Desde el 20 de junio de 2019, los controladores del aeropuerto Internacional Mariscal Sucre ejecutan nuevos procedimientos para facilitar el aterrizaje de aviones durante la época seca (verano) que se caracteriza en Quito por la fuerza de los vientos.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Metereología e Hidrología (Inamhi), la región Interandina se han reportado ráfagos de 30 a 60 km/h y, en algunos casos, estas llegan incluso a velocidades de 70 km/h.

Este panorama climático genera turbulencias como la que vivieron la tarde del sábado 20 de julio los pasajeros del vuelo 1422 de la compañía Latam, que cubría la ruta Guayaquil-Quito. En videos publicados en redes sociales, ocupantes de la nave mostraron como el viento sacudía el aparato al aproximarse a la capital. Esto generó muestras de temor.

Ante esta situación que se vive durante la época seca, la Dirección General de Aviación Civil (DGAC) coordinó medidas para reducir estos problemas. Por ello, desde fines de junio los aviones se aproximan a la pista por el oeste del cerro Ilaló, zona donde los vientos presentan una menor incidencia.

El objetivo es mitigar las turbulencias, vientos de cola, cizalladura del viento (diferencia en la velocidad del viento o su dirección entre dos puntos en la atmósfera terrestre), entre otros, que regularmente ocurren en esta época de verano y afectan a los vuelos en el tramo de aproximación final a la pista 36 de la terminal aérea.

Los técnicos en aeronáutica consideran que la medida de mitigación reduce las aproximaciones desestabilizadas y frustradas que se presentan en los meses de julio y agosto.

En este período hay influencia de vientos que provienen de la región amazónica, los cuales chocan con el cerro Ilaló y forma una especie de torbellinos que se los conoce como turbulencias y son los que causan mayores problemas en el procedimiento de los aviones, situación que si bien no afecta el normal desenvolvimiento de las operaciones aéreas provoca un malestar en los usuarios del transporte aéreo. (I)