Tensiones y tendencias en el voto boliviano
Comparto con ustedes las siguientes dos posibles tendencias al voto en las elecciones nacionales de este 2020.
El voto por la República vs el Estado Plurinacional
Bolivia en la Constitución (2009) contempla ambas figuras, sin embargo la consideración de Estado Plurinacional fue, desde sus inicios (proceso constituyente 2006-2007) una propuesta linchada por las fuerzas políticas tradicionales e instrumentalizada por las acciones del partido MAS. Así, lejos de involucrar una mejor y mayor participación de los sectores relegados de sus derechos políticos, se redujo a una suerte de performática de las élites políticas dirigenciales sectoriales en cargos de representación, que mantuvieron oculta la cara conservadora en los tres mandatos de Morales, tiempo en el que se atropellaron derechos y se lastimaron varios tejidos sociales, a la vez que el hiperpresidencialismo y el culto a la personalidad, dañaron severamente la institucionalidad.
En este grupo se encontraban sin duda las clases medias que actuaron como élites intelectuales, funcionarios públicos, la misma élite dirigencial cocalera-minera que administraba Ministerios a control remoto, y no menos importante, los representantes de la vieja élite empresarial cruceña que pactaba y pacta sin pena, para asegurar sus privilegios.
Paradójica y desafortunadamente, todas estas acciones se anclaron en el imaginario colectivo asociadas al proyecto del “Estado Plurinacional” como sinónimo de “proyecto del MAS”, en consecuencia, la República como forma de gobierno, se representa colectivamente como una “alternativa” por lo que arrastra simpatizantes a partir de sentimientos de nostalgia por el pasado, moviliza afectos nacionalistas, de “unidad”, homogenizadores, que reniegan de la diversidad o de la discriminación positiva, que no admiten la posibilidad de un Estado laico y menos de un Estado separado de la Iglesia (sobre todo de la Iglesia Católica),que le incomoda la diversidad de lenguas incorporadas a la práctica de la función pública y que atribuyen la corrupción a una condición e identidad específica: pobre-analfabeto-indígena-campesina, pero que sobre todo resulta ser un dispositivo cómplice que también invisibiliza a los mandos medios como continuidad de la vieja política administrativa y como los coautores del descalabro institucional del Estado.
El voto religioso conservador
Bolivia se define como un Estado Laico separado de la iglesia (art. 4 Constitución Política del Estado 2009) aún así la religión católica registra una cantidad significativa de creyentes (75%) seguida de la religión evangélica (17%). De igual forma, la edad de la población más representativa de creyentes, (católicos y evangélicos) oscila entre los 18 a 25 años (datos Captura Consulting).
Esta puntualización resulta importante si tomamos en cuenta que los actores clave en la crisis social del 2019 fueron principalmente jóvenes en este rango de edad. Por otro lado, el discurso religioso instalado en los espacios públicos fungió como un dispositivo disciplinar capaz (en el imaginario colectivo) de “rescatar” o “recomponer” las ansias de institucionalidad perdida. Este hecho, no es anecdótico ni menor considerando que en las plazas, barrios y hasta en las oficinas del gobierno, jóvenes, policías, militares, ciudadanos en general, protagonizaron escenas de oraciones colectivas que luego de la renuncia de Morales, se representó con “el retorno de la biblia al palacio de gobierno”.
Ahora bien, las plegarias colectivas en los espacios públicos, se vieron con anterioridad sobre todo el año 2017, periodo en que los lazos y pactos del MAS con el movimiento evangélico empezaron a resquebrajarse producto de la modificación polémica del Código Penal en su art. 88 (Trata y tráfico) (parr.11) que sanciona con 7 a 12 años de cárcel el reclutamiento de personas en organizaciones religiosas o de culto.
Estas modificaciones venían acompañadas de un proyecto que decantaría en la Ley 1161 (2019) que refiere la regulación, registro y norma, de la práctica de organizaciones religiosas, sobre todo en cuanto a sus sistemas de padrón de creyentes y la captación-destino de recursos económicos. Esta ola de tensiones con organizaciones religiosas no excluyó a la Iglesia Católica con quienes la administración del MAS experimentó conflictos durante los tres mandatos con alguna que otra salvedad/pacto.
Finalmente para este 2019 se vio el surgimiento de un candidato a la presidencia, de origen presbiteriano evangélico proveniente del ala fundamentalista, que entre sus propuestas presentó : la urgencia de tratamiento psiquiátrico a personas LGBTI, la prohibición del aborto, la defensa de la familia tradicional. Todo esto, en un país que tuvo avances importantes en el reconocimiento ciudadano de la diversidad sexual, que tiene una Ley que sanciona la discriminación, que tiene tasas escalofriantes de violencia por razones de género, feminicidio, embarazo de niñas y adolescentes y muerte por aborto clandestino, que tiene en la mira las múltiples denuncias a Evo Morales por pedofilia.
Si bien no es probable que este candidato evangélico gane las elecciones, sin duda, la franja de creyentes y adeptos que voten por su propuesta, beneficiarán indirectamente al MAS por la dispersión del voto opositor. (O)