Han pasado 40 años desde el golpe militar que derrocó a Salvador Allende, liderado por Augusto Pinochet, pero parte importante de la sociedad chilena aún está polarizada y se debate entre la izquierda y la derecha.

De hecho, la discusión que el pasado septiembre generó la conmemoración de las cuatro décadas del quiebre de la democracia chilena incendió la campaña presidencial y produjo cambios en el mapa electoral.

Con este telón de fondo, pero también con temas como la gratuidad de la educación y una probable asamblea constituyente -como ocurrió en Ecuador- al tope de la agenda, los chilenos irán el domingo a las urnas para elegir al sucesor de Sebastián Piñera (centro-derecha).

Según las encuestas, la expresidenta Michelle Bachelet (centro-izquierda) volverá a La Moneda. La gran incógnita es si lo hará en primera o segunda vuelta. De acuerdo con una encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP) -la más creíble en Chile- Bachelet posee el 47% de intención de voto, seguida por la candidata del oficialismo Evelyn Matthei, con apenas el 14%.

La derecha acude a esta elección con todo el viento en contra... con desacuerdos internos en el bloque.En tercer lugar se ubica Franco Parisi (10%), ingeniero comercial que se hace llamar el “economista del pueblo” y que se ha transformado en un fenómeno electoral. Más atrás, Marco Enríquez-Ominami (7%), exdiputado socialista e hijo de Miguel Enríquez, el líder del MIR fallecido en 1974.

Por primera vez, nueve candidatos disputan la Presidencia de Chile, con promesas electorales que, la mayoría, apuestan por cambios sustantivos al sistema educacional, de salud y pensiones. Con la excepción de las candidatas del establishment (Bachelet y Matthei), el resto de los abanderados ha alzado la bandera del descontento y las injusticias sociales como temas de campaña.

Lo que se le critica a la Concertación -ahora llamada Nueva Mayoría- es que en 20 años (1990-2010) no realizó los cambios necesarios posdictadura, mientras que la gestión de Piñera tampoco supuso un cambio de gobierno “de excelencia” que prometió en 2010.

Aunque las cifras económicas están por encima del promedio regional -en los primeros seis meses la economía chilena aumentó el 4,3% y el desempleo se situó en 5,7%- la aprobación de Piñera no supera el 30%. En contraste, Bachelet (2006-2010) tiene el 61% de imagen positiva.

La evaluación ciudadana a la gestión de Piñera le ha pasado la cuenta a Matthei, quien se transformó en candidata después de un verdadero terremoto político en la derecha chilena, que se ha dividido tras las conmemoraciones de los 40 años del golpe. En ese sentido, Parisi le ha “robado” un porcentaje importante de votantes a Matthei.

Las elecciones en Chile también han estado marcadas por las masivas movilizaciones de los estudiantes secundarios y universitarios que exigen educación gratuita y de calidad. Bachelet ha prometido cambios en el sistema educacional, pero su programa genera desconfianza en los movimientos estudiantiles.

La incógnita respecto de si Bachelet puede ganar en primera vuelta este domingo no es la única. Existen dudas sobre quién será el tercero, si Parisi o Enríquez-Ominami, que en su momento militó en la Concertación. Incluso, hay incertidumbre sobre si Matthei será capaz de pasar a la segunda vuelta y si ese lugar no le será arrebatado por Parisi, cuya campaña es de corte populista.

‘Más Estado’

A diferencia de elecciones anteriores, esta vez el voto es voluntario, por lo que no se puede predecir lo que  ocurrirá ni el caudal de votos que tendrá cada candidato. Esto hace que sea  difícil de aventurarse en cómo quedará configurado el nuevo Congreso, ya que el domingo también se realizarán las elecciones parlamentarias. Otra diferencia con los comicios anteriores es que, esta vez, el Partido Comunista forma parte de la alianza Nueva Mayoría.

Al hablar del éxito de Bachelet y el escaso respaldo a Matthei (la derecha chilena suele superar el 40% en elecciones como estas) el columnista político del diario La Tercera, Héctor Soto, explica a EL TELÉGRAFO: “La derecha acude a esta elección con todo el viento en contra: con una candidata de emergencia, con serios desacuerdos internos en el bloque, sin mucho proyecto (la propia campaña de Matthei no ha podido instalar dos o tres ejes programáticos claros, como sí lo ha hecho Bachelet) y con un país que quiere más Estado, más igualdad y que está subestimando los logros que ha tenido como nación en las últimas tres décadas”.

En cuanto al éxito de candidaturas como la de Franco Parisi, el cientista político Patricio Navia sostiene: “Parisi se parece a otros líderes populistas de América Latina. Pero Chile, a diferencia de otros países, no está en crisis, por lo que Parisi no sería un candidato antisistema. Es un candidato que parece decirle a la gente que Chile va bien, pero que la clase política y los grandes empresarios son una muralla que prohíbe a los chilenos el ingreso a la tierra prometida. Parisi tiene un mazo que va a romper con esa muralla para que los chilenos puedan entrar a la tierra prometida”.