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En Ecuador rindió versión sobre caso Jarrín

Manuel Noriega, el último dictador de Panamá, falleció

Manuel Noriega, el último dictador de Panamá, falleció
Foto: AFP
30 de mayo de 2017 - 06:00 - Agencia AFP

El exdictador panameño Manuel Antonio Noriega (1983-1989), quien se hallaba recluido en un hospital desde marzo tras operarse de un tumor cerebral, falleció la noche del lunes a los 83 años.

"Muerte de Manuel A. Noriega cierra un capítulo de nuestra historia; sus hijas y sus familiares merecen un sepelio en paz", tuiteó el presidente panameño Juan Carlos Varela.

"El señor Noriega murió esta noche (lunes)", había dicho el secretario de Estado de Comunicación, Manuel Domínguez.

El abogado de Noriega, Ezra Ängel, pidió en tanto "respeto a la intimidad de sus familiares en estos momentos de dolor".

El exhombre fuerte de Panamá había sido operado el pasado 7 de marzo de un tumor benigno en el hospital público Santo Tomás de la capital panameña, pero después de la cirugía tuvo un sangrado cerebral, por lo que volvió a ser intervenido. Tras dos operaciones en ocho horas quedó en estado crítico, del que ya no saldría.

Noriega había salido temporalmente el 28 de enero de la prisión El Renacer, a orillas del Canal de Panamá, donde cumplía condenas por desapariciones y asesinatos, para operarse.

Según dijo entonces su médico personal, Eduardo Reyes, el tumor había "tenido un crecimiento no esperado", lo que aceleró la necesidad de una cirugía para evitar daños al sistema cerebral pese al alto riesgo.

Sus familiares habían solicitado en varias ocasiones que se le concediera arresto domiciliario definitivo por haber sufrido varios derrames cerebrales, complicaciones pulmonares, cáncer de próstata y depresión, pero todas las peticiones fueron rechazadas.

En cuanto se conoció la noticia de su muerte, el presidente de Panamá, Juan Carlos Varela, escribió en su cuenta de Twitter: "Muerte de Manuel A. Noriega cierra un capítulo de nuestra historia; sus hijas y sus familiares merecen un sepelio en paz.

Caso Arturo Jarrín

En agosto de 2016, Manuel Antonio Noriega rindió su versión sobre la permanencia y detención del exintegrante del grupo Alfaro Vive Carajo (AVC), Arturo Jarrín, en Panamá en 1986.

Un fiscal de ese país se encargó en ese momento de esa diligencia, que buscaba esclarecer los hechos. Noriega fue vinculado a la investigación, porque habría ordenado la detención de Arturo Jarrín y su entrega a las autoridades ecuatorianas, en octubre de 1986.

Durante 30 años se mantuvo en la impunidad este caso, hasta que el 28 de abril de 2016, la Fiscalía procesó a 13 personas, entre policías y militares. Con base en elementos de convicción, el 27 de julio el exfiscal general del Estado Galo Chiriboga vinculó a Noriega y a otras 4 personas a la causa.

De acuerdo con las investigaciones, luego de ser aprehendido en Panamá, Jarrín fue trasladado a Ecuador y, en lugar de ponerlo a órdenes de la autoridad judicial, fue llevado a una caballeriza de la Policía en Tambillo, donde habría sido torturado.

Un camaleón con uniforme 

Si algo caracterizó a Noriega fue su facilidad para tratar con distintos servicios secretos de países antagónicos, en plena Guerra Fría.

Llegó a estar a sueldo de la CIA, pero todo iba a cambiar y, de aliado fiel de Estados Unidos, pasó a ser un enemigo vinculado al narcotráfico.

El expresidente estadounidense George H. W. Bush (1989-1992), antiguo director de la CIA, ordenó invadir Panamá el 20 de diciembre de 1989 para capturar a Noriega, en una operación conocida como "Causa Justa", que oficialmente dejó 500 muertos pero que organizaciones no gubernamentales elevan a varios miles.

Derrocado tras esa cruenta invasión militar estadounidense, Noriega, que se había refugiado en la Nunciatura, se entregó el 3 de enero de 1990. Fue condenado en Estados Unidos a 40 años de prisión por narcotráfico y blanqueo de capitales en ese país, aunque cumplió una pena de casi la mitad por buen comportamiento.

En 2010 fue extraditado a Francia por lavado de dinero, y en 2011 extraditado a Panamá, donde recibió tres condenas de 20 años cada una por la desaparición y asesinato en 1985 del opositor Hugo Spadafora; del militar Moisés Giroldi, muerto tras rebelarse contra él en 1989; y por la llamada masacre de Albrook, en la que varios militares murieron después de sublevarse ese último año.

También tenía otros casos pendientes por desapariciones cuando era jefe de la extinta Guardia Nacional y mano derecha del líder nacionalista Omar Torrijos, quien alcanzó el poder tras un golpe militar en 1968.

"Una huella macabra" 

Pero Noriega siempre negó haber participado en crímenes: "Bajo el nombre de Dios, no tuve nada que ver con la muerte de ninguna de estas personas. Siempre hubo una conspiración permanente contra mí, pero estoy aquí de frente, sin cobardía", dijo hace semanas durante una audiencia.

Pese haber acumulado poder y secretos, tanto de copartidarios como de opositores, el militar ya no tenía influencia política y nunca reveló la información que acumuló.

Noriega pidió "perdón" en 2015 a "toda persona que se sienta ofendida, afectada, perjudicada o humillada por mis acciones", manifestó. (I)

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