Cristóbal Lagos: “En Chile la educación superior es como un bien de consumo”
Desde junio de este año el presidente chileno, Sebastián Piñera, ha enfrentado una serie de movilizaciones estudiantiles que exigen cambios al modelo educativo. Es que actualmente solo el 25% de la educación superior es financiada por el Estado y el 75% restante por los alumnos.
Cristóbal Lagos es uno de los mentalizadores de la protesta. Estudia Administración de Empresas y es Secretario General de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECh).
En 2006 Lagos participó activamente en el “movimiento de los pingüinos”, formado por alumnos de secundaria que le exigían a la entonces presidenta, Michelle Bachelet, mayor inversión en educación.
Tras varios meses de protesta, los estudiantes buscan una reforma estructural: establecer en la Constitución que la educación sea un derecho social sin fines de lucro.
¿Qué factores desencadenaron la crisis estudiantil en Chile?
Son varios. La crisis del modelo educativo viene desde 1981 cuando se decretó la imposición del arancel de la universidad y dejó de ser gratuita. El Estado pasó a ser un subsidiario de la educación y se abrió un nuevo nicho de mercado que trajo muchos recursos extranjeros para instalar universidades en Chile. La educación se convirtió en un negocio: tienes dinero, pones dos o tres carreras y está lista la universidad.
¿La educación se ha convertido en una mercancía?
Sí. El presidente Sebastián Piñera y su sistema insisten en que la educación superior es un bien de consumo y por ende debe ser individual: “Si entro a estudiar obtendré un título con el que voy a conseguir un buen empleo y eso me da la posibilidad de ganar más dinero”. Y por eso dudo mucho de que lleguemos a un acuerdo con el Gobierno en el corto plazo.
¿Qué pasa con la educación básica y media?
El modelo de Chile viene desde 1981 y con la recuperación de la democracia no hubo grandes cambios, sino que, por el contrario, profundizaron algunos aspectos.
Un ejemplo fue la municipalización de la educación básica y media. Eso ha provocado grandes brechas, porque si vives en el municipio más rico tendrás garantizada una educación de calidad, pero si dependes de un municipio muy pobre, la educación será igual.
Pero todo fue un proceso: Eduardo Frei (1994 – 2000) promovió la municipalización; Ricardo Lagos (2000 – 2006) propuso los créditos a través de los bancos; y Michelle Bachelet (2006 – 2010) afrontó una protesta muy grande de los estudiantes secundarios que se denominó “de los pingüinos”. En ese entonces pedíamos que se derogue la Ley Orgánica de Finanzas, que firmó el Gobierno de Pinochet un día antes de entregar el mando. Bachelet lo hizo, pero la reemplazó por otra igual de mala.
Ahora, en los colegios públicos que antes eran gratis, las municipalidades cobran unos 30 dólares mensuales, que es poco, pero el criterio es: “Si las familias pueden aportar, por qué no hacerlo”. Eso hicieron los gobiernos de centro izquierda.
¿En promedio, cuánto le cuesta a un chileno acceder a la educación superior?
Los aranceles en Chile oscilan entre los 4.000 y 8.000 dólares por año, y estamos hablando de que una carrera promedio dura cinco años.
Pero una de las reformas que incorporaron los gobiernos democráticos fue otorgar facilidades de crédito para todos los jóvenes que quisieran estudiar. El Estado intercede con los bancos para que nos concedan créditos, con el 6% de interés, que puedes pagar hasta en 20 años, pero no importa si no tienes trabajo, igual tendrás que pagar.
Bajo esas condiciones, ¿los recién graduados alcanzan a pagar sus préstamos?
En promedio el 40% de la gente. Pero si hablamos de los tres primeros quintiles (gente con menos recursos), el 70% no concluye su carrera. Y no importa si no te graduaste, te quedaste con una deuda y tienes que pagarla. Es un problema que se va acumulando.
Chile es considerado un modelo de gestión. ¿Por qué esa crisis estructural surge en este momento?
Parte de la crisis se mostró con Bachelet y nos cuestionaron asegurando que el conflicto era porque se trataba de la primera presidenta mujer; ahora dicen que nos oponemos porque Piñera es de derecha. La lucha del movimiento estudiantil es porque estamos en contra de ese sistema injusto, que segrega...
¿El Gobierno de Piñera ha profundizado ese modelo que ustedes rechazan?
