Covid-19 y la comunicación
En diciembre de 2019 se conoció la presencia de coronavirus. Este grupo de virus existe desde tiempos pretéritos y puede causar enfermedades que van desde el resfriado hasta enfermedades muy graves. El reservorio de estos virus está en las aves y a partir de ellas puede saltar a los humanos, camino en el cual entran los mamíferos. Estos virus cambian rápidamente, lo que obliga a un continuo monitoreo con alta tecnología.
El covid-19 tiene una letalidad más alta que la de la gripe y muchísimo más baja que por otros coronavirus. La Organización Mundial de la Salud (OMS) acentúa que de cada 100 infectados, 97 se curan sin problema, aunque el riesgo alto está en las personas de mayor edad. Regiones como la Unión Europea, ante este nuevo virus, han asumido como política pública no ocultar la evolución de la enfermedad. El objetivo es aumentar las medidas de promoción de la salud, disminuir la velocidad de transmisión de un virus altamente contagioso, reducir el riesgo de muerte y de casos graves, aminorar el impacto económico y llamar a la sensatez.
Esta estrategia está basada en la información con rigor. El rigor está en el diagnóstico confirmado procedente de un vocero técnico y transmitido por el vocero político oficial. El lenguaje para la comunicación es accesible para todo tipo de público y el contenido es formativo y persuasivo. Por ejemplo, la OMS, el pasado martes 3 de marzo, declaró que en el continente americano se han confirmado 104 casos (relativamente pocos) en Estados Unidos, Canadá, Ecuador, México, Brasil, San Martín, República Dominicana y San Bartolomé. El total de fallecidos es 6, todos en Estados Unidos. En Ecuador se reconocen algunos problemas.
No hay rigor en la comunicación, no hay acceso a la información oficial y se convierte en una suerte de competencia mediática. La comunicación ha estado expresando sentimientos o emociones y ante un problema sanitario, esto agrava la carga afectiva de la situación. La tergiversación del mensaje es cotidiana. La información basada en las redes sin contrastación ni base científica colaboran a esta situación de nerviosismo injustificado. ¡Sobre todo, responsabilidad y calma! (0)
Natalia Romero
Directora de Investigación UIDE