Publicidad

Ecuador, 06 de Octubre de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Comparte

Un nuevo curso geopolítico y los procesos revolucionarios

Un nuevo curso geopolítico y los procesos revolucionarios
01 de diciembre de 2013 - 00:00

Por Alfredo Serrano Mancilla (1), Iñigo Errejón (2), Auxiliadora Honorato (3), Esteban De Gori (4), Sergio Pascual (5) y Sergio Martín Carrillo (6)

Cada vez es más diáfano el deseo de Estados Unidos (y de la Unión Europea): una América Latina dividida en dos, desgajada en -al menos- dos grandes mitades para que así deje de ser el bloque monolítico que venía conformándose en el nuevo mundo multipolar.

Recientes informes de think tanks conservadores ya constatan la ‘madurez’ de Latinoamérica y su mayor peso global, y abogan por un espacio geopolítico trilateral Unión Europea-Estados Unidos-América Latina, sobre la base de sus comunes raíces ‘occidentales’, en términos estrictamente liberales: derechos individuales y mercados ‘abiertos’. Esta es la pretensión, también, de buena parte de la oligarquía financiera, del poder concentrado mediático, del capital transnacional y de los grandes caciques nacionales: una región dividida en dos mitades que disipe cualquier posibilidad de levantar y consolidar una alternativa global de avance en sentido posneoliberal, en paz, sin guerras, con redistribución, mejoras sociales y profundización democrática.

Es por ello que en los últimos meses se han acelerado los múltiples movimientos de ajedrez en el actual juego de tronos que supone el curso geopolítico en América Latina; la tensión está servida entre procesos reformistas, revolucionarios y contrarrevolucionarios. Han sido muchos los intentos fallidos del poder hegemónico mundial para destronar a las propuestas progresistas: golpes a la democracia en Venezuela (2002), Bolivia (2008) y Ecuador (2010). Sin embargo, otros sí que fueron exitosos: Honduras (2009) y Paraguay (2012). Desde el rechazo al ALCA (2005), Estados Unidos a la cabeza (con la UE a su lado) no descansa hasta lograr, en una primera instancia, una América Latina dividida y partida en dos, con un bloque afín, representado en la Alianza del Pacífico, para luego, poder ‘colonizar’ al resto, logrando así el deseo de antaño: un patio trasero que vaya desde México hasta Ushuaia. Esta Alianza del Pacífico es justamente la punta de lanza para asentar las bases del nuevo mapa geoeconómico codiciado por los intereses de los grandes capitales. Liderada por Colombia, atrayendo a países clave en Centroamérica (Costa Rica está muy cerca de ser nuevo miembro; El Salvador acaba de confirmar que se ‘piensa’ su entrada en dicho bloque), la Alianza del Pacífico sigue construyéndose aceleradamente como bloque político regional de gran fortaleza.

Esta Alianza del Pacífico es la punta de lanza para asentar las bases del nuevo mapa geoeconómico.Es por eso que los próximos años, después de esta década ganada que ha puesto final a las décadas perdidas neoliberales, supondrán un nuevo período de contienda, una suerte de década decisiva-década disputada, que determinará el rumbo de este nuevo polo político y económico. América Latina no solo está en disputa interna, sino también externamente, como bien se explicita según la nueva estrategia marcada en el documento del Consejo Atlántico: The Trilateral Bond: Mapping a New Era for Latin America, The United States, and Europe (El Vínculo Trilateral: Inspeccionando una Nueva Era para América Latina, EE.UU. y Europa). Este informe es contundente en cuanto a la importancia de América Latina a nivel mundial; y por ello se retoma así el deseo de incorporar a este bloque al ‘redil atlántico’, constituyéndose así en una prioridad en la política exterior de los EE.UU. y la UE. América Latina no es ya solo una región en disputa interna, sino un continente con mayor influencia en el sistema interestatal y que verá enfrentarse proyectos geopolíticos diferentes e incluso antagónicos para su nueva ubicación en el espacio global.

Por tanto, todo está en juego, en disputa, en movimiento: la ALBA, la Unasur, el Mercosur, la Alianza del Pacífico, incluso la CAN, también la Organización de los Estados Americanos (OEA), y por supuesto, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).

La desaparición de Chávez, Kichner y Lula del escenario político de una América Latina en la que los modelos políticos presidencialistas maximizan el peso del personalismo, sin duda pesará en detrimento del campo político progresista, construido en torno a la imprescindible retórica y relato de la transformación y la movilización de las masas, muy vinculado por otro lado a la capacidad tractora de estos liderazgos. La derecha continental, por el contrario, instalada en la mediocridad política y el halo tradicional de credibilidad de sus propuestas tecnocráticas, se vería beneficiada por, en ausencia de grandes liderazgos, un retorno de la ‘no política’.

La muerte de Chávez y la ofensiva nacional e internacional contra el chavismo liderado por Maduro; los resultados de la segunda vuelta en las elecciones de Chile que podrían beneficiar a Bachelet, empujada a llevar una agenda más progresista que en su anterior mandato -e incluso a hablar de cambiar la Constitución pospinochetista- por los desplazamientos operados en la sociedad civil por los movimientos sociales; las otras elecciones en países estratégicos de Centroamérica, Costa Rica y El Salvador; la nueva apuesta de Paraguay al Pacífico; la vuelta del moderado Tabaré a Uruguay en sustitución del progresista Mujica -salvo que Constanza Moreira lo impidiera-; las nuevas elecciones en Argentina sin Cristina Fernández de Kirchner después del avance de la nueva apuesta de la derecha posneoliberal con Massa; el cada  vez más sólido no aislamiento de Cuba (incluso presidiendo la Celac); los enigmas del todopoderoso Brasil con una nueva política que deberá atender más adentro que fuera; las elecciones de 2014 en Bolivia que podrían seguir consolidando esta propuesta de cambio; los años de Correa en su último (o no) mandato con el objetivo de seguir con las transformaciones estructurales; México que vuelve a mirar hacia al sur sin dejar de mirar al norte; el modelo peruano tendrá que responder cuán sostenible es si sigue queriendo satisfacer a todos sin cuestionar a las injustas estructuras; la sucesión de Santos en una Colombia que vive la pugna en la propia derecha, así como un particular proceso de paz al mismo tiempo que ha ido consolidando los lazos con la OTAN; las elecciones irregulares en Honduras con un desenlace político y social aún incierto; y, además, el acuerdo comercial entre la Unión Europea y los Estados Unidos de fondo.

1.  Doctor en Ciencias Económicas.
2.  Doctor en Ciencias Políticas.
3 . Licenciada en Derecho.
4.  Doctor en Ciencias Sociales.
5.  Máster en Antropología, candidato a Doctor.
6.  Máster en Ciencias Económicas, candidato a Doctor.

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

El Telégrafo

Pública FM

Social media