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Ecuador, 26 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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El Papa presidió el Vía Crucis en la Roma antigua

El papa Benedicto XVI llegó anoche al coliseo de Roma para presidir desde la colina del Palatino, ubicada frente al  anfiteatro, el tradicional Vía Crucis del Viernes Santo.

Benedicto XVI, que llevaba una esclavina roja, saludó a los miles de fieles que seguían el rito portando velas, en un ambiente sugestivo.

El Vía Crucis estaba dedicado en esta ocasión a las familias, las cuales, como todo cristiano, según se señaló en el rito de introducción, “tienen también su Vía Crucis: las enfermedades, muertes, apuros económicos, pobreza, traiciones, comportamientos inmorales de uno y de otro, discordias con los familiares, calamidades naturales, etc.”.

El rito comenzó con una plegaria en la que se resaltó el tormento que padeció Jesús, “al que reconocemos abandonado donde quiera que sea y de cualquier modo, en los dolores personales de los hombres, en los colectivos, en las miserias de tu iglesia y en las noches de la humanidad”.

El Vía Crucis discurría por el interior del coliseo -el famoso anfiteatro Flavio, que recuerda los sufrimientos de los primeros cristianos-, continuaba por delante del Arco de Trajano y concluyó en la colina del Palatino.

El cardenal vicario de Roma, Agostino Vallini, llevó la cruz en la primera estación. Un joven y una joven de la diócesis de Roma lo acompañaban con una antorcha.

Después el símbolo de los cristianos fue portado por dos frailes franciscanos de la Custodia de Tierra Santa y por varias familias procedentes de Italia, Irlanda, África (Burkina Faso) y América Latina (Perú).

Las meditaciones de las 14 estaciones del Vía Crucis fueron encargadas este año por el Pontífice al matrimonio italiano formado por Danilo y Anna María Zanzucchi, de la agrupación Familias Nuevas, cercana al Movimiento de los Focolares.

En las mismas se denunciaban las traiciones de muchos cónyuges, el no respetar los compromisos adquiridos, los divorcios y abortos.

También se subrayó el papel de las madres, “siempre disponibles y presentes, de las que por desgracia a veces nos olvidamos”.

El Vía Crucis del coliseo romano fue instaurado en 1741 por el papa Benedicto XIV. Tras decenas de años de olvido, el acto religioso volvió a celebrarse en 1925.

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