Sí, porque comete muchos errores. Su ex ministro, dueño de una universidad, anunció que el 2011 sería el año de la educación superior; entonces, el tema lo pusieron ellos, no nosotros. Su propósito era que este “mercado” funcione mejor.
La propuesta era que haya mayor información para que el cliente-estudiante elija correctamente su producto-carrera. Entonces fortalecieron las páginas web para decirle a la gente: si usted estudia en determinada universidad, en el futuro llegará a ganar tanto. Así se promocionan las carreras en Chile.
La reforma del Gobierno fue quitarle la plata a las universidades estatales, reduciéndoles entre un 10% y 15% sus presupuestos, para que compitan en igualdad de condiciones con las privadas. El criterio fue que las instituciones públicas estaban utilizando mal ese dinero, porque pagan mucho a los empleados, entre otros aspectos.
¿Aún se viven los rezagos de la dictadura?
Sí. El modelo educativo está amarrado a la reforma universitaria que planteó Pinochet y actualmente está garantizado en la Constitución, porque convierte al Estado en un subsidiario de los créditos, que finalmente favorecen a los bancos.
¿Es un problema de presupuesto, estructura o de concepción de la educación?
No es un problema de presupuesto. En el país hay mucha plata, porque hay un fondo para eso, el tema es que se gasta mal.
Al respecto hay una disputa porque el Gobierno dice que gasta el 1% del PIB en educación superior, pero nosotros decimos que gasta apenas el 0,3%. Es que el 0,7% restante se destina a la compra del crédito universitario a los bancos privados.
Es común que la gente más pobre no alcance a pagar sus créditos, entonces el Estado asume la deuda, les paga a los bancos con el interés y todo lo que implique.
¿Cómo se conceden los créditos educativos?
El Estado entrega una especie de “voucher” a los jóvenes que quieran entrar a la universidad. Si es de mala calidad o depende de un sólo sector da lo mismo, pero para la gente esa es la libertad. Hay quienes nos cuestionan diciendo que no quieren que un comité del partido comunista elija dónde van a estudiar sus hijos, cuando lo que pedimos es educación pública. “No queremos ser como la URSS (Unión Soviética)”, nos critica la derecha.
¿El estilo de gobernar de Piñera dificulta los acuerdos?
Es un modelo mucho más violento, porque la gente que está con él viene de dos alas: de la empresa privada y de la dictadura. Mucha de esa gente fue ministro o director de alguna dependencia durante la dictadura, entonces tienen otra forma de relacionarse con la gente y de resolver conflictos.
Hay quienes abiertamente dirían que no quieren dialogar. El alcalde de Providencia, Cristian Labbé, fue edecán de Pinochet y torturador de la DINA; hace una semana cerró los colegios porque dijo que no permitiría que los estudiantes se tomen las instalaciones y echó gas lacrimógeno adentro para desmovilizarlos, producto de lo cual murieron dos compañeros.
En 2006 “los pingüinos” nos movilizamos por la educación básica y media, pero si a esto se le agrega lo que pasa en la educación superior, que es más palpable porque es cara, el problema es más grave.
Hay estudiantes que hoy en día están sintiendo lo que es pagar un crédito con el Estado, al 6% de interés. Antes firmabas el crédito como si fuera un trámite más para ingresar a la universidad, pero no calcularon cuánto tendrían que pagar cuando se gradúen. Yo mismo no sé cuánto voy a pagar.
¿Cuántos chilenos acceden a la educación superior?
Actualmente unos 6 millones. La cobertura es del 45%, al igual que el promedio de Latinoamérica. El éxito del modelo de la Concertación Nacional (con el retorno de la democracia) fue garantizar que 7 de cada 10 jóvenes en edad de estudiar ingresen a la universidad, y es verdad, pero con aranceles gigantes.
En abril de este año el Gobierno cambió las reglas. Antes para recibir una beca necesitabas un promedio de 4, ahora se requiere un mínimo de 6, por lo que muchos estudiantes perdieron sus becas. Sin advertencias, simplemente les dijeron que las reglas cambiaron y que no se les iba a renovar su beca.
Ante eso, nos propusimos luchar por la educación pública. Queremos terminar con el negocio de los bancos en las universidades y que estas cumplan la ley y no lucren a costilla de los estudiantes. Eso esta comprobado, el ex ministro de Piñera, propietario de una universidad, admitió que él recuperó su inversión, aunque era ilegal. Lo importante es que la gente empezó a apoyarnos, la idea era convencerlos de que nuestra demanda es justa.
