Santiago busca reducir 30% de emisiones de CO2
Desde finales de los ochenta, la palabra “smog” se ha repetido una y otra vez entre los santiaguinos. Al ser la capital una ciudad encajonada en un valle rodeado por la Cordillera de los Andes, la ventilación es escasa y, además de la actividad vehicular e industrial, ha generado una densa nube de polución, especialmente en invierno. La urbe chilena es una de las más contaminadas del mundo y ningún gobierno ha tomado medidas drásticas para disminuir los nocivos efectos que genera en la salud de las personas.
Tan tóxica es la contaminación en Santiago que sus habitantes ya se acostumbraron al paisaje con una nube grisácea sobre la capital, incluso en los períodos más críticos son pocas las personas que usan mascarilla. El 21 de junio pasado Santiago vivió su primera “emergencia ambiental” en 16 años, un hecho que paralizó al 40% del parque automotriz. Esta medida es la máxima alerta que contempla la legislación chilena, con niveles de polución que sobrepasan el nivel 500 de material particulado 2,5.
Anualmente se toman medidas que no aminoran la contaminación. Para revertir esta negativa tendencia, finalmente el gobierno anunció una serie de iniciativas más drásticas. Todo dentro del marco de la campaña ‘Santiago Respira’, que tendrá una inversión de $ 1.680 millones.
Como parte de este plan “antismog” se anunció la creación de más áreas verdes y ciclovías que en su conjunto suman 300 kilómetros, aunque entre las medidas más importantes figura una mayor fiscalización a las industrias que emiten más partículas contaminantes.
La meta es reducir un 30% las emisiones. Al mismo tiempo, no se podrá usar calefacción a leña en el Gran Santiago, además de barrios en la periferia de la ciudad, como Puente Alto y San Bernardo.
Ya en meses de invierno se aplica la llamada “restricción vehicular” a autos, camiones y motos que no tienen convertidor catalítico (un componente utilizado para reducir los gases contaminantes expulsados por el motor). Ahora este sistema, que rige desde la década del 90, sufrirá una drástica transformación.
Así, los automóviles con convertidor catalítico registrados antes de 2011 no podrán circular por la ciudad al menos un día a la semana en los meses de invierno. Esta selección se realiza según el último número de la placa de cada vehículo.
Además, a los vehículos sin convertidor catalítico se les prohibirá que ingresen al centro de Santiago. Esto significará que al menos un millón de carros serán afectados por la restricción para circular. (I)