Los secretarios están comprometidos con el programa de gobierno
Con su gabinete, Bachelet se distancia de los partidos
El viernes 24 de enero, apenas tres días antes del fallo de La Haya sobre el diferendo marítimo entre Chile y Perú, Michelle Bachelet anunció su gabinete. Quedaba entonces más de un mes y medio para que la nueva Presidenta regresara a La Moneda, pero el litigio internacional la obligó a informar a la ciudadanía sobre sus colaboradores. A diferencia de su gestión anterior (2006-2010), esta vez la líder de la Nueva Mayoría apostó por hombres y mujeres de su más absoluta confianza y, además, marcó autonomía frente a los partidos políticos.
Con este equipo, Bachelet volvió a la Presidencia este martes. Su gabinete está conformado por 23 ministros: 14 hombres y nueve mujeres. Esta vez, la paridad de género no ha sido motivo de debate, como sucedió hace ocho años. De su gabinete, Bachelet ha dicho que son personas con “experiencia, capacidad técnica y compromiso con el programa”. Según ella, tienen gran “experiencia de gobierno, parlamentaria y de terreno”.
A diferencia de su anterior administración, cuyo primer equipo ministerial tuvo un alto grado de influencia por parte de los líderes de los partidos políticos, esta vez Bachelet llevó a La Moneda una parte significativa de su grupo cercano al gabinete. Si bien la mayoría de estos miembros no está completamente ligada al mundo de la izquierda, sino que más bien mantiene un perfil de centro-izquierda, sí está absolutamente comprometida a cumplir el programa, que contiene tres ejes clave: reforma tributaria, reforma al sistema educacional y cambio de Constitución.
“El gabinete responde a la forma como quiere gobernar la Presidenta. Hay muchos ministros que no son los históricos del establishment político de la antigua Concertación”, señala a EL TELÉGRAFO la analista política Lucía Dammert. “Muchos han estado 20 años en cargos de segunda línea, pero trabajando militantemente. El gabinete refleja lo que piensa la Presidenta”, agregó esta experta.
En cuanto a la posibilidad de que el gabinete sea el factor que lleve a Bachelet a darle un giro más a la izquierda a su gestión, Dammert afirma que “el equipo refleja la importancia de la nueva coalición, lo que implica que el MAS o la izquierda cristiana tengan ministerios. Es una apuesta que va de la mano con lo que se ha propuesto”. Además, en un hecho inédito desde la Unidad Popular de Salvador Allende (1970-1973), el gabinete incluye a una militante comunista. Se trata de Claudia Pascual, quien estará a cargo del Servicio Nacional de la Mujer.
“Más que un giro a la izquierda, la composición del gabinete revela un giro a su propia gente, los más incondicionales, y un portazo a los partidos. Está claro que en los nombramientos se privilegió la lealtad a ella, la confianza de sus círculos más estrechos de colaboradores”, plantea a EL TELÉGRAFO el analista y columnista chileno Héctor Soto. “Pero la falta de interlocución con los partidos le salió cara y hubo cuatro viceministros que cayeron incluso antes de haber asumido. Me da la impresión de que Bachelet siente que su primera administración fue capturada por figuras que nunca la interpretaron enteramente, como Andrés Velasco (liberal) en Hacienda”, agrega.
La figura más importante del gabinete es Rodrigo Peñailillo, que asumió como ministro del Interior y de Seguridad Pública. De apenas 40 años, su nombramiento generó gran sorpresa. Peñailillo fue jefe de gabinete en el primer gobierno de Bachelet y el martes se transformó en el ministro más joven que asumió esta cartera. Peñailillo nació en el sur de Chile, es ingeniero comercial y fue gobernador de la provincia de Arauco entre 2002 y 2005.
Canciller
En el gabinete también destaca el canciller Heraldo Muñoz, exembajador de Chile ante Naciones Unidas y especialista en relaciones internacionales. Antes de ser designado en su cargo, Muñoz trabajaba como subsecretario general del PNUD.
En el gobierno de Ricardo Lagos (2000-2006) fue viceministro de Relaciones Exteriores. Está casado con una estadounidense y en el régimen de Pinochet fue uno de sus más importantes opositores.
Otras designaciones clave fueron la de Álvaro Elizalde, un socialista que ocupó la vocería de la campaña de Bachelet y que asumió la Secretaría General de Gobierno (vocero); Javiera Blanco, una independiente prodemócrata cristiana en la cartera de Trabajo; y Alberto Arenas, también militante del Partido Socialista, que quedó al mando del estratégico Ministerio de Hacienda.
En la última semana, Arenas ha confirmado que se enviará al Congreso la reforma tributaria que deberá financiar la reforma a la educación. Además, ha criticado al saliente gobierno de Sebastián Piñera al sostener que la administración de Bachelet “recibe como herencia una economía desacelerada”. En ese sentido ha puesto énfasis en que en el último trimestre finalizado en enero, la economía acumula un crecimiento en torno al 2,3%. Otro de los nombramientos que descolocó a la Democracia Cristiana, que forma parte de la alianza oficialista Nueva Mayoría, fue la designación de la senadora Ximena Rincón en la Secretaría General de la Presidencia.
Pero más crucial será Nicolás Eyzaguirre, el nuevo ministro de Educación. Fue ministro de Hacienda en la era Lagos y es criticado por no haber apostado por reformas profundas cuando ocupó ese cargo. El titular de Educación es una de las figuras más conocidas de la política chilena. Tiene un estilo jovial pese a sus 61 años, fue director del Departamento para el Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional y antes de ser designado ocupaba la presidencia del directorio del Canal 13 de la televisión chilena.