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La crisis española agobia a los inmigrantes

La crisis española agobia a los inmigrantes
05 de noviembre de 2013 - 00:00

Madrid.- La Plaza del Sol de Madrid es un hervidero de gente, a pesar de que los termómetros ambientales marcan 15 grados centígrados. Es sábado, en la jornada anterior hubo asueto por el Día de los Santos (que para los ecuatorianos es el Día de los Difuntos) y las calles lucen abarrotadas de turistas y locales que disfrutan del puente vacacional. Para el mediodía la situación se vuelve intolerable para aquel que no está acostumbrado a este ritmo. Resulta imposible avanzar tres metros sin tener que esquivar cuerpos o ir pidiendo disculpas a grupos de foráneos que son guiados por sus respectivos guías. Para las 15:00 todo resulta vertiginoso, todo el mundo entra en un estado de frenesí comercial y no hay almacén que no luzca atiborrado de clientes. Todos con sus fundas de distintos tamaños, cajas de zapatos, tabletas aún con los estuches de venta, mezcla de perfumes… En fin, el sueño de cualquier buen fiel de la doctrina de los “Chicago Boys”.

“Vivo con un miedo insoportable. Mi mujer se nacionalizó, pero yo, como tengo el estigma del ‘hipotecado’, no pude”
Marco Flores
Inmigrante ecuatoriano


“Agradecemos el respaldo del Gobierno, pero de poco servirá esto si nosotros no actuamos como sociedad movilizadora”
Ivonne Elizalde
Miembro de Plataforma de Afectados
Buffet de 9,95 euros. Sopa, arroz, pollo, primera bebida gratis. Los dos pisos del restaurante All you can eat (“Todo lo que pueda comer”) tienen decenas de comensales que entran y salen. Sigilosamente aparece una figura delgada, en jean y con camiseta pegada al escuálido torso. Lleva barba de cinco días y no llama mucho la atención, al menos hasta cuando comienza con su “labor”. El enjuto personaje se mueve entre los clientes del local y está a la espera de que se levanten de su mesa. Tarda menos de un minuto en rescatar lo más valioso de las sobras que van dejando en el restaurante. Con la misma tranquilidad y astucia, Miguel (regala una sonrisa burlona cuando se le pregunta por su apellido) sale del almacén y camina dos cuadras hasta llegar a su hogar: una de las esquinas más transitadas de Plaza del Sol en donde hace malabares. Su novia -una rubia con ojos tristes y fascinantes, como los de la  cantante Jeanette- hace de “mánager” y es la que recoge cualquier tipo de caridad que arrojan a Miguel.

El artista y su pareja comparten dos presas de pollo mal mordisqueadas del All you can eat y vuelven a sus labores. En la noche tocará otra misión al restaurante.

Así transcurren las jornadas en uno de los lugares turísticos más concurridos de España. La opulencia de las zonas cercanas a la Puerta de Alcalá y Plaza de Sol -que tienen a los almacenes más famosos del mundo, como Tiffany, Zara, y hasta la tienda oficial del Real Madrid- se combina, cada vez con más frecuencia, con miles de personas que apelan a la mendicidad como fuente de subsistencia.

Y lo que se ve en ese sector -concurridos como pocos-  también se replica en otras zonas no tan turísticas. Pero aquello no solo se percibe desde una perspectiva panorámica, el ánimo también parece estar en declive. No hay cafetín en la ciudad en el que no se encuentre un periódico, una revista, un volante o hasta un grafiti, en los que no se refiera la profunda crisis económica que sufre España.

La marea de personas continúa su errático paso. Entre apretujones la corriente lleva al visitante hasta un restaurante especializado en jamones. Tres personas se multiplican para atender a un tropel de clientes y también tienen que lidiar con aquellos que ya se han excedido con las cervezas. Los trabajadores no se hablan mucho, solamente lo  necesario como para evacuar las órdenes, pero una pregunta basta para que respondan al unísono: “¿De qué país son?”. Unos  en voz alta, otros casi  susurrando, pero todos responden lo mismo: “Ecuador”.

Catalina Vélez, oriunda de Bahía de Caráquez, luce temerosa. Prefiere evitar las conversaciones que sus compañeros de trabajo ya han entablado. Luego de unos minutos de confianza, suelta una retahíla de ideas, mezcla de ira con melancolía. “Acá la cosa está desesperante. De la crisis no se salva nadie”, comenta la manabita (14 años radicada en la capital española) y afirma que siempre fue difícil vivir en esa metrópoli, pero “nunca como ahora”.

Otro de los callados en la barra de este restaurante es Marco Flores. Este lojano se encarga de recibir con una sonrisa a todo cliente que entra al pequeño local. Limpia constantemente la barra, ofrece bebidas, brinda bocadillos. Con el trapo en la mano seca los vasos cerveceros, atento a la conversación de Vélez. Cuando se le pregunta a este mesero sobre sus objetivos de vida sonríe como es su costumbre, pero contesta de manera rotunda: “Quiero irme corriendo de aquí”.

