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Patrones de consumo: ¿social y responsable?

Patrones de consumo: ¿social y responsable?
02 de junio de 2014 - 00:00

Por Carolina Báez*

Llegamos al fin de mes y mientras paseamos por los corredores de algún supermercado tomando una diversidad de productos en nuestras manos, surgen algunas preguntas: ¿cómo se producen?, ¿cuántas personas participaron en su elaboración?, ¿qué insumos se usaron en su fabricación?, ¿cómo llegaron hasta ahí?. Todo aquello que cotidianamente compramos para satisfacer nuestras necesidades puede ser parte de una nueva visión y actitud personal: el cambio en los patrones de consumo.

El tipo de compras que cada individuo realiza, la mayoría de veces, ha sido heredado de generación en generación y por lo tanto, es un reflejo de modelos construidos socialmente. Partiendo de este criterio, cabe interrogarse: ¿cuál es el nivel de conciencia que hay detrás de nuestras necesidades?, ¿elegimos realmente?.

Para responder estas inquietudes, empecemos planteando algunas de las posibles prioridades. Tenemos un nivel de consumo que nos permite cubrir lo básico para mantener la salud y la calidad de vida; lo que nos permite crecer y desarrollarnos adecuadamente; además, mejorar la convivencia con las personas y el ambiente que nos rodea, como una responsabilidad con las futuras generaciones.

Desde otro enfoque, se pueden distinguir valores y aspectos considerados importantes en dimensiones como la moda, el estatus social, la competitividad individual, que en muchos de los casos pueden ser discordantes o incompatibles con lo antes mencionado.

En un mundo tan diverso y de rápido crecimiento, donde la libertad es uno de los derechos fundamentales y la tendencia es globalizante, es crucial generar conciencia y conocimiento de lo que estamos apoyando con nuestros hábitos de compra de manera directa o indirecta.

Para tomar en cuenta

Las prácticas equivocadas en el consumo de alimentos tienen como consecuencia una nutrición desbalanceada. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la prevalencia de alimentación inadecuada a escala mundial es del 19,1% y este valor en América Latina es de 15,2% (2010-2012). Estos patrones llegan a determinar condiciones críticas en el cuerpo humano, cuya severidad varía dependiendo de la edad.

En el Ecuador, por ejemplo, se estima que un considerable porcentaje de niños de 0 a 5 años podría sufrir de obesidad y desnutrición. Un factor clave para que esto suceda, es el nivel de consumo y composición de kilocalorías en la dieta, que debe estar acorde con la edad y la talla. Un exceso de azúcares, carbohidratos y grasas desencadenan trastornos alimenticios y problemas en el desarrollo nutricional de la persona.

Por otro lado están los modos de producción y comercialización. En el caso de los alimentos, los supermercados son espacios cada vez más utilizados. Estas cadenas facilitan el acceso a una amplia variedad de mercancías y marcas. No obstante, los grandes ganadores no son precisamente quienes trabajan la tierra para producir estos alimentos, sino los intermediarios y dueños de los negocios, mientras que los bajos precios percibidos por los productores precarizan su labor y condiciones de vida.

Otro factor que se debe considerar es la calidad, que regularmente es confundida con el aspecto y tamaño del producto sin meditar que muchos lucen ‘apetitosos’, pero en realidad contienen un alto nivel de fertilizantes y pesticidas como en el caso de las frutas y verduras (gráfico), y de hormonas de crecimiento en la carne animal.

 

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Por ejemplo, los fertilizantes químicos son usados en 98,3% de las plantaciones de arroz; 68,9% de arveja; 71,2% de maíz; 98,8% de tomate riñón; 91,1% de papa y 81,93% en banano, según la Encuesta de Superficie y Producción Agropecuaria Continua de 2012 del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).

