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En este lugar vivieron algunos personajes importantes

El Placer, un barrio que guarda parte de la historia

Los moradores de El Placer Alto consideran que su barrio tiene un gran potencial turístico. Foto: Fernando Sandoval.
Los moradores de El Placer Alto consideran que su barrio tiene un gran potencial turístico. Foto: Fernando Sandoval.
29 de junio de 2014 - 00:00 - Redacción Quito

Sobre el costado occidental del Centro Histórico y en plenas faldas del macizo montañoso del Pichincha se levanta el barrio El Placer.

El libro Quito, Patrimonio Cultural de la Humanidad señala que el origen del sector se remonta a la época de la conquista incaica. “En esa zona se levantaron los baños del Placer o el palacio del Inca”, señala la obra, que cita como fuente al material recolectado por los cronistas españoles.

Alfonso Ortiz Crespo, miembro de la Academia Nacional de Historia y nombrado esta semana Cronista de la Ciudad, confirma que el nombre del sector se derivó de la existencia en esa zona de una estancia de reposo destinada a los monarcas del imperio andino.

“Consta en el primer libro del Cabildo que en 1537, al otorgarse solares a los mercedarios, se les fijó como límites unos edificios antiguos donde estaban unas casas del placer del señor natural”, señala el libro mencionado.

El sector fue conocido también como el mirador de Huayna-Capac o las terrazas del inca.

“En los años treinta, en los patios del exnormal Juan Montalvo se podía observar unas grutas de piedra. Se supone que estas edificaciones fueron los baños del inca”, comentó Jorge Muriel, presidente de la zona El Placer Bajo.

Subir a este sitio significa recorrer espacios que fueron parte de la historia de la ciudad durante centurias. En sus calles principales todavía existen casas de arquitectura antigua tales como la quinta que comparte el nombre del barrio; también persiste el convento de El Tejar; el cementerio en el que se conservan los restos de algunos de los soldados de la Batalla del Pichincha y del prócer independentista Eugenio Espejo, y el citado exnormal Juan Montalvo, que hoy es la unidad educativa Leopoldo N. Chávez y Carlos Zambrano.

El Placer fue, además, el hogar de personalidades importantes de la historia de Quito como el Conde Ruiz de Castilla, presidente de la Real Audiencia de Quito durante la revolución de 1809; el personaje fue condenado por los patriotas a vivir en soledad en la recoleta de La Merced y posteriormente fue condenado a muerte, aunque la sanción fue aplicada mediante un vergonzoso linchamiento popular.

Ortiz Crespo indica que en la época republicana se erigieron en la zona quintas destinadas al descanso de las élites quiteñas. De hecho, los moradores del barrio guardan en su memoria el recuerdo de la citada quinta El Placer, una vieja casona que se encuentra al final de la calle del mismo nombre. La casa tiene estilo neoclásico, con pilares de piedra, graderíos, balcones y hoy es habitada por algunas familias. En ese espacio vivió, por ejemplo, el primer presidente del Ecuador, el venezolano Juan José Flores.

A inicios del siglo XX se construyeron en el lugar tanques recolectores de agua que provenía de las fuentes del Atacazo y del Pichincha y que abastecían a la urbe.

Hasta los años cuarenta, la zona limitaba con el cementerio de El Tejar y su convento, pero desde la década del cincuenta empezó a extenderse por las faldas del Pichincha y actualmente limita con San Roque (sur), San Juan y Toctiuco (este) y el Centro Histórico (oeste).

“Antes de que esto se llenara de casas, recuerdo que la mayor parte de las laderas eran bosques; había unas pequeñas lomas donde jugábamos con cometas. Pero cuando el Centro Histórico se convirtió en un sitio comercial, esto empezó a poblarse porque el valor de los predios era bajo y de hecho, la mayoría de familias eran de comerciantes”, comentó la moradora Patricia García.

El Placer se divide en 3 zonas: alto, medio y bajo. Los vecinos se autodefinen como solidarios y aunque en la actualidad la mayoría no se conoce debido a la movilidad social, muchos participan de las actividades en beneficio del barrio, lo que incluye la planificación y ejecución de eventos sociales, culturales y deportivos.