La frase retumba y se repite. Casi  todos los ecuatorianos a los que se les inquiere sobre sus deseos de permanecer en España y cómo sobrevivir con su fracturada economía, confirman que más de uno aspira a regresar a su tierra, máximo en dos años. Pero ese deseo tiene una gran barrera para la mayoría de los compatriotas.

La crisis de las hipotecas en España es un mal que se propaga y alcanza a varios sectores de la sociedad ibérica, entre los que se encuentran millones de migrantes. Marco Santillán Paguay es uno de esos perjudicados. En sus 14 años de residencia en España nunca había pasado por momentos tan críticos.

Lleva tres años sin empleo fijo, pagando altísimos montos por su hipoteca y, para rematar, con el temor de que los bancos españoles le hagan “algún trámite” para embargarle una pequeña casa que tiene en el sector de El Recreo, en Durán. “Vivo con un miedo insoportable. Mi mujer se nacionalizó, pero yo, como tengo el estigma del ‘hipotecado’, no pude hacer el mismo trámite. En la actualidad mi hipoteca está en los 250 mil euros y llevo pagando como cuatro años, pero las tasas de intereses son las peores porque suben y bajan y matan cualquier economía familiar”, narra el ecuatoriano, quien ayer se dio cita en la Casa de la Ecuatorianidad (ex-Senami) en la capital española para escuchar al canciller Ricardo Patiño, quien expuso los esfuerzos del Gobierno ecuatoriano para defender a los compatriotas afectados por la crisis bancaria en el país ibérico.

El Ministro de Relaciones Exteriores solicitó a los ecuatorianos unirse en asociaciones para que, de una manera más ordenada, se puedan conocer los casos y preparar una demanda colectiva contra los bancos en España que están vinculados a la “burbuja inmobiliaria”. El funcionario, además, informó que ya se está contratando a más abogados locales para que la asistencia legal a los compatriotas sea diaria y no de tres días a la semana, como es hasta el momento.

Pero estas noticias no tranquilizan a Ivonne Elizalde, ecuatoriana que es miembro activa de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. Las palabras de Patiño no le resultan suficientes a esta mujer, que ha tenido que dejar de pagar la hipoteca de su vivienda porque apenas tiene ingresos que superan los 90 euros. “Agradecemos el respaldo del Gobierno Nacional, pero de poco servirá esto si nosotros no actuamos como sociedad movilizadora”.

Elizalde dio a conocer que la Plataforma de Afectados presentará una demanda internacional contra los bancos españoles ante la Corte de Estrasburgo (tribunal internacional europeo).

SE CONFORMARÁ ASOCIACIÓN DE ECUATORIANOS

El Gobierno ecuatoriano ha tomado varias medidas, especialmente de denuncia, ante las injusticias que se cometieron por parte de las entidades bancarias españolas en las cláusulas abusivas de los contratos suscritos.

La más reciente, anunciada por el canciller  Ricardo Patiño, consiste en el respaldo a una demanda colectiva de los ecuatorianos contra los bancos.

Esta es una alternativa para crear una contrapropuesta viable mediante la conformación de una asociación de ciudadanos que permita la anulación de las cláusulas contractuales perjudiciales e injustas. “Eso es lo que estamos preparando”, dijo Patiño. Y agregó que, como Gobierno, no se pueden plantear demandas en España, pero sí es posible auspiciar y respaldar a los ecuatorianos en sus defensas.

Para el efecto, el Gobierno iniciará su trabajo inmediatamente en apoyo a los compatriotas. “Por eso les hemos pedido información y es posible que en los próximos días se constituya una Asociación de Ecuatorianos Afectados por la Crisis Hipotecaria”.

Aclaró que eso no implica desligarse de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, entidad que ha brindado ayuda constante a los afectados, evitado varios desahucios, negociado convenios con la banca y frenado desastres inmobiliarios a muchas familias. “Yo le llamo la contraofensiva ecuatoriana, vamos a reforzar los equipos jurídicos”, anunció, al tiempo que explicó que se modificarán los procedimientos con la finalidad de ahorrar tiempo y trámites.

El 14 de mayo se publicó la Ley de los Deudores Hipotecarios, que permite que las personas puedan beneficiarse de la dación en pago del bien, lo cual no es suficiente para atender las condiciones de los ecuatorianos que perdieron sus viviendas por la crisis. “Se han ido logrando algunos pasos que eran inimaginables. Antes era impensable que tribunales de justicia españoles y la legislación española pudieran contemplar estos temas”, expresó Patiño en una reunión con decenas de compatriotas en Madrid.

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