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El Telégrafo
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Empresarios copan los altos cargos en Gobierno argentino

Empleados públicos protestan por los despidos ejecutados en diversas entidades estatales, que iniciaron con la llegada al poder de Mauricio Macri.
Empleados públicos protestan por los despidos ejecutados en diversas entidades estatales, que iniciaron con la llegada al poder de Mauricio Macri.
Foto:AFP
08 de enero de 2016 - 00:00 - Marcelo Izquierdo

Un país jamás podrá ser comparado con una empresa, pero la Argentina modelo neoliberal de 2016 está gobernada por un ejército de hombres de negocios que rodean al presidente Mauricio Macri, convertido ya en el verdadero CEO del nuevo Estado.

La exmandataria Cristina Fernández de Kirchner, tildada de populista por las huestes empresariales y políticas macristas, ya lo había advertido en plena campaña electoral, que culminó el 22 de noviembre con el triunfo del hoy presidente derechista en el balotaje.

“Un país no es una empresa, es una nación conformada por hombres y mujeres, con diversidad, con necesidades. No se puede medir con un criterio economicista o de balance, porque una empresa cierra su balance con pérdida o ganancia. El balance de un país se cierra con cuántos argentinos hay adentro y cuántos afuera. No es lo mismo un país que una empresa, que nadie se confunda”, advirtió Fernández.

El nuevo país que comenzó a tejerse el 10 de diciembre pasado tiene su libreta en rojo con un déficit heredado que, según funcionarios, ronda el 7,5% del PIB. El ajuste comenzó enseguida con una devaluación que rondó el 40%, aumentos de precios que llevarán al 5% la inflación proyectada en enero, retiro de subsidios a la luz y el gas y posiblemente al transporte que encarecerán -y mucho- las tarifas y una amenaza velada de despidos en caso de reclamos gremiales desmedidos en las negociaciones salariales (‘paritarias’)  que comenzarán en marzo. “Cada sindicato sabrá dónde le aprieta el zapato y hasta qué punto puede arriesgar salarios a cambio de empleos”, afirmó el ministro de Hacienda y Finanzas Públicas, Alfonso Prat Gay
La duda ahora es si las cuentas cerrarán con o sin la gente adentro.

Hoy los gerentes coparon el Gobierno argentino. El propio Macri lo es. Antes de dedicarse a la política, e incluso mucho antes de asumir la presidencia del popular club Boca Juniors, el mandatario fue un exitoso empresario heredero de un verdadero holding levantado por su padre, el inmigrante italiano Franco Macri, un simpatizante del kirchnerismo que estuvo enfrentado muchos años con su hijo hasta que se reconciliaron con un abrazo tras su llegada al poder.

Su origen empresarial fue el punto de partida para conformar un gabinete de visión gerencial. Pero no solo los hombres de negocios inundan la mesa chica del Ejecutivo argentino. También abrazan las secretarías de Estado, las subsecretarías y hasta las compañías nacionalizadas por el kirchnerismo, como la emblemática Aerolíneas Argentinas que el propio Macri anunció hace pocos años que privatizaría de llegar al Gobierno (aunque finalmente se desdijo en plena campaña).

La lista de ‘gerentes’ es extensa: detrás del propio Macri aparece la ‘cara’ argentina ante el mundo, la canciller Susana Malcorra, con un pasado gerencial en Telecom Argentina e IBM. La diplomática llegó incluso a ser presidenta de esa empresa telefónica. En plena crisis social de 2001 rebajó el sueldo de los empleados en un 10% y ante el rechazo de los gremios amenazó con despidos. “El próximo paso será tomar medidas que incluyan la salida de gente”, advirtió entonces en un reportaje al diario La Capital. Malcorra ya había enviado 400 telegramas de despido al personal que se negaba a sufrir una rebaja salarial. Luego saltó a la ONU, donde llegó a ser jefa de gabinete de su actual secretario general, Ban Ki-moon.

La economía está en manos de Prat Gay, exejecutivo de JP Morgan y administrador de la fortuna de la fallecida empresaria del cemento Amalia Lacroze de Fortabat.

Según el diario Tiempo Argentino, Prat Gay derivó el dinero de la venta de la cementera Loma Negra, de unos $ 1.000 millones, a cuatro emblemáticos paraísos fiscales. Además, sería el apoderado de una cuenta no declarada de la familia Fortabat en el banco HSBC en Ginebra, Suiza, por más de $ 60 millones. El ministro afirma que la cuenta está en regla.

La lista sigue con nombres rutilantes: el ministro de Energía, Juan José Aranguren, fue durante los últimos 12 años el CEO de la compañía petrolera Shell, y el secretario de Coordinación de Políticas Públicas, Gustavo Lopetegui, era el gerente de la aerolínea LAN Argentina.

Los ejemplos se extienden. En solo un mes asumieron cargos en el Gobierno decenas de ejecutivos de las principales empresas que actúan en el país, como Shell, Techint, General Motors, HSBC, Telecom, Grupo Clarín, LAN, Banco Galicia, Pan American Energy, JP Morgan, Citibank, Telefónica, Coca-Cola, Deutsche Bank, Farmacity y Axion. La enorme mayoría de ellos carece de experiencia mínima en la gestión pública, pero cuenta con una carrera exitosa en la administración de empresas argentinas o multinacionales.

El colmo se dio en la Agencia Federal de Inteligencia (AFI): el nuevo jefe de los espías argentinos es Gustavo Arribas, amigo personal de Macri, empresario y representante de futbolistas, entre ellos el delantero Lisandro López, el exjugador del Olympique de Lyon francés y hoy en Racing.

Macri gerencia el país como su director ejecutivo. Y ya hay quienes lo ven muy parecido al magnate estadounidense y candidato presidencial republicano Donald Trump.  “Es muy similar a Mauricio Macri, en el sentido de que también es un empresario exitoso”, definió Eric Trump a su padre de visita en Uruguay. (I)

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