El presidente Michel Temer recibió financiación ilegal para su campaña electoral
Lava Jato cumple tres años y avanza con la mira en Odebrecht
La operación anticorrupción Lava Jato, la más grande en su tipo de la historia de Brasil, ha cumplido tres años con la mirada apuntada a la vinculación de la clase política con la empresa corruptora Odebrecht y ya menos en la red de corrupción de Petrobras, donde se inició esta trama que ha llegado a 12 países y que parece no tener fecha de vencimiento.
Inspirada en la Operación Manos Limpias, que enfrentó la corrupción en la política italiana en los primeros años de la década del noventa, la Operación Lava Jato llegó a su tercer aniversario con una polémica sobre la delación premiada, es decir, quien entrega a alguien gana beneficios como la reducción de la condena a prisión.
“Una sardina ayuda a pescar a un cardumen”, dijo el fiscal Deltan Dallagnol, coordinador del equipo del ministerio público encargado de la Operación Lava Jato y denunciado por abuso de poder por el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, a quien acusó formalmente.
Pero la polémica radica en lo que se viene sobre el heredero del grupo Odebrecht, Marcelo Odebrecht, condenado a 19 años de prisión pero con la delación podrá, en diciembre, comenzar con un régimen semiabierto. Y luego de seis meses vivirá en libertad con una tobillera electrónica.
Lo mismo ocurrió con Alberto Youssef, dueño de una cueva financiera en Curitiba donde lavaba dinero para políticos. El pasado viernes, cuando se cumplía el tercer aniversario de Lava Jato, este fue liberado. Hoy vive en Vila Nova Conceicao, uno de los barrios más caros de Sao Paulo.
Otro caso es el del recaudador del conservador Partido Progresista y primer delator, Paulo Roberto Costa, exdirector de Gas de Petrobras, quien vive en Río de Janeiro.
Luego de haber devuelto $ 23 millones que había cobrado de coimas en Suiza, hoy ayuda en matemáticas a alumnos de escuelas primarias, esto como parte de su acuerdo para cumplir la pena en su casa. Su objetivo es fundar una empresa de consultoría en energía.
Tres años después y con la ayuda de la Policía federal, una película sobre la Operación Lava Jato se está rodando con dos personajes principales: el juez Sergio Moro y el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva.
Iniciada el 17 de marzo de 2014 para investigar cómo un lavadero de automóviles (Lava Jato) en una estación de servicio Brasilia servía como una empresa de fachada de ‘cuevas’ de cambio ilegal en Curitiba, estado de Paraná, el operativo está en la agenda política hace tres años.
En total hubo 89 condenados y se recuperaron $ 300 millones de los $ 1.500 millones que la Fiscalía calcula que ha movido la estructura corrupta.
“Déjeme decirle una cosa, de la Lava Javo se habla en el desayuno, en el almuerzo, en la cena y hasta después de la novela”, dijo el más famoso de los procesados, el expresidente Lula, al declarar ante un juez en Brasilia en una causa abierta por un exsenador debido a una supuesta obstrucción de la justicia.
Lula denunció ante la ONU al juez Sergio Moro por abuso de autoridad al allanar su vivienda y llevarlo a declarar como testigo por la fuerza sin antes haberlo informado.
Hace un año, cuando Lula intentaba ser jefe de gabinete de Dilma Rousseff para salvar un gobierno que naufragaba, Moro divulgó ilegalmente escuchas que poseía de la mandataria, algo prohibido ya que el no tenía competencia para hacerlo.
Fue reprendido por la Corte Suprema por este hecho que incendió el país y aceleró las jugadas de Michel Temer y la antigua oposición para empujar a Rousseff al juicio político.
Pero sin dudas el personaje central es el juez Sergio Moro, que se ha convertido en una celebridad de los grandes medios de comunicación que desde la pacata Curitiba montó el cuartel general con la fiscalía y la Policía federal que descubrió en las terceras líneas una red de desvío de dinero de Petrobras para financiar la política a cambio de sobreprecios en licitaciones.
Una alianza con los medios
Lula y el Partido de los Trabajadores acusan a Moro de ser un actor político aliado a sus viejos enemigos: la poderosa cadena Globo y el Partido de la Social Democracia Brasileña, el PSDB que se unió a Temer e impuso una agenda neoliberal en la economía.
Los sindicatos denunciaron que más de 40.000 puestos de trabajo se perdieron en el sector naval. Moro se defiende: “Es como que le digan al que descubre un asesinato que es culpable de ese asesinato”.
Uno de los emblemas de la Operación Lava Jato, José Dirceu, exjefe de gabinete de Lula, está condenado a dos penas que suman 30 años de cárcel por haberse beneficiado de empresas constructoras para las cuales hizo lobby en América Latina.
Según abogados defensores, el estilo de Moro ha sobrepasado la tolerancia del código de procedimientos, debido a que tuvo poderes extraordinarios dados por la cámara de apelaciones de Porto Alegre para que con largas detenciones, los procesados acepten hacer delaciones premiadas.
Sobre la base de la lista de 77 ejecutivos de Odebrecht, el fiscal general pidió investigaciones contra 311 políticos, entre ellos seis ministros de Temer, los excandidatos presidenciales Aecio Neves y José Serra, el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) y 10 gobernadores.
Entre los detenidos está el ex mano derecha de Temer que permitió la caída de Rousseff en juicio político, Eduardo Cunha, hombre fuerte del PMDB, cuya acusación premiada, en caso de que la negocie, puede causar más estruendo que la de Odebrecht.
La presidenta Dilma Rousseff vincula su destitución con la Operación Lava Jato, como una jugada del PMDB de Temer y del PSDB para poder controlar los hilos del poder.
Pero Temer está bajo juicio de la justicia electoral y puede perder el cargo porque un delator de Odebrecht dijo que le pidió tres millones de dólares para su partido en 2015. Temer dice que fue un pedido formal y Odebrecht sostiene que lo anotó como dinero ilegal para campañas. (I)