Personaje de la Semana
"El cinismo produce un efecto moral que corrompe a la sociedad"
Lleva una guayabera y zapatos tenis negros. Es muy amable y tiene un agudo sentido del humor. Con él hacemos un recorrido por sus fotos familiares: sus padres cuencanos, sus dos hijos que viven en Estados Unidos y en Colombia.
Simón Espinosa habló con este Diario sobre el actual Consejo de Participación Ciudadana, la corrupción, la Comisión Nacional Anticorrupción y la Real Academia de la Lengua (RAE).
El Consejo de Participación Ciudadana está sumido en escándalos. Su presidente, José Tuárez, es acusado de falsificar sus documentos y de usar su sotana para ganar las elecciones.
Es una vergüenza por lo que ha dicho y puede ser una vergüenza si le prueban lo que han dicho sobre él. No me parece bien que use la sotana como instrumento de política y de volverse popular.
Tuárez está sin salida y acorralado por la Fiscalía, el juicio político en la Asamblea y el pedido de investigación en la Contraloría.
Está acorralado, pero nunca se sabe qué fin pueden tener las cosas en este país. Diego Cornejo, el exeditor de diario Hoy, decía que el problema de Ecuador es que hay muchos ecuatorianos.
¿Qué hacer con ese Consejo, eliminarlo o suprimir su función de designar a todas las autoridades de control?
Hay que eliminarlo, por sí mismo es peligroso. Como es tan pequeño, es fácil comprarlo y es un arma poderosa en manos de cualquier gobierno, pero principalmente de uno dictatorial.
Antes las autoridades eran nombradas por la Asamblea entre 120 legisladores. Desde la creación del Consejo en la década de Correa hay siete consejeros que designan a las cabezas de la Función de Transparencia. Esa es una gran diferencia.
Los electores tampoco hacen un buen papel, eligen a personas como Tuárez.
En el referendo hubo la consulta para crear el Consejo Transitorio. Pero faltó otra pregunta para eliminarlo y que se vuelva a la elección de las autoridades de control en la Asamblea.
Eso fue un error, y el Consejo Nacional Electoral Transitorio no tuvo tiempo para postergar las elecciones seccionales y preparar algunas nuevas condiciones para los candidatos. Es difícil la cuestión, pero ¿cómo buscar con palo de romero siete justos, capaces y patriotas?
¿Es suficiente el trabajo de reinstitucionalización del país que hizo el Consejo de Participación Transitorio?
Hizo bastante. Se equivocó en el nombramiento de algunas autoridades porque estuvo sujeto a presión. Se entrampó en un reglamento un poco ligero y se perdieron algunas buenas candidaturas. Ahora, podemos decir que puso las bases para ello, pero no tenía todas las atribuciones.
Por ejemplo, en la Constitución hay trabas para la Fiscalía, entonces tendríamos que abrir todos los candados que puso Correa, que se abren con bastantes referendos o con una Asamblea Constituyente. Eso deben considerar las autoridades y la opinión pública.
Vemos casos de corrupción todas las semanas, el último fue el de Odebrecht y el del Metro.
El problema es difícil, y es urgente tener una ley para quitar la presunción de inocencia. Por ejemplo, alguien que no tenía nada y ahora tiene mucho dinero, hay que investigar cómo lo consiguió. Pero la Asamblea no quiere hacer eso porque va contra los derechos humanos. Me parece que también hay un culto a esos DD.HH.
Por ejemplo, vemos a un señor que robó dinero en bolsa, se fue a otro país y regresó a Ecuador. ¿Este es un derecho humano de él? Estoy caricaturizando ese hecho. Hay tanta gente que tiene tanta plata y nos mira cómo hormigas, nos desprecia y nos trata mal. Es necesario eliminar la presunción de inocencia en estos casos; o sea que por pudorosos no hacemos el amor y por pudorosos siguen los ladrones íntegros.
¿Qué podemos hacer los ciudadanos contra la corrupción?
Algo muy simple y difícil, la participación popular. Conformar grupos de 10 personas en los barrios para discutir los problemas de su sector. Unos 100 grupos de estos mejorarían e influirían en el resto y podrían examinar cuestiones de ética. Se va creando una conciencia cívica de ética, así lograríamos volvernos fuertes moralmente, recuperar nuestra identidad y salir adelante. Se conversaría sobre lo bueno que tiene Ecuador, sobre las bellezas naturales y humanas. Sería como una bola de nieve que ruede y nos salve.
¿Cómo ve el trabajo de la justicia, que parece caminar por un sendero binario en donde la impunidad alienta a otros a hacer lo mismo?
El Consejo de la Judicatura tiene una presidenta honrada, sumamente inteligente, y algunos de sus integrantes están bien. No deberían pelearse entre sí porque son como una víbora, un gato y un perro metidos en una misma bolsa.
Los jueces necesitan madurar, están tratando el enjuiciamiento de centenares de sus colegas que abusaron del error inexcusable para despedir a los que no se sometían en la década pasada.
A esos jueces abusivos, que les juzguen por no haber tenido la valentía para denunciar lo que ocurría. Pero no podemos pedir que sean héroes, me parece tremendo que un juez diga: “¿quieres ser feliz?, primero hazme feliz con 30.000 o 100.000 dólares”. Lástima que para ellos no hay justicia indígena.
Usted es integrante de la Comisión Nacional Anticorrupción. ¿Se han sentido impotentes frente a tanto soborno, concusión?
Sí, sobre todo en la época de oro de Rafael Correa. Desafiamos ese poder y nos expusimos a juicios penales, de los cuales solo se cumplió uno con el excontralor y prófugo, Carlos Pólit. Era triste ver que nuestras denuncias caían en tierra estéril o en una urna de Galo Chiriboga, que se comía todas la demandas y no movía un dedo. Me daba pena, antes era un ciudadano interesante, ¿cómo se convirtió en lo que es ahora?
Pero en este Gobierno, con nuevas autoridades y con gente que vale en la Contraloría, en la Fiscalía y en el Consejo de la Judicatura, volvimos a presentar las denuncias. Hacemos acuerdos con entidades y nos fortalecemos, pero no debemos olvidarnos de la investigación; ese punto tiene que cuidar la Comisión. Ojalá no me expulsen por decir esto.
Un contralor que les siguió un juicio penal, ¿eso no fue parte del gran cinismo y teatralidad del anterior Gobierno?
Es parte del cinismo más burdo. Ese señor se enriqueció tanto, tanto, y quería condenar al doctor Julio César Trujillo, o a la doctora Isabel Robalino. El cinismo produce un efecto moral que corrompe a la sociedad.
Todo es como el tango “Cambalache” y es la peor educación para la sociedad. Francamente, cuando se cumplen las leyes estamos en un mundo civilizado, y si no se cumplen estamos en la selva: los animales más fuertes o más vivos predominan.
¿No se sienten cansados en esa lucha contracorriente?
Lucharemos contra la corrupción, que hubo siempre, pero que se arraigó en los últimos 10 años, hasta la muerte, para que otros nos sigan y se multipliquen.
En otro tema, usted es integrante de la RAE local. ¿Cómo es esa experiencia?
Es muy agradable, te encuentras con gente culta y que ha escrito y publicado obras. Escribir un libro es un dolor largo, es soledad, pero se reflexiona. Esa gente que ha reflexionado y aprecia la belleza ve en la palabra el máximo instrumento de humanización.
¿Le falta algo por hacer?
Mucho todavía, siento no haber escrito mis memorias ni ser más solidario porque nunca es suficiente. (I)