nadie nos daría un centavo de crédito, ahora operamos con varias instituciones bancarias. Cuidamos que la estructura de endeudamiento sea sana, obviamente que estamos en un ciclo de inversión porque la realidad es que la Municipalidad cuando yo llegué estaba en signos vitales o menos.
Nosotros (asimismo) cuidamos que tengamos los recursos bien administrados, no hay un problema de endeudamiento.

¿Cuál es su evaluación de la ciudad en términos numéricos?

Cuando llegamos teníamos más de 400 barrios no regularizados, hoy tenemos 200 regularizados. Hemos mejorado la cobertura de agua potable y de alcantarillado, hay más personas con acceso al líquido vital. Existe un salto en temas de movilidad, que implica iniciar la construcción del Metro de Quito, que va a transformar la movilidad y la estructura cultural de la ciudad: es una ciudad separada. Al hacer media hora de norte a sur, va a ser una ciudad unida.

La apuesta que hemos hecho por la movilidad fue grande, con la mejora de los Corredores y el Trolebús se mueven más de 900 mil pasajeros diarios. Hemos impulsado mecanismos de transporte no motorizado, comenzando por el peatonal, con los bulevares y dar espacio público a la ciudadanía. Además, se ha atenuado el sobreuso de los vehículos privados.

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