Los retos de Bachelet y las expectativas de cambio
“Gana el que gana”, dijo Michelle Bachelet durante la jornada electoral del domingo, cuando había incertidumbre sobre el alto nivel de abstención y las críticas planteadas por la derecha respecto de su futura legitimidad ante un caudal de votos supuestamente pequeño. “Estas son las reglas de la democracia”, agregó la futura presidenta de Chile, que finalmente se impuso con un 62% frente a Evelyn Matthei (37%), en unas elecciones en que por primera vez el voto no fue obligatorio. Bachelet, quien asumirá su segundo mandato en marzo, ganó prácticamente con el mismo número de sufragios que han conseguido todos los últimos mandatarios chilenos.
Aunque el nivel de abstención fue alto (58%), Bachelet logró 3,4 millones de votos y la diferencia que le sacó a su rival de derecha fue de nada menos que 1,3 millones de sufragios. En 2009, cuando el voto no era voluntario como ahora, el presidente Sebastián Piñera obtuvo 3,5 millones de votos, es decir, prácticamente la misma votación que tuvo Bachelet el domingo. La propia expresidenta consiguió 3,7 millones en 2006, mientras que Ricardo Lagos fue electo con 3,6 millones en 1999.
Más allá de que ahora votaron casi 5,7 millones de chilenos de un padrón electoral de 13,5 millones, el primer análisis es que para la derecha esta elección ha sido una debacle. Este sector alcanzó a estar apenas cuatro años en el gobierno y Matthei obtuvo 1,4 millones de votos menos que Piñera en 2009. De esta manera, la centroizquierda, reformulada en el pacto Nueva Mayoría, volverá al poder, aunque principalmente gracias al carisma y la empatía que genera Bachelet en un amplio sector de la sociedad chilena, especialmente entre la clase media.
En sus primeros días como presidenta electa, Bachelet ha dicho que ella y nadie más que ella decidirá su futuro gabinete, que será anunciado a mediados de enero. Sí podría adelantarse la designación de un funcionario o incluso el futuro canciller para coordinar el fallo de La Haya sobre el litigio marítimo con Perú, que será anunciado el 27 de enero. Para ese cargo se ha repetido el nombre de José Goñi, exministro de Defensa del primer gobierno bacheletista y exembajador en Estados Unidos, México e Italia.
Para el nuevo gobierno, el desafío inmediato en el plano exterior es La Haya y el posterior manejo de las siempre complicadas relaciones con Perú. De todos modos, en Santiago varios analistas coinciden en que ambos países podrían seguir el ejemplo de cómo Ecuador y Perú resolvieron sus diferencias. Además, no está del todo claro cómo el futuro gobierno manejará su agenda internacional, en cuanto a si apostará por la Alianza del Pacífico (Chile, México, Perú, Colombia), la Unasur o incluso la Alba.
“Dudo que Bachelet sea socialista”, dijo el presidente boliviano, Evo Morales, crítico de la Alianza del Pacífico y que ha ratificado que mantendrá su demanda marítima contra Chile en La Haya. Este tema será el otro gran dolor de cabeza para la futura gobernante. Los analistas, en todo caso, sostienen que Bachelet debería apostar por recomponer los lazos con Argentina (la futura presidenta mantiene una buena sintonía personal con Cristina Kirchner) y también con Brasil, el “gigante sudamericano”.
El cambio
Para Bachelet, qué duda cabe, el plano interno es el más complejo. Tras su elección hay una enorme expectativa de que cumpla con los cambios que prometió: educación gratuita y de calidad, reforma tributaria y cambiar la Constitución heredada de Augusto Pinochet. En el futuro Congreso, la Nueva Mayoría –integrada por el Partido Socialista, la Democracia Cristiana y el Partido Comunista- tendrá mayoría simple, que le permitirán aprobar una reforma tributaria y también la reforma educacional, que se espera tenga un 70% de cobertura en sus primeros cuatro años. Pero no tiene los votos para cambiar la Carta Magna, por lo que necesitará negociar con la derecha o bien convocar a una asamblea constituyente.
En las elecciones del domingo, el movimiento ciudadano que exige esa instancia marcó los votos con AC (asamblea constituyente), para presionar a Bachelet. Se estima que el 10% de los sufragios fue marcado con ‘AC’.
El problema para la futura mandataria, es que ni siquiera en la Nueva Mayoría hay consenso en la forma como debería ser modificada la Constitución. Tampoco hay acuerdo con respecto a que comunistas formen parte del gabinete. Además, Bachelet se deberá enfrentar a los movimientos estudiantiles que miran con desconfianza su reforma educacional.
Sin embargo, la próxima presidenta tiene de su lado a varios exlíderes estudiantiles que fueron elegidos diputados, como la comunista Camila Vallejo, que apoyan su figura. Y a su favor tiene también el respaldo popular que le dieron las urnas y su credibilidad en los estratos más bajos. “Están las condiciones sociales, económicas y políticas para los cambios”, dijo Bachelet en su primer discurso como mandataria electa. Su victoria le permitirá regresar al Palacio de La Moneda desde marzo de 2014 hasta marzo de 2018. Así, se convertirá en la primera presidenta que repetirá su mandato en Chile en los últimos 61 años. En 1952 lo hizo Carlos Ibáñez del Campo.