En los 100 días de Macri los pobres aumentaron en 1.8 millones
El presidente Mauricio Macri concluye hoy su ‘luna de miel’ con el poder. A 100 días de su asunción, los argentinos se ponen de acuerdo en un solo punto: el país austral ha dado un vuelco de 180 grados desde el 10 de diciembre. Para sus seguidores, para bien; para sus detractores, para mal. Y aquellos que estaban esperanzados con un ‘cambio’ comienzan a estar preocupados por su futuro, en especial por su empleo y el poder adquisitivo de sus salarios.
Macri aún presenta altos índices de imagen positiva, superior al 60% en promedio, según distintas encuestadoras, aunque en fuerte descenso en materia de gestión y economía, rubros en los que perdió 10 puntos y hoy se coloca en torno al 50% de aprobación. Es una cifra levemente inferior a los votos conseguidos en el balotaje del 22 de noviembre pasado cuando obtuvo el 51,34%.
Analía del Franco, titular de la encuestadora Analogías, dijo que la imagen positiva presidencial no sufrió cambios y se ubica en 66%. Sin embargo se derrumbó 10 puntos el nivel de aprobación de gestión y de política económica, hoy en 59% y 50%, respectivamente.
Los motivos de esta caída son palpables: ajuste, devaluación del 50% de la moneda, inflación disparada superior al 35% anual, caída del consumo y decenas de miles de despidos en la administración pública y otros miles en el sector privado. En total son 107.000 trabajos perdidos solo en el primer bimestre del año. En concreto, entre 1,2 y 1,8 millones de nuevos pobres, según el cálculo del Centro de Investigación y Formación de la Central de Trabajadores Argentina (CTA, de izquierda).
Argentina es hoy otro país. Las clases medias y altas respaldan medidas económicas como la liberalización del mercado cambiario que favorece el acceso al dólar, la quita de retenciones a las exportaciones de granos y hasta el acuerdo con los ‘fondos buitre’ que ya recibió una aprobación parcial en el Congreso. Pero las clases más postergadas, donde tiene su bastión el kirchnerismo, ven cómo sus salarios ya no alcanzan por fuertes aumentos de precios de los alimentos –que en el caso de la carne, elemento básico de la dieta argentina, supera el 50% en 3 meses- y un ‘tarifazo’ de hasta el 700% en las boletas de luz. Ahora será el turno de las facturas de gas.
Estos sacudones en la vida cotidiana de los argentinos hicieron decrecer notoriamente el optimismo que todo cambio de gobierno trae. Los sondeos marcaban un optimismo cercano al 60% en diciembre pasado y hoy “ha descendido más de 10 puntos”, dice Franco.
Macri tiene a su favor un poderoso aparato mediático. Los medios tradicionales, como el Grupo Clarín, son su sostén esencial. Las medidas impopulares se diluyen en eufemismos: los ‘tarifazos’ son un ‘sinceramiento’ de tarifas, la palabra ‘devaluación’ es omitida y aguada con una fría cotización del dólar; la inflación –ya importante en la anterior administración- pasa a ser un ‘deslizamiento de precios’ y los trabajadores públicos despedidos son todos ‘ñoquis’, como se llama a aquel que recibe un sueldo sin trabajar. Es la ‘grasa militante’ del kirchnerismo, como la llamó el ministro de Hacienda y Finanza, Alfonso Prat Gay.
En contraste, se resalta la ‘calidad institucional’ que se le atribuye al nuevo gobierno en relación al kirchnerismo, al que se le achacan todos los males, en especial una corrupción generalizada. Un exvicepresidente procesado, dos exministros condenados y escándalos que involucran a empresarios ‘amigos’ son ejemplos contundentes de un rubro que la anterior administración dejó en rojo.
A cambio, Macri ha virtualmente derogado la llamada ley de medios, que obligaba al Grupo Clarín a desinvertir. Hoy, las voces kirchneristas desaparecen de la prensa. Por varios motivos: porque se los despide (como el caso del periodista uruguayo Víctor Hugo Morales, de Radio Continental), porque no se los contrata o porque han cerrado numerosos medios kirchneristas nacidos en los últimos años bajo el paraguas de una millonaria pauta publicitaria estatal.
Pero esa ‘calidad institucional’ que a juicio de la prensa tradicional presenta el nuevo gobierno ha chocado con varios decretos de necesidad y urgencia que ha firmado Macri, pasando por encima al Congreso. Entre ellos está el fallido nombramiento de dos jueces de la Corte Suprema de Justicia y la derogación de facto de la ley de medios.
Sin embargo, a su favor, Macri ha logrado sortear un lastre que le vaticinaba más de un dolor de cabeza: la difícil gobernabilidad al ser minoría en el Parlamento. La estrategia es simple: dividir al peronismo, seducir a gobernadores de esa tendencia política con obras y fondos (lo que antes era visto por el mismo macrismo como una extorsión del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner) y negociar con los sectores más moderados del partido Justicialista, que se escindieron del combativo Frente para la Victoria kirchnerista.
Por lo pronto obtuvo un importante triunfo en la Cámara de Diputados con la aprobación del acuerdo con los ‘fondos buitre’. Ahora repetirá la estrategia en el Senado. De tener éxito allí, Argentina se endeudará en $ 12.000 millones y se convertirá en el país en desarrollo en emitir el mayor monto de deuda desde 1996, cuando México pidió $ 16.000 millones a los mercados.
La nueva Argentina, que se parece mucho más a la del neoliberalismo de los años 90 que a la del kirchnerismo de estos últimos 12 años, con sus aciertos y errores, está en marcha. Una amarga ‘luna de miel’ ha terminado. (I)