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Galo Lara, exasambleísta de Sociedad Patriótica

Galo Lara: "Fraguaron pruebas para silenciarme

Galo Lara: "Fraguaron pruebas para silenciarme
Marco Salgado / EL TELÉGRAFO
11 de noviembre de 2018 - 00:00 - Carla Maldonado

Lleva un crucifijo colgado en el cuello. Le regaló la exasambleísta Lourdes Tibán, quien pidió al presidente Lenín Moreno el indulto para Galo Lara.

El exlegislador de Sociedad Patriótica (SP), que salió en libertad el pasado 15 de mayo, conversó con este Diario. Recordó su detención por el asesinato a tres personas en Quinsaloma, Quevedo.

Durante su relato se le llenaron los ojos de lágrimas y dijo que fraguaron y montaron pruebas para llevarlo a prisión. Y así silenciar las 30 denuncias de corrupción que presentó en contra del expresidente Rafael Correa.

¿Qué casos de corrupción denunció usted?

Denuncié 30 casos de corrupción ante la Fiscalía y Contraloría. Se determinó que eso correspondió a $ 2.399 millones. Por ejemplo, denuncié que Rafael Correa. protegió a Pedro Delgado (2012); a Jorge Glas Espinel (agosto 2012); a la titular del MIES por permitir que dinero del Bono de la Pobreza sea depositado en las Bahamas, (enero de 2011). También el caso de los radares chinos, (mayo 2013); el crédito a Gastón Duzac (mayo 2012), o los contratos de Vialmesa para el hijo del hoy prófugo Fernando Alvarado.

¿Cómo lo involucran en el crimen de Quinsaloma?

Según los documentos desclasificados,  el 4 de agosto, Carlos Llano, su esposa e hijo, fueron asesinados en Quinsaloma. Eso se le atribuyó a Carolina Llanos, la madre de mis hijos. En la conclusión de ese informe, dice que ella es la pareja sentimental de Galo Lara. Eso sirvió para vincularme a ese triple asesinato. La Policía, por orden de José Serrano, exministro del Interior, ya tenía preparado el camino para ello. Los documentos indican que la Senain me seguía y tenía tres operaciones en mi contra para silenciarme. Un testigo dijo que le ofrecieron $ 20.000 para inculparme.

¿Por qué culpan a su pareja de ese crimen?

Carolina Llanos, la madre de mis hijos, vivía al frente de los tres asesinados de Quinsaloma. Inventaron que ella tenía relaciones con el fallecido, a quien yo nunca conocí.

Pero usted era legislador y necesitaban levantarle la inmunidad para juzgarle...

No me levantaron la inmunidad. Fue un juicio de 80 horas, durante 5 días, y mis abogados, Juan Vizuete y Pedro Granja, lograron la declaratoria de mi inocencia ante la sala del juez Vicente Robalino. Él reconoció mi inocencia, pero culpó a la madre de mis hijos y la sentenció a 20 años de prisión.

¿Qué hizo la Fiscalía comandada por Galo Chiriboga?

No apeló, por consiguiente, el caso quedó ahí. Pero el Ministerio del Interior redactó un pedido de apelación y lo llevó a la madre de los fallecidos de Quinsaloma. Ella firmó y presentó un recurso de apelación ante la jueza Ximena Vintimilla, quien fue exasistente de la asambleísta Rosana Alvarado. Vintimilla me sentenció a 10 años por cómplice, aunque la primera vez me declararon inocente. En esos días recibí una llamada de un miembro de la Presidencia que me dijo: “la orden es aplicarle la ley de fuga donde le encuentre”.

¿Allí decidió ir a Panamá?

Eso motivó a que busque asilo político en Panamá. Ingresé por la frontera Colombia (Puerto Baldío)-Panamá. Me retuvieron en el aeropuerto. Llamé a mi hermano, quien viajó a Panamá, y contactó a Abdalá Bucaram. Él nos recomendó a un abogado. Mientras tanto el ministro del Interior, el fiscal, el canciller, los jefes de las Fuerzas Armadas, la ministra de Justicia, de esa época llegaron a la Cancillería de Panamá para exigir que me deporten y no me den el asilo político.

¿Cuál fue la reacción del canciller de Panamá Núñez Fábrega?