¿Cuál es la propuesta del movimiento estudiantil?
En términos globales, queremos que la educación deje de ser vista como un bien de consumo y que pase a ser un derecho social, asegurada y garantizada por el Estado.
¿Y cómo llevamos eso a la práctica? Creemos que inyectando más recursos a la universidad pública, mejorando el servicio, garantizando la transparencia en el manejo y haciendo que aumente su cobertura, porque hoy en día la universidad privada cubre el 75% de la demanda y la pública apenas el 25%. Eso, a pesar de que el establecimiento privado no esté regulado, sea de mala calidad, cobre en exceso y que sus maestros no hagan investigación.
¿Por qué es importante fortalecer la universidad pública?
Por que creemos que la universidad pública garantiza un nivel de pluralismo, mayores libertades e independencia. Garantiza que haya estudiantes de todos los sectores y, como dice una frase, “en donde todas las verdades se toquen”.
Para que un estudiante elija una carrera universitaria debe ser evaluado. ¿Eso influye en los costos?
Sí, porque en Chile opera una mentalidad que es transversal a todo: tenemos distintos colegios en la educación media y básicamente los colegios más caros son mejores y los públicos (algunos son gratuitos) son muy malos.
Entonces al momento de rendir el examen su puntaje será muy bajo y de acuerdo a eso le asignan la universidad, y generalmente en carreras poco rentables, porque así es como se evalúan las carreras en Chile.
Por ese motivo, las universidades privadas identifican que hay carreras saturadas y crean otras por las que cobran más caro, aunque sus profesores no investiguen o no tengan oficinas, porque resulta más barato para ellos.
¿Será fácil llegar a una conciliación con el Gobierno?
Creo que no.
Entonces, ¿hasta dónde irá el movimiento estudiantil?
La ciudadanía chilena está tomando conciencia y, según un sondeo de opinión, el 90% apoya nuestra propuesta, por eso queremos que el tema vaya a plebiscito: la educación es un bien de mercado o un derecho primordial garantizado por el Estado.
Estamos seguros de que así usen todos los medios de comunicación que poseen para hacer propaganda, la gente está concientizada y va a votar por nuestra propuesta. Pero a corto plazo, queremos ciertos cambios que nos permitan mejorar las condiciones.
La Constitución ecuatoriana de 2008 garantiza la gratuidad de la educación hasta el tercer nivel y hay quienes califican el modelo como paternalista. ¿Es así?
Una de nuestras peleas es justamente cambiar nuestra Constitución. Lo que ha hecho el Ecuador, guardando las diferencias que hay entre los países, al conseguir que la educación sea un derecho constitucional, es un tema de avanzada en comparación a lo que ocurre en Chile. El modelo ecuatoriano representa muchos de los logros que nuestro movimiento estudiantil quiere alcanzar, pero lamentablemente es algo que viene desde hace 30 años amarrado y con un parlamento que tiende al empate será casi imposible avanzar en ese aspecto, a menos que haya mucha voluntad política.
Después de Pinochet la gente le apostó a la Concertación Nacional (frente de movimientos de izquierda en Chile), pero con cuatro gobiernos que no eran tan distintos, la ciudadanía optó por el voto de castigo y apoyaron a Piñera, aunque hoy estén arrepentidos.
El tema es que las razones por las que se fundó la Concertación ya no existen: Pinochet está muerto. Es necesario que el movimiento sea refundado, porque ahora las necesidades de Chile son otras. Los derechos humanos ya no son lo principal y la democracia es importante, pero la gente quiere otros derechos: salud, educación, la desprivatización de los recursos básicos, etc.
¿Cuántos estudiantes están detrás de este movimiento?
Somos más de 400 mil jóvenes los que estamos a favor de esta lucha y contamos con el respaldo de otros miles de estudiantes secundarios. Pero la ciudadanía chilena también se ha concientizado.
¿Cómo surge la organización estudiantil?
El movimiento estudiantil empezó a manifestarse en la calles desde los años 90, pero no surgió totalmente porque ahí se conformó la Concertación Nacional, organización que acogió a los movimientos y organizaciones sociales que se opusieron a toda la represión que sufrimos en Chile. La concertación propuso que las demás organizaciones no generaran ruido y los dejaran gobernar.