Murió Agustín Edwards, uno de los impulsores del golpe del 73 en Chile
Fue el hombre que convenció a Richard Nixon para que Washington tuviera un rol relevante en el golpe de Estado que derrumbó la Presidencia de Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973. Pero también Agustín Edwards, propietario del diario El Mercurio de Santiago, que falleció el lunes a los 89 años, pasará a la historia como uno de los empresarios periodísticos que “contribuyó” a la polarización del país. Por eso, tras la noticia de su fallecimiento, las redes sociales estallaron con mensajes en su mayoría de júbilo, que revelan que Chile aún no logra superar la “herencia” de la dictadura de Pinochet.
Al mando del imperio empresarial familiar desde 1958, Agustín Edwards Eastman no fue una figura que pasó inadvertida en Chile. Muy por el contrario, fue un empresario ampliamente conocido por la sociedad chilena, especialmente por el rol que tuvo en el golpe del 73. Así, se convirtió en uno de los hombres más influyentes del país, con una capacidad única para influir en el curso político de varios gobiernos, desde la tribuna de El Mercurio, periódico históricamente ligado a la derecha chilena.
Para los detractores de Pinochet, El Mercurio se convirtió desde 1973 en adelante en una suerte de “lápiz” del régimen militar y luego en un férreo opositor a los gobiernos de centroizquierda de la Concertación. De hecho, una de sus últimas controversias tuvo lugar en 2005, cuando el entonces presidente socialista Ricardo Lagos le envió a Edwards una carta privada, que El Mercurio publicó en su espacio “cartas al director”. En la misiva, Lagos le planteaba a Edwards que “ha terminado el suyo siendo un diario al servicio de una tribu, la tribu que desea sembrar el odio a través de los que escriben su página editorial y la tribu de los que quieren atacar no importa por cuáles medios”.
También en Chile aún se tiene memoria de una pancarta desplegada en el frontis de la Universidad Católica, en pleno corazón de Santiago, en 1967 con la leyenda “El Mercurio miente”. Esto, en pleno debate sobre la reforma universitaria de esa época y en respuesta a lo que se consideraba como ataques del periódico contra el movimiento estudiantil. Pero incluso antes de la década del 60 El Mercurio era visto por la sociedad chilena como representante del sector más conservador del país, solo que en esa época se hizo evidente la fractura y la polarización.
Conocidos son los vínculos que Agustín Edwards cultivó con la Casa Blanca, durante la era Nixon. De hecho, los propios documentos desclasificados de la CIA revelan que el dueño de El Mercurio solicitó ayuda no sólo para sacarse de encima a Allende, sino para que su periódico lograra sustentarse y “sobrevivir” en la época de la Unidad Popular (1970-1973). De esta manera, en septiembre de 1971 Estados Unidos aprobó la entrega por parte de la CIA de 700.000 dólares a El Mercurio y en 1972 se dio luz verde al traspaso de otros $ 965.000. Esto aparece en el informe de la Comisión Church, el comité del Senado de Estados Unidos que investigó en 1975 la intervención de Washington en Chile.
A juicio del senador Andrés Zaldívar, de la Democracia Cristiana, Edwards “defendió todos los actos de la dictadura, o escondió las atrocidades que muchas veces cometió la dictadura”. (I)