La realidad de las vacunas contra el covid-19
Aún recuerdo el famoso adagio que me solía decir mi madre: “en la puerta del horno se quema el pan”. Esta frase puede ser aplicada a las vacunas contra el covid-19. La desesperación mundial por querer volver a la “normalidad” se puede evidenciar en cualquier medio de comunicación y es el tema central de la mayoría de las conversaciones. Tal vez es por esto que las vacunas se han convertido en el mesías del siglo XXI o en la luz al final del túnel, para recuperar la vida que solíamos tener hace más de 8 meses.
Sin embargo, recalco la lección del adagio antes mencionado, debemos tener cautela. ¿Estamos cerca de una solución que puede potencialmente reducir el número de casos y muertes? La respuesta a esta pregunta es un rotundo sí. ¿Una vez que tengamos la vacuna regresaremos a la normalidad? Esta segunda pregunta es más complicada y me temo que su respuesta, por el momento y con la evidencia científica actual, es no.
Las vacunas creadas por las compañías Pfizer, Moderna y AstraZeneca reportan una efectividad del 90%, 94.5% y 70.4%, respectivamente. Estos reportes son preliminares y aún no poseemos el análisis final que incluye a los más de 80,000 pacientes que en conjunto tendrían estas 3 vacunas. Los resultados preliminares son prometedores, pero aún nos quedan importantes preguntas: ¿Las vacunas lograrán proteger a las personas de todas las edades por igual? ¿Protegerán durante periodos prolongados de tiempo? ¿Se podrá detener la transmisión o solamente lograremos que los que se contagien tengan una enfermedad menos severa?
Finalmente, otro punto muy importante es su conservación. La vacuna de Moderna debe ser conservada a una temperatura de -20ºC para que dure 6 meses, pero en una congeladora comercial solo duraría 1 mes. La vacuna de Pfizer necesita una temperatura de -75ºC y duraría en una refrigeradora convencional tan solo 5 días. Por otro lado, la vacuna de AztraZeneca, necesita ser conservada tan solo a -3ºC. Estos datos son vitales, ya que a nuestro país las vacunas llegan por importación y asegurar temperaturas estables de -20ºC o -75ºC y que logremos distribuir las vacunas antes de que se dañen representaría un reto logístico y económico muy grande.
Que tengamos resultados prometedores de eficacia no significa que una vez que las vacunas sean distribuidas podremos botar las mascarillas, acercarnos y volver a la “normalidad”. No sabemos cómo estas vacunas o el virus actuarán a largo plazo. Cautela, estimados lectores, ya que “en la puerta del horno se quema el pan”. (O)