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Benedicto XVI no se arrepiente de dejar papado

Benedicto XVI no se arrepiente de dejar papado
12 de febrero de 2014 - 00:00

Cuando la mañana del 11 de febrero del 2013 el alemán Joseph Ratzinger leyó en latín su renuncia tras ocho años de pontificado, se abrió una nueva página para la Iglesia católica. El sorprendente anuncio ponía fin a un papado marcado por abrumadoras denuncias de corrupción, pedofilia e intrigas internas, e inclusive la filtración de documentos reservados robados de su propio escritorio, un misterioso escándalo de corrupción bautizado como ‘Vatileaks’, que hoy sigue rondando el Vaticano.

El ahora papa emérito renunció el 28 de febrero y el entonces arzobispo argentino Jorge Bergoglio fue elegido como su sucesor el 13 de marzo, siendo el primer pontífice no europeo en 1.300 años. El nuevo Pontífice eligió el nombre de Francisco.

A un año de su sorpresiva renuncia, Benedicto XVI no se arrepiente de su decisión y cree que la historia reivindicará su turbulento y muchas veces criticado papado. Además, no tiene resentimiento contra sus detractores, según reveló en una entrevista con la agencia Reuters el arzobispo Georg Ganswein, el hombre más cercano al papa emérito y al mismo tiempo prefecto de la Casa Pontificia del papa Francisco.

“El papa Benedicto XVI está en paz consigo mismo y creo que está incluso en paz con el Señor”, afirmó Ganswein, que está en contacto a diario con ambos papas.

Antes de dejar el cargo, Benedicto XVI, que ahora reside en un exmonasterio en los jardines del Vaticano, dijo que viviría el resto de sus días ‘oculto del mundo’, en oración y aislamiento. Desde entonces se le ha fotografiado apenas 4 veces. “De hecho, está alejado del mundo, pero está presente en la Iglesia. Ahora su misión es, tal como dijo una vez, ayudar a la Iglesia y a su sucesor, el papa Francisco, mediante la oración. Es su primera y más importante tarea”, mencionó Ganswein.

Cuando Benedicto XVI decidió permanecer en el Vaticano, se especuló que la decisión podría tener un efecto desestabilizador en la Iglesia, pero esos temores no se concretaron. “Desde el inicio hubo un buen contacto entre ellos y ese buen comienzo se ha desarrollado y madurado. Se escriben, se llaman por teléfono, conversan y se hacen invitaciones”, dijo Ganswein.

El papa Francisco publicó ayer un mensaje en su perfil de la red social Twitter, en el que califica a su antecesor Benedicto XVI como un hombre valiente y humilde.

Se dice que ahora Ratzinger pasa sus días tocando a Mozart, Beethoven y Bach en el piano, leyendo publicaciones, mirando las noticias por la noche, actuando de anfitrión para visitas ocasionales y estudiando teología.

Benedicto XVI justificó su abandono del papado por ‘falta de fuerzas’, lo que muchos tradujeron como cansancio ante las presiones físicas y psicológicas a las que había estado sometido.

Sus 8 años de papado estuvieron marcados por los contratiempos y los pasos en falso, a menudo atribuidos a una burocracia disfuncional en el Vaticano, y a las intrigas como las de una corte de los tiempos del Renacimiento.

El escándalo de los Vatileaks, en que el mayordomo de Benedicto XVI, Paolo Gabriele, fue detenido por filtrar documentos privados del papa a los medios, desveló una supuesta corrupción dentro de la Santa Sede, algo que el Vaticano niega. Este caso y el supuesto blanqueo de dinero del Banco Vaticano, fueron las principales sombras de un pontificado en el que también se atrevió a reconocer los ‘pecados’ de la Iglesia por los casos de pederastia y puso en marcha una operación de ‘limpieza’ que condujo a la dimisión de decenas de obispos.

Bertone no siente culpa
El exsecretario de Estado, el cardenal Tarcisio Bertone, en una entrevista publicada ayer en el periódico italiano Il Giornale, dice haber tratado de convencer a Ratzinger para que postergara su decisión, pero que solo logró que se retrasara algunas semanas.

“El Papa había madurado la decisión desde hace tiempo –indica Bertone-, me habló a mediados de 2012. Sentía el peso de la edad; sobre todo para gobernar la ‘barca de Pedro’ y afrontar los desafíos de la Iglesia en nuestro tiempo era necesario, como dijo, el vigor tanto del cuerpo como del ánimo. Este es el motivo fundamental de su decisión”, comentó.
“Habría querido anunciarlo antes de Navidad –continuó el cardenal–, pero yo, que era el único que lo sabía, le decía: “debe publicar el volumen sobre la infancia de Jesús, no hagamos que cojee este don que hace a la Iglesia”. Estaba trabajando en la encíclica sobre la fe y el Año de la Fe acababa de iniciar; yo trataba de insistir en que postergara... Pero él, después de más reflexiones y oración, tomó la decisión del anuncio en la fiesta de la Virgen de Lourdes”.

El cardenal no lo dice, pero se sabe que tanto él como otros colaboradores convencieron al Papa para que no anunciara la renuncia haciendo que comenzara inmediatamente la sede vacante, como Ratzinger habría querido, sino que permaneciera en el trono de Pedro otras dos semanas. Fue en ese período, entre el anuncio y la efectiva renuncia, que llegaron otros nombramientos, como el del presidente del Instituto para las Obras de Religión (IOR), Ernst von Freyberg.

Bertone rechaza, en cambio, cualquier atribución de responsabilidad en el caso de los ‘Vatileaks’: “No entiendo qué tendría que enmendar en relación con la fuga de documentos reservados que estaban en la mesa del Papa”, afirma.

“Lamento no haber logrado frenar el escándalo. Con el papa Benedicto XVI compartimos este sufrimiento y debo decir que me sentí apoyado por su confianza. Era un ejemplo de paciencia y de rectitud de juicio. Conociendo bien mi compromiso y mi fidelidad, siempre me defendió. Incluso el papa Francisco, en el primer encuentro en la Capilla Sixtina, después de la elección, me dijo: “Le agradezco por su fidelidad y su lealtad”, afirmó el exsecretario de Estado a Il Giornale.

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