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El Telégrafo
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Los primeros habitantes llegaron desde una parroquia ubicada en la provincia de los ríos

Nueve recintos en La Concordia a 27 km de distancia comparten un nombre: Mocache

Las plantas de café, plátano y maracuyá son las que más se observan cuando se transita por lomas y caminos vecinales de Mocache. Fotos: David Guerrero/El Telégrafo
Las plantas de café, plátano y maracuyá son las que más se observan cuando se transita por lomas y caminos vecinales de Mocache. Fotos: David Guerrero/El Telégrafo
02 de septiembre de 2015 - 00:00 - David Guerrero Zambrano

Mocache. El nombre confunde a los mismos habitantes de La Concordia (Santo Domingo) cuando son consultados por la ubicación de un conjunto de recintos ubicados a 27 km, en la vía que conecta la parroquia Monterrey con la carretera que va hacia otras poblaciones de Manabí.

En Los Ríos existe un Mocache (cantón) y es la primera idea que viene a algunos concordenses. “¡Ah!, usted se refiere a Mocache, por el río Búa... ¿Pero, a cuál de los nueve Mocaches va?”, cuestiona un policía.

Actualmente existen 9 etapas de Mocache -pertenecientes a la jurisdicción de Monterrey- y cada uno de los recintos fue creado conforme fueron llegando los comuneros, aunque, paradójicamente, el primero de los Mocaches es donde hay menos familias.

Según datos de la Junta Parroquial de Monterrey, en el sitio hay aproximadamente 1.500 personas siendo Mocache 3 (467 habitantes) el de mayor densidad poblacional.

En Mocache los vecinos viven en forma muy dispersa. Es decir, difícilmente se puede encontrar un grupo de casas que supere las cinco unidades -una al lado de otra- tanto al pie de la carretera como bosque adentro.

La única vía pavimentada es la que conecta Monterrey y San Jacinto. El resto de caminos se caracteriza por tener lastrado -grava compactada- o solo tierra.

La mayoría de las viviendas es de construcción mixta (cemento y madera) y muy pocas llegan a las dos plantas. La única red de servicio básicos con el 100% de cobertura es la eléctrica.

Pese a las limitaciones de infraestructura, en algunos puntos como Mocache 5 y 9 son visibles nuevas construcciones de madera en desarrollo.

El puente sobre el río Búa es el punto de referencia para los viajeros que quieren ubicar los recintos 1, 3, 4 y 9 de Mocache.

El lugar -según algunos consultados- tiene más de 6 décadas de antigüedad y su nombre no es ninguna coincidencia con el cantón riosense. Reyna Fajardo, de Mocache 3, asegura que las primeras personas que habitaron el sitio llegaron desde el Mocache de Los Ríos, cuando este sitio aún era parroquia.

¿Pero, por qué dejar el lugar natal y colocar su nombre a recintos ubicados a más de 150 km? Fajardo comenta que una de las bondades del Mocache de Monterrey es que la tierra es apta para sembrar una gran variedad de productos.  

De hecho, la agricultura es la única fuente de sustento de las familias mocacheñas. Desde cualquier punto se puede ver sembríos de plátano, abacá, palma, cacao, café, maracuyá y pimienta. “Esta época es buena para la venta de cacao y café”.  

Las tierras fueron adquiridas a los habitantes más antiguos o heredadas de familiares, explica José Pinchao, originario de Santo Domingo, mientras descansa junto a su esposa e hijos en una casa ubicada loma arriba, en uno de los senderos de Mocache 6.

En su caso se mudó al lugar con la certeza de que en el sitio “hay cómo trabajar la tierra y cosechar cada 8 días”.

Una serie de pozos alimentados con el agua del río Búa proveen el líquido tanto a los sembríos como a las personas que los cultivan.

Pinchao afirma que la parroquia Monterrey es el único punto en donde se venden los productos cosechados. “De ahí salen para otros puntos como La Concordia”.

Son pocas las familias, como la Alcívar Delgado, que se animan a comercializar sus productos en sencillos estantes de madera colocados al pie de la carretera a Monterrey.

Familias como la de José Pinchao llegaron al sitio en busca de una oportunidad para trabajar en la siembra y cosecha de distintos productos. En un tramo de aproximadamente 3 km se observan una decena de puestos donde se promocionan racimos de plátano, abacá y palma “que es lo que suelen pedir más”, acota Nolberto Alcívar, quien habita en Mocache 5 desde hace 11 años.   

Aunque la tierra es fructífera, existen dos limitaciones para el comercio agrícola: en ocasiones, pagan poco por los quintales en el mercado de Monterrey. “Por ejemplo, al cacao seco no aceptan comprarlo a más de $ 80 el quintal”.  

El otro obstáculo son las pocas alternativas de traslado para sacar la cosecha de sitios donde las lluvias afectan caminos vecinales.  

Para llegar al sitio en mención, solo hay una opción de transporte urbano: los buses que van desde La Concordia y Monterrey hasta San Jacinto (Manabí) cada media hora.

Gabriel Méndez, de Mocache 2, sale desde las 06:00 para llevar a su hermana hasta Mocache 9 y esperar un bus o vehículo particular que avance hasta La Concordia, donde ella estudia.

El único modo de salir de su recinto es usando una motocicleta y recorrer lomas por casi 45 minutos. “Hay quienes prefieren avanzar a pie y demorar casi dos horas en llegar hasta Mocache 9”.   

Méndez no siente temor mientras transita por los desolados caminos vecinales porque, afirma, las personas son tan cordiales que siempre habrá disponible un “buenos días” para los transeúntes. (I)

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