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Chile, cuatro décadas sin olvido

Chile, cuatro décadas sin olvido
11 de septiembre de 2013 - 00:00

Hoy se cumplen 40 años del golpe de Estado que derrocó al gobierno constitucional de Salvador Allende.

La revolución cubana marcó la segunda mitad del siglo XX de Latinoamérica, lo que preocupó al imperio norteamericano que observaba el avance de gobiernos populares en la región. Esto constituyó el surgimiento de movimientos sociales que empezaron a tener protagonismo en la escena política de los países del cono sur, lo que significó para EE.UU. un problema que debía ser solucionado de inmediato.

La Escuela de las Américas fue el laboratorio donde se fraguó el siniestro Plan Cóndor que desarticuló en el seno de las naciones sudamericanas a estos movimientos que estaban adquiriendo poder político. En este sentido, el golpe de Estado, encabezado por Augusto Pinochet, logró en una década aniquilar la presencia de los movimientos sociales, primero a través del aparato represivo de las Fuerzas Armadas que configuraron la maquinaria genocida de represión, tortura y desaparición sistemática.

Luego de barrer con la "subversión" se instala el modelo económico neoliberal en el contexto de crisis del  Estado de Bienestar social. La dictadura pinochetista generó las condiciones para construir con éxito la arquitectura neoliberal que tuvo a Chile como paradigma en el continente.

A pesar de este panorama oscuro y desalentador, la década del 80 vio resurgir lentamente a las organizaciones sociales que enfrentaban nuevamente a la dictadura y a las políticas neoliberales que marchaban a pasos agigantados, tanto en Chile como en el resto de nuestra América. Pinochet enfrentaba la agitación social y las protestas populares que posicionaban su lucha en contra del proceso militar.

Ergo, tras la vuelta de la democracia de la mano de la Concertación, los movimientos sociales no alcanzaron a cristalizar sus objetivos y tuvieron que someter sus planteos a la lógica de los partidos opositores a la derecha pinochetista que tenían como prioridad restaurar la democracia
y afianzar la gobernabilidad en el país.

El legado del pinochetismo trascendió a la propia dictadura militar y persiste en el corazón de la sociedad chilena, teniendo como factor fundamental el neoliberalismo que continúa hasta ahora. Esto ha impedido por más de una década que los sectores populares y la clase obrera chilena canalizaran sus demandas.

Este proceso histórico continúa a pesar de las contradicciones y que se fortalece con el gobierno de Piñera y su alianza con el capital privado multinacional. Esto ha llevado desde el retorno de la democracia a percibir una ciudadanía fragmentada y despolitizada producto de la destrucción estructural del entramado social.

Salir a las calles a repudiar los crímenes de la dictadura al pueblo chileno sigue generando controversia en el núcleo duro de una sociedad fracturada por el neoliberalismo y que tiene como respuesta la represión a los que exigen memoria, verdad y justicia.

Es un camino largo que toda la sociedad chilena deberá recorrer para tomar conciencia de lo que significó el terror y la muerte por parte del Estado que tuvo como umbral el 11 de septiembre de 1973.

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