Desde 1926 la cuenta pública de los presidentes de Chile tiene lugar cada 21 de mayo, en coincidencia con la celebración de las Glorias Navales, día festivo en el país.

Como la sede del Legislativo chileno y el monumento a Arturo Prat, el mayor héroe naval del país, se encuentra en Valparaíso, los jefes de Estado se pronuncian desde esa ciudad.

Sin embargo, hace unas semanas la presidenta Michelle Bachelet introdujo un cambio histórico: a partir de ahora, el discurso más importante del año tendrá lugar cada 1 de junio, tal como ocurría en el siglo XIX y comienzo del siglo XX.

Así, la alocución que el jueves pronunció Bachelet no solo tuvo este importante cambio, ya que además el 1 de junio no se considera como un día feriado, sino que se transformó en la última cuenta pública de su gestión. Su período de cuatro años (sin reelección) culminará en marzo de 2018.

Ante 900 invitados, un amplio despliegue de seguridad y masivas manifestaciones de los movimientos sociales en las afueras del Congreso, la mandataria socialista defendió las reformas estructurales que ha intentado implementar su Gobierno, las cuales han quedado a medio camino, como el caso de la promesa de gratuidad universal universitaria.

En su discurso, de dos horas, reconoció que ha sido difícil implementar las reformas y que estas “no han sido perfectas”. De todos modos, admitió que “aún queda mucho por hacer”.

Así, Bachelet hizo una defensa de su legado, al referirse a sus logros: la gratuidad en la educación superior (aunque parcial), el fin del sistema binominal (método proporcional de elecciones heredado de la dictadura), el acuerdo de Unión Civil (que garantiza los mismos derechos a parejas homosexuales), el voto chileno en el extranjero y la creación del Ministerio de la Mujer.

Además, anunció que actualmente 257.000 jóvenes estudian de manera gratuita en las universidad y nuevos centros de estudios técnicos y se comprometió para 2018 a que el 60% de los jóvenes más pobres puedan estudiar de manera gratuita en la educación superior. (I)