Nueva minicumbre en Roma sobre migración de los países del sur de Europa
Los dirigentes de siete países del sur de la Unión europea (UE) se reúnen el miércoles por la tarde en Roma para exhibir su unidad y abordar otra vez el desafío que supone para muchos de ellos las migraciones masivas.
Los jefes de Estado o de gobierno de estos países (Italia, Francia, España, Portugal, Grecia, Chipre y Malta) celebrarán una corta reunión a las 19H00, seguida de una rueda de prensa y una cena de trabajo.
Se trata de la cuarta minicumbre con este formato, iniciado en septiembre de 2016 por el primer ministro griego Alexis Tsipras. Otras dos reuniones se celebraron en 2017, en Lisboa en enero y Madrid en abril.
En el menú de la reunión: ante todo la situación migratoria, aunque también se hablará del futuro de la zona euro, de crecimiento, empleo e inversiones o de la preparación de las elecciones europeas de 2019.
Para Italia, 2017 ha sido un año de cambios: el país pasó de un flujo masivo de migrantes en el primer semestre a un inicio de inmigración controlada, gracias a controvertidos acuerdos en Libia que limitaron las llegadas a 119.000, un 35% menos que en 2016.
En España, en cambio, los argelinos y marroquíes han engrosado las llegadas a las costas del país, que pasaron de 6.000 en 2016 a 23.000 migrantes en 2017.
En Grecia, el acuerdo entre la UE y Turquía limitó la cifra de llegadas a 28.800 personas, seis veces menos que en 2016.
Paralelamente el número de migrantes muertos o desaparecidos en el mar Mediterráneo pasó de cerca de 5.000 en 2016 a 3.116 en 2017, la mayoría frente a las costas de Libia.
Pero este principio de año tiene estadísticas especialmente macabras. Entre 90 y 100 migrantes desaparecieron en el Mediterráneo tras el naufragio de su lancha neumática frente a las costas de Libia, indicó el martes por la noche la marina del país africano
En Italia, las autoridades han dejado de comunicar el número de solicitantes de asilo albergados en sus centros de acogida. La última cifra era de 200.000 en la primavera boreal. Ello genera tensiones con la población local, y la inmigración se ha convertido en argumento privilegiados de los partidos populistas y de extrema derecha antes las elecciones legislativas italianas del 4 de marzo.
En España hay polémica sobre los vetustos centros de retención donde son colocados los migrantes antes de su expulsión. Y como falta sitio, cerca de 500 personas fueron encerradas en una prisión de Andalucía (sur), donde un argelino fue hallado muerto, tras colgarse en su celda el pasado 29 de diciembre.
En ese contexto los países del sur de la UE abogan por una mejor repartición de la carga migratoria en el seno de la Unión.
"Italia ya no puede seguir pagando por todo el mundo, ni financieramente ni políticamente" afirmó el lunes en Bruselas el ministro italiano de Finanzas, Pier Carlo Padoan.
Su colega de Interior, Marco Minniti, artífice de los acuerdos --saludados en Bruselas-- con las autoridades libias para impedir que los migrantes se hagan a la mar, advirtió que la UE debe también participar en el componente humanitario de la política italiana.
Tres días antes de Navidad, Italia fue el primer país en acoger a un grupo de 162 refugiados etíopes, somalíes y yemeníes, llegados en avión directamente de Libia. Según Minniti, 10.000 refugiados llegarán de la misma manera en 2018, a condición de que sean repartidos en el seno de la UE.
El presidente francés Emmanuel Macron, cuyo país registra una notable alza de solicitudes de asilo, prolongará su estadía en Roma y tratará el tema el jueves con las autoridades italianas. (I)