En 2012, por ejemplo, los vecinos de El Placer Bajo realizaron una muestra fotográfica en el Museo del Agua o Yaku, acerca de la historia de la zona. Las imágenes fueron donadas por los propios habitantes. Al respecto, los moradores indicaron que el sector empezó a cambiar positivamente desde que el Cabildo construyó dicho museo en el área donde aún permanecen los primeros tanques de tratamiento de agua potable de la capital.

“Desde que el museo esta en El Placer, la vida del barrio cambió, especialmente en lo que respecta al turismo, pues se abrieron nuevos negocios y la Policía nos brinda mayor seguridad”, mencionó Lorena Argüello.

El Placer alto y medio se ubican arriba de los tanques de agua potable. Las 2 áreas se originaron en los años cincuenta, cuando —como se dijo— el desarrollo comercial del Centro Histórico tomaba auge. En un inicio, los moradores de estos barrios vivían rodeados de caminos de tierra y bosques que, poco a poco, fueron desapareciendo para dar paso a la urbe.

“Vivo en este lugar desde hace 50 años. Fui una de las primeras moradoras del lugar. Recuerdo que todo el camino era de tierra y que bajábamos por una quebrada a la que llamábamos El Dique. Por ahí íbamos al mercado de San Roque a trabajar”, comenta Luis Andrango (50), quien vive en ese sitio prácticamente desde que nació.

Los moradores del sector señalan que la adecuación de las vías se logró gracias a la unión de los vecinos, que presionaron a las autoridades para que ejecutaran las obras. Sin embargo, en el desarrollo del barrio hubo también mucho de esfuerzo propio. Los vecinos comentan, por ejemplo, que la casa barrial se construyó a través de mingas.
“Recuerdo que en esa época el presidente del barrio fue don Ramón Guevara. El luchó porque el barrio fuera un lugar digno para vivir. Cuando los ingenieros del Municipio subían a reparar las calles, yo junto con otras vecinas cocinábamos papas, choclos, asábamos cuyes, fritada y más, para darles de comer”, comentó Arguëllo.

Actualmente, El Placer Medio y Alto cuentan con todos los servicios básico y sus calles tienen asfalto o adoquín.

Adriana Vizuete (50) es la actual presidenta del barrio y forma parte de la tercera generación de su familia que vive en el lugar. Recuerda que uno de los pasatiempos de su niñez era visitar los tanques de agua de El Placer, así como, la Chorrera y la quebrada de El Dique “El sector de la Chorrera podría constituir un gran espacio turístico de la ciudad. Calculo que debe tener más de 100 años. Un proyecto así ayudaría mucho al barrio. Quisiéramos realizar una ruta viajera con los vecino de El Placer Bajo y Medio. Por ejemplo, podríamos empezar el recorrido en la iglesia de El Tejar, conocer las casas patrimoniales, subir a la quebrada de El Dique y concluir a en la Chorerra”.

Un aditamento sería la vista privilegiada que hay desde El Placer, pues basta subir a cualquier terraza para observar las iglesias y edificaciones del Centro Histórico y parte del norte de la ciudad; a estas se suman las casas y calles que atraviesan el barrio.

Vizuete indicó que una de las necesidades primordiales es la seguridad, pues aunque el barrio es tranquilo, en los últimos años, la venta de droga ha crecido en los alrededores. Los miembros del comité barrial y otros vecinos ya solicitaron ayuda a la Secretaria de Seguridad e inclusive solicitaron la colocación de una cámara del sistema ojos de águila para que haya mayor control.

Yaku, el museo que dio un nuevo ritmo a El Placer

El Museo del Agua o Yaku abrió sus puertas en 2005. El objetivo del espacio era convertirse en un lugar en el que la ciudadanía pudiera experimentar un contacto “intenso, emotivo, crítico, científico, personal y comunitario con el elemento agua”. Está ubicado en la zona El Placer Medio.

Con su apertura, la cotidianidad del barrio adoptó nuevos ritmos. Muchos moradores indican que ahora el sector es más seguro que antes, que se encuentra más ordenado e inclusive ha crecido en número de visitas turísticas en la zona, lo que ha permitido la dinamización económica a través de nuevos negocios.

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