También existen alternativas alimenticias sanas y justas. En Quito, por ejemplo, podemos encontrar mercados orgánicos donde los productores se agrupan una vez por semana, para vender directamente al consumidor. Esto sucede en el sector de La Floresta, en mercados del norte como el Calderón y en las huertas orgánicas en el sur de la ciudad. Es importante destacar que su producción, con frecuencia, no es solo orgánica sino agroecológica, lo que implica que usan fertilizantes o pesticidas orgánicos y combinan cultivos según la composición natural de la tierra, lo que asegura un mayor rendimiento. A escala nacional existen aproximadamente 154 experiencias de ferias vinculadas con asociaciones, que representan alrededor de 15 mil fincas; una de estas es la Resac en Cayambe con cerca de 600 productores.

Por otro lado, si analizamos el tema de vestimenta, en el Ecuador existen tiendas de cadenas comerciales transnacionales que marcan la moda nacional y cuyos precios son medios. Es el caso de la marca Zara, que a finales del año pasado cobró relevancia porque en una de sus fábricas, en Bangladesh tuvo lugar un lamentable accidente en el que fallecieron 1.129 trabajadores. Este es un ejemplo extremo de incidentes en el mundo de empresas que ubican sus fábricas en países con débiles regulaciones laborales, lo que les permite abaratar sus costos e insertarse más exitosamente en el comercio internacional.
Los ejemplos abundan, sin embargo, los citados son suficientes para señalar que “somos lo que consumimos”.

Por un consumo responsable

En un mundo tan diverso y de rápido crecimiento es crucial generar conciencia y conocimiento de lo que estamos apoyando con nuestros hábitos de compra de manera directa o indirecta.

Como miembros de esta sociedad, tenemos la responsabilidad de contribuir al fomento de la industria nacional para dinamizar el mercado interno, mejorar su rendimiento, calidad y la diversificación de toda la cadena de valor; pero sobre todo, reconocer a sus actores e impulsar su participación efectiva en diversos espacios.

El Plan Nacional para el Buen Vivir 2013-2017, establece en su objetivo 8 la consolidación del sistema económico social y solidario y en el objetivo 10, la transformación de la matriz productiva. Para ello, el sistema económico y productivo y los valores que promueve, debe contemplar un cambio en los patrones de consumo, que garanticen la soberanía alimentaria, así como la inclusión de los sistemas alternativos de producción y organización, como es el caso de la economía popular y solidaria.

Existen algunas iniciativas, públicas y privadas que apoyan esta lógica. Una de ellas, es de la Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo (Senplades), donde buscan contribuir con grupos humanos para cristalizar los cambios necesarios en los patrones de consumo. Además, intenta crear conciencia entre sus funcionarios, motivando la coherencia y la responsabilidad social, dando prioridad a proveedores asociativos, en este caso a mujeres, e impulsando un cambio en el sentido de la compra pública tradicional y local.

En esta lógica se sitúa la provisión del servicio de alimentación —al que los funcionarios acceden de manera voluntaria— que ofrece La Tulpa, una organización que proviene de la Red de Economía Popular y Solidaria de Calderón. También está el acceso —una vez por mes— de los funcionarios a la ‘canasta del Buen Vivir’. La canasta está compuesta de alimentos agroecológicos traídos por productores de la Organización Ferias Ciudadanas, de las provincias de Pastaza, Tungurahua, Cotopaxi y Chimborazo.
La implementación de iniciativas que nos permitan reconocernos como ecuatorianos y visibilizar el valor del consumo coherente y responsable está en manos de cada individuo. Es necesario demostrar en la cotidianidad de nuestro trabajo y actividades, que a través de pequeñas decisiones fomentamos las bases de los cambios de paradigmas que permiten generar múltiples beneficios a diversos miembros de nuestra misma sociedad.

De esta manera, contribuimos con acciones concretas para construir la sociedad del Buen Vivir. Buscamos aportar con la transformación de la matriz productiva, lo que permitirá al Ecuador superar el modelo concentrador y excluyente y cambiarlo por un modelo generador de oportunidades, incluyente y que fortalezca las capacidades de los ecuatorianos.

*Gerencia del Proyecto Emblemático Generación de Insumos para la Actualización de la Planificación Nacional en el Marco del Buen Vivir. (Senplades)

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