Somalia: aún bajo la espuela de la guerra y la sequía
Los ojos de los pequeños parecen engrandecerse debido a que sus cuerpos lucen famélicos por la falta de alimentos. Apenas pueden moverse y muchos lloran buscando el consuelo de sus madres que tampoco tienen fuerza, lo que sienten es hambre y sed. Otros pequeños, en cambio, no resisten y mueren sin lograr ver de nuevo el alba, aquel alba que según el escritor polaco Ryszard Kapuscinski, en su libro Ébano, es el momento más maravilloso de África.
En Somalia se vive a diario esta escena dramática. Alrededor de 450 mil niños menores de cinco años enfrentan una desnutrición severa, cerca de 30.000 han muerto debido a este mal en los últimos dos meses, y aproximadamente 4 millones de personas necesitan ayuda humanitaria urgente en el país de más de 9 millones de habitantes. Pero la cifra de personas que pasan hambre supera los 12 millones en todo el Cuerno de África (Etiopía, Kenia y Yibuti, además de Somalia).
La lluvia no ha pasado por la región desde hace más de dos años, lo que ha generado que enfrente la peor sequía en seis décadas y Naciones Unidas haya declarado el estado de hambruna en cinco regiones de Somalia, algo que no sucedía desde 1992.
El estado de hambruna se declara cuando al menos el 20% de hogares de una región sufre carencias alimentarias extremas con escasas capacidades de enfrentarlas, así como mal nutrición aguda de un 30% de la población y un promedio de dos muertos cada diez mil habitantes por día, de acuerdo con la definición de las Naciones Unidas, características que tiene Somalia y van en aumento.
Al no tener nada, los habitantes del país africano optan por ir a otros lugares en el interior de la nación o fuera de ella. Según los últimos datos proporcionados por la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA), un estimado de 1,7 millones de personas se han desplazado internamente por la sequía, que representa casi la mitad del número de personas que están en crisis como consecuencia de la falta de lluvias.
Asimismo, más de 160.000 somalíes se han convertido en refugiados en Kenia y Etiopía desde enero de 2011, problema que no se detendrá, más bien se agravará hasta finales de año, según entendidos en el tema consultados por este diario.
La primera alarma la tocó la subsecretaria general de la ONU para Asuntos Humanitarios, Valerie Amos, quien asegura que la crisis en el Cuerno de África empeorará y la situación en Somalia podría alcanzar proporciones todavía más catastróficas, a menos que se produzca un incremento masivo en la respuesta internacional, porque, hasta el momento, el apoyo de los países ha sido insuficiente.
Según las Naciones Unidas, para atajar la crisis solo se han obtenido 1.100 millones de dólares de los 2.500 millones requeridos para aliviar la situación en la región. La Unión Africana logró recaudar apenas, el jueves pasado, 380,5 millones de dólares de los 1.400 que tenía como meta.
Stephanie Bunker, vocera de OCHA, corrobora a este diario que la situación continúa deteriorándose en esa región, a pesar de los enormes esfuerzos humanitarios. Ella insiste en que se necesita más financiamiento y acceso sin trabas a los necesitados tras agregar que otro de los problemas es que las “cosechas han sido muy pobres”.
Desde Kenia, Fran Equiza, director regional de la Oxfam en el Cuerno de África, manifiesta que los gobiernos y los donantes deben actuar con mayor urgencia de cara a un empeoramiento de la crisis y el aumento de las necesidades.
Por el momento -precisa- más de 12 millones de personas en la región necesitan ayuda; sin embargo, el número se espera que aumente en un 25%. Equiza asegura que la situación empeorará en los próximos meses, por lo que hay una necesidad imperiosa de actuar ahora e intensificar los programas para responder a la emergencia.
Con demasiada frecuencia, la atención internacional llega demasiado tarde, enfatiza el director de Oxfam, después de que la crisis empieza y las personas y los animales mueren, en lugar de abordar las causas profundas del problema.
