Entrevista
“A los neoliberales no les interesa que las mujeres tengan sus derechos”
A inicios de este año, Gabriela Montaño fue elegida presidenta de la Cámara de Diputados de Bolivia para el período 2015-2020. Ella estuvo en Quito esta semana para participar en el II Encuentro Latinoamericano de Gobiernos Progresistas (ELAP), que se desarrolló en la Casa de la Cultura. La legisladora del Movimiento Al Socialismo (MAS) sostiene que en los gobiernos de izquierda de América Latina se da más importancia a la participación de mujeres en cargos públicos.
¿Cómo analiza que más mujeres cada vez ocupan más puestos relevantes en los gobiernos progresistas? ¿Es parte del socialismo del siglo XXI?
Sí. No ocurre por arte de magia, pues han sido muchísimas décadas de lucha, de los movimientos y organizaciones de mujeres para consolidar una participación política más efectiva. Sin embargo, tuvieron que llegar gobiernos como el del presidente Rafael Correa o Evo Morales para que se abran más las puertas. Hoy en la Cámara de Bolivia tenemos una mayoría de diputadas, más del 50%.
¿De qué líneas o movimientos hay más mujeres?
De organizaciones sociales, jóvenes, indígenas, profesionales... Se trata de un cambio no solo cuantitativo, sino cualitativo. Se las incluye en el debate político, en la discusión de la política pública, de los códigos y las leyes que cuentan con la mirada de mujeres del barrio, del campo, de la ciudad, profesionales, y eso es muy importante.
¿Qué pasa en América Latina a diferencia de otras naciones?
La paridad ha permitido este salto. Hay países europeos en los cuales se ha colocado cuotas del 30% o 40% (de mujeres) y no han logrado consolidar una participación política tan importante en 10, 15 o 20 años, a diferencia de países como Ecuador y Bolivia. Acá, la condición paritaria para presentarse a elecciones como exigencia de la democracia hace que se origine el salto. Yo estoy segura de que eso no hubiera ocurrido en gobiernos neoliberales.
¿Por qué en los regímenes de derecha no ocurriría esto?
El tema de la inclusión de las mujeres y sus derechos no es secundario. Se trata de un ámbito tan estructural como la nacionalización de los recursos naturales, como la redistribución de la riquezas en los países.
¿Por qué?
Está tan arraigado en los sistemas y en la sociedad como estaba la lógica de la privatización en los años 90. En ese tiempo, desde el punto de vista de que la mujer en términos de su ser, su cuerpo, no tenía la posibilidad de acceder a cargos de decisión en el ámbito público ni ser dirigente de partidos políticos, tampoco tenía derecho a decidir sobre su cuerpo. Son condiciones estructurales del capitalismo y del neoliberalismo como una forma más avanzada de negarle a las mujeres sus derechos porque se choca con intereses.
Es decir, ¿a las potencias y las transnacionales no les importa que las mujeres ocupen cargos?
A los neoliberales no les interesa que las mujeres tengan sus derechos, ni los seres humanos. En nuestro caso es peor aún, porque entre los más marginados de las sociedades en Latinoamérica está la mujer. Es relegada por pobreza y por ser indígena. Sufre una doble, triple y cuádruple relegación.
Pero los gobiernos de derecha sí tienen mujeres en cargos importantes, y lo han dicho...
Sí, como un barniz.
¿No es de fondo?
No, porque los intereses económicos de quienes proponen o planteaban que sean las empresas transnacionales las que se adueñen de nuestro petróleo son los mismos que no le permiten a la mujer decidir sobre su cuerpo. Tampoco la dejan participar en política y preferían a una mujer y a un ser humano en general que se dedique a consumir lo que el mercado le ofrecía. Es como un barniz cosmético. Si hay que hablar de los derechos de las mujeres hablamos, pero cuando toca votar por una ley, una medida o una política me opongo porque va en contra de mis intereses económicos, políticos y sociales.
¿Cómo se refuerza el papel de la mujer en la región en foros como el ELAP? ¿Cuánto aporta este tipo de espacios en el continente?
En esencia, las fuerzas populares son las únicas con condiciones reales de liberar al trabajador, a la mujer, de igualar hasta en términos generacionales. Antes, los jóvenes no eran tomados en cuenta y hoy son una fuerza para nuestros procesos de cambio. Son una fuerza productiva importantísima. (I)