Me preguntó: ¿quién eres tú? ¿Por qué medio Estado ecuatoriano está afuera, sin anunciarse y pide al presidente Martinelli que los reciba? A un delincuente no le buscan por eso. Ellos dicen que eres un matón, violador, me dijo. ¿Quién eres?, insistió. Él verificó si era verdad que yo era perseguido político. Luego me dijo que confirmó toda la información, que mis denuncias eran ciertas y me otorgó el asilo político.

¿Cuál fue la reacción de la comitiva correísta?

Se enfureció. Mientras yo bajaba de la Cancillería panameña, ellos subían y me veían. También Fernando Alvarado publicaba en el diario El Ciudadano que Galo Lara era trasladado a la prisión La Roca, en Guayaquil. Recuerdo tanto que diario La Hora me pidió una foto y yo envié una en una ventana, con los brazos en alto y la V de victoria. Mientras el Gobierno correísta anunciaba que me traía a Ecuador, ¡yo estaba libre!

¿Cómo vivió en Panamá?

Pasé un año y dos meses exiliado en ese país. Vivía de lo poco que generaban mis empresas en Ecuador porque Correa atacó todos mis bienes comerciales. Usó el SRI, el IESS y tuvimos que cancelar el 90% de mis actividades. Yo me dedicaba al negocio de enderezar chasis. Nos hostigaban, todos los días nos pedían más requerimientos y el impuesto anticipado de lo que no producíamos.

¿Qué dijo el expresidente Rafael Correa frente a eso?

Buscaba por todos los medios llevarme a Ecuador. Viajó a Roma, allí conoció a un abogado que sería nombrado Canciller de Panamá. Al final, hubo una negociación económica-política y me canjearon con el barco “Doria”, que era una operación infiltrada de la DEA. Me capturaron y comenzó el martirio de mi extradición. Me pasaron por cuatro cárceles en Panamá y fui extraditado, el 14 de noviembre de 2014. Pero dos días antes, es decir,  el 12 de ese mes, mi hermano recibió una notificación de Montecarlo-Mónaco. A ese Gobierno hice un pedido de asilo político, que llegaría el 26 de noviembre de ese año.

¿Cómo fue el operativo de regreso a Ecuador?

Llegaron cinco personas y me llevaron a un cuarto aparte. Uno me puso grilletes, otro un chaleco, un casco, otro las esposas. Ese último me dio un mensaje: Rafael Correa te manda a ver, dijo. Como los grilletes estaban apretados, no podía caminar y me arrastraron de los brazos hasta una furgoneta blanca. Yo les pregunté: ¿dónde está ese corrupto que le ha robado a los más pobres de mi patria? Ellos sacaron gas y me amenazaron. Yo les repliqué: si mencionan a Rafael Correa me golpeo la cara con el vidrio. Llegamos al aeropuerto y dos oficiales del GIR, con bolsos negros, me obligaron a ponerme el uniforme naranja de los presos.

¿Qué pasó durante el vuelo? 

Cuando ya llegábamos a la cárcel de Latacunga, el Ministerio de Interior les ordenó ir a Quito. Allí estaban los periodistas pero les dije que yo no salía del avión si no me dejaban hablar con la prensa. Como soy diabético e hipertenso sufrí varias descompensaciones, la última fue camino a la cárcel de Latacunga. Allí ocurrió algo que debe ser la gracia de Dios. Yo me preguntaba por qué me pasaba eso si no ordené la muerte de nadie. Un médico se arrodilló y me dijo: “Ahora lo necesitamos más vivo y fuerte que nunca, Ecuador lo necesita”. A los dos minutos, me levanté y le dije estoy listo para seguir.

Hay un informe de la Defensoría del Pueblo sobre el maltrato que recibió en la cárcel...

El presidente Moreno pidió a la Defensoría hacer un informe sobre mi caso. En la página 17 de ese documento dice que se me retiró la Biblia y escapulario, así como los zapatos para hacerme daño. A mi pareja, que estaba embarazada, la rociaron en el vientre con gasolina y gas pimienta. La dejaron sangrando durante tres días para que aborte. El odio de Rafael Correa llegó hasta la cárcel. Yo salí en libertad el 15 de mayo de 2018. (I)  

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