La comunidad internacional -añade- ha hecho grandes progresos durante los últimos 30 años para desarrollar sistemas de alerta de sequía, pero eso no significa nada a menos que haya una acción temprana para evitar un gran desastre. “Oxfam y otros han ido ampliando sus actividades desde el comienzo del año y están pidiendo a los donantes actuar ahora para salvar vidas y asegurar su futuro más allá de esta emergencia”, recalca.
Desde julio, los donantes han comprometido nueva ayuda, pero está costando cubrir las necesidades. “Hay vidas en juego, pero las presiones económicas para reducir los presupuestos de todo el mundo sin duda tienen un impacto sobre la respuesta de la comunidad internacional”, indica el representante de la Oxfam. Esto es una emergencia humanitaria -continúa- que requiere gran rapidez de la ayuda para evitar más muertes debido a enfermedades relacionadas con la sequía.
Pero la crisis humanitaria en Somalia no solo se debe a la sequía. La guerra es, quizás, el principal factor. En una entrevista con El Telégrafo, el director de Médicos sin Fronteras para América del Sur, Luis Paiz Bekker, explica que el conflicto que libra desde hace 20 años el pueblo somalí ha sido terrible y es una de las causas que mantiene al país “en medio de la desgracia”.
Mogadiscio es la capital de Somalia. Basta recorrer sus principales calles para darse cuenta de que es una ciudad en guerra. Sus edificios tienen marcadas las huellas del conflicto: agujeros producto de las balas, o simplemente en ruinas.
El enfrentamiento entre Al Shabab, una milicia radical que pretende instalar un régimen islámico en Somalia, y el régimen actual es la última fase del conflicto que ha mantenido al país sin un gobierno unificado y estable tras la caída del dictador Siad Barré en 1991.
Dos años después, Luiz Paiz viajó a la frontera entre Somalia y Kenia, por lo que confirma que en esa época se vivió lo que ahora hay en el Cuerno de África: un flujo de personas huyendo de la guerra -que recién empezaba- en busca de ayuda en los campos de refugiados; hombres, mujeres y niños que lucían como “cadáveres vivientes” debido a la desnutrición y una sequía que golpeaba a la región. “La historia se repite y el factor común de todo es la desnutrición”, lamenta Luiz Paiz, tras arrojar nuevas cifras escalofriantes: en apenas dos meses, más de 29.000 niños menores de cinco años han muerto por este mal.
El director de Médicos sin Fronteras también afirma que la situación seguirá empeorando. “Se cree que los campos de refugiados antes de que termine este año albergarán a mas de medio millón refugiados”, calcula. Asimismo, destaca que otra causa que empeora la hambruna es el aumento de los precios de los alimentos. Por ejemplo, los de los cereales batieron récord a inicios de año. El valor del trigo subió de 0,14 euros (0,20 dólar) el kilo a 0,26 euros (0,37 dólar).
Frente a ese panorama, la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) expone que los fondos para recuperar la agricultura y la ganadería en el Cuerno de África son aún insuficientes. De los 161 millones de dólares previstos como ayuda, apenas están por recibirse 57,3 millones.
Paiz no maneja las causas reales que ocasionan que no haya suficiente ayuda internacional, pero debido a su experiencia en terreno puede decir que Somalia no está en las prioridades de la agenda de la comunidad extranjera. “Somalia no tiene yacimientos de petróleo, no tiene atractivos económicos y eso, bueno lo digo a nivel personal, genera que no haya una inversión importante en los términos que se requiere”, considera.
Geno Teofilo, coordinador de la Oxfam, cuenta, vía Skype desde Kenia, que su foco de trabajo es Somalia, por lo que viaja a la capital, Mogadiscio, pero ahora hacerlo se ha vuelto más peligroso por los conflictos.
Sin embargo, el voluntario, quien presta ayuda desde enero de este año en África, asegura que la crisis alimentaria no solo se vive en Somalia sino también en el este de Etiopía y el norte de Kenia. “Todos necesitan ayuda”, dice.
Lo peor para Geno es presenciar grupos de familias que llegan a los hospitales con sus niños desnutridos, pero los pequeños se encuentran en una situación tan grave que “pierden la oportunidad de disfrutar su niñez. “Mueren. Es una situación tenaz”.