No solo la reforma educacional, las críticas al sistema privado de jubilaciones y el fútbol por la Copa América dominaron las conversaciones de los chilenos en los últimos meses.

En la primera línea de la agenda nacional figuró también un tema que genera más indignación que el rechazo a las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) o los avances concretos para la gratuidad universitaria real: los casos de niños fallecidos en las instituciones administradas por el Servicio Nacional de Menores (Sename).

Entre 2005 y 2016 murieron, por diversas causas, 185 niños en distintos centros administrados por el Sename, organismo del Estado de Chile encargado de proteger los derechos de los menores y adolescentes en el sistema judicial.

El Sename tiene en el país diversos centros administrados directamente y también instituciones privadas financiadas por el Estado.Pero ocurre que incluso la cifra de menores fallecidos sería mayor. El diputado René Saffirio denunció que el número en realidad es 477 y no 185 como informó en su momento la ministra de Justicia, Javiera Blanco, quien esta semana fue interpelada en una sesión especial de la Cámara de Diputados.

Blanco, según una encuesta de Adimark, es la peor evaluada del gabinete de Michelle Bachelet. El rechazo ciudadano a la ministra fue un 79% por la crisis en el Sename.

Este organismo envió en días recientes un comunicado para aclarar que la cifra que dio la ministra Blanco “corresponde solo al sistema residencial de protección, niños, niñas y adolescentes en hogares administrados por el Sename o por un organismo colaborador”. Aunque es de conocimiento público que en la mayoría de los centros del Sename hay un descuido generalizado, sumado a la falta de recursos e importantes niveles de niños que han cometido delitos, los cuestionamientos estallaron después de que Lisette, de 11 años, falleció en abril pasado en uno de los centros a causa del mal suministro de unos fármacos. Y nadie le dio los primeros auxilios, por una precariedad total. Luego se revelaron casos de suicidios.

Una vez que se conoció el caso de Lisette, que apenas es la punta del iceberg de una crisis más profunda, la entonces directora del Sename, Mariela Labraña, quien dio a conocer la noticia, pero atribuyó el fallecimiento de la menor a una “crisis emocional”. Pero esta explicación le costó el puesto.

“La institución (Sename) no tiene protocolos ni normas de primer nivel. Ese es uno de los grandes problemas; no hay sistema de acreditación, no hay normativas con altos estándares para todos igual”, reconoce Estela Ortiz, secretaria ejecutiva del Consejo Nacional de la Infancia de Chile.

Se estima que más de 8.000 menores se encuentran en los centros del Sename, de los cuales el 14% tiene más de 18 años. Y alrededor del 60% está con tratamiento farmacológico y más de 3.000 sin la debida atención médica.

A tal nivel llega la situación del Sename, que esta semana, mientras la ministra Blanco era interpelada, la diputada comunista, Camila Vallejo, exlíder estudiantil, se conmovió al hablar sobre la situación. (I)