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Ordenamiento territorial para la erradicación de la pobreza

Ordenamiento territorial para la erradicación de la pobreza
26 de mayo de 2014 - 00:00

Por Santiago Vásquez, Subsecretario de Planificación Nacional 

El ordenamiento territorial es una propuesta del Gobierno que busca cambiar las relaciones de poder mediante el reordenamiento del territorio que ha sido afectado por los poderes fácticos generando inequidad y pobreza. El desorden territorial provocado por las fuerzas del mercado ha desplazado a la mayoría de los ecuatorianos a las zonas más sensibles, de alto riesgo y de menor productividad para beneficiar al gran capital monopólico.

El reordenamiento territorial permite garantizar, para el presente y el futuro, espacios de producción, de convivencia y de conservación que dignifiquen la vida de los ecuatorianos y fortalezcan la unidad nacional.
En este sentido, la transformación productiva debe potenciar a gran nivel el establecimiento de sistemas sociales y solidarios que permitan a estos grupos alcanzar escalas, volúmenes, calidad y condiciones de producción y comercialización para generar riqueza para sus comunidades, y superar inequidades históricas de degradación ambiental, acceso a servicios y empleo.

A continuación se describen varias iniciativas exitosas de grupos sociales que han elevado el nivel de vida de sus miembros en el marco de la planificación y el ordenamiento territorial de sus actividades de vida, de producción y de relacionamiento con la naturaleza.

 

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El rol determinante de la acción colectiva en las cadenas productivas

El reordenamiento territorial permite garantizar, para el presente y el futuro, espacios de producción, de convivencia y de conservación que dignifiquen la vida de los ecuatorianos y fortalezcan la unidad nacional.

La Unión de Organizaciones Campesinas Cacaoteras del Ecuador (Unocace) nació en 1999, agrupa a 18 organizaciones y representa a 1.730 productores que poseen 9.600 hectáreas de cacao. El 75% de sus sembríos cuenta con certificaciones orgánicas y está distribuido en 4 provincias del país (Los Ríos, Guayas, El Oro y Bolívar). Entre sus factores de éxito se destacan la comercialización asociativa y la estabilidad en el precio del producto. Además, mediante la identificación de zonas territoriales de reconversión, la organización mantiene un programa de renovación de huertas de cacao fino de aroma que inició en 2007. La Unocace tenía un rendimiento de 0,24 toneladas métricas por hectárea (tm/ha), menor al promedio nacional de 0,56 tm/ha. En este momento su productividad alcanza 1,36 tm/ha, por lo que en 2015 aspira a exportar unas 5 mil tm por año.

Es importante recalcar que los directivos de la organización —productores campesinos—, y el equipo técnico de la dirigencia poseen formación académica de tercer y cuarto nivel que les permite manejar su sistema productivo con autonomía y solvencia. Actualmente mantienen una relación directa con el mercado internacional, lo que ha generado una repartición más equitativa del beneficio del precio entre sus socios. Entre 2002 y 2012 esta organización ha entregado un ingreso promedio adicional por quintal de $ 17 a sus socios, lo que representa un precio superior en un 23% al promedio nacional. Además, en 2012 generó por concepto de ventas unos $ 3,2 millones.

Organización comunitaria defiende desarrollo y ordenamiento territorial

 

“Cada día tenemos un nuevo reto. Todos los que conformamos la comunidad sabemos lo que queremos y estamos comprometidos a seguir trabajando por el desarrollo de nuestro territorio. Es la única forma de vivir mejor y lograr el bienestar de nuestras familias”, Fabiola Castro.

En la comunidad de Caspigasí (Pichincha), en las cercanías de la línea equinoccial, se conformó la Corporación para el Desarrollo de la Zona Equinoccial (Codezeq). Miguel Chipantasig, uno de sus directivos, comentó que en 1970 el extinto Instituto Ecuatoriano de Reforma Agraria y Colonización (IERAC) “dispuso que mientras más se explote la frontera agrícola se tendrían mayores posibilidades de ser dueños de la tierra. Esto produjo serias afectaciones al entorno como la deforestación y la explotación de la cal que se realizó sin ningún tipo de organización, ni control.” Por su parte, Fabiola Castro, presidenta de la Asociación Rosa Vivar indicó que “en la zona la minería es una de las principales causas del cambio en el paisaje y el deterioro ambiental. Esto, conjuntamente con carencias de servicios básicos, pero sobre todo la falta de empleo, nos impulsó a los habitantes de la localidad a conformar la corporación y de la asociación”.

El éxito de esta estructura dentro de la comunidad les permitió solventar parte de la  problemática agraria, minera y ambiental que afectaba su calidad de vida. “Para enfrentar esta situación hacia el futuro, surge la necesidad de levantar nuestro Plan de Ordenamiento Territorial con el fin de zonificar la tierra y decidir dónde debería ubicarse la población, dónde se realizarían las labores de pastoreo, las plantaciones de hierbas medicinales (...) Nosotros teníamos que pensar qué sería de nuestra comunidad luego de la minería, y por eso planteamos un proyecto turístico comunitario aquí en la Mitad del Mundo. Después de un complejo proceso de negociaciones al interior de la comunidad, en torno a la necesidad de una zonificación, delimitación y uso de suelos se concluyó exitosamente con el Plan de Desarrollo y Ordenamiento Territorial”, relató la dirigente.
Este proceso de construcción social ha llevado a la comunidad hacia un proceso de organización territorial y desarrollo desde la visión local y participativa. “Cada día tenemos un nuevo reto. Todos los que conformamos la comunidad sabemos lo que queremos y estamos comprometidos a seguir trabajando por el desarrollo de nuestro territorio. Es la única forma de vivir mejor y lograr el bienestar de nuestras familias”, agregó Castro.

Comercialización directa y beneficio para el productor

La Unión Regional de Organizaciones Campesinas del Litoral (Urocal) surgió en 1973 durante el proceso de reforma agraria y lucha por la tierra. Su accionar ha estado vinculado, en general, a la gestión de programas de desarrollo rural, reconstrucción de viviendas destruidas por causa del fenómeno de El Niño y, a partir de 1990, a la producción y comercialización de banano y cacao. Está integrada por 240 productores de banano y cacao, en una extensión total de 2 mil hectáreas, con un promedio de 6 a 8 hectáreas por productor. De ellos, el 80% son productores agroforestales, es decir, que en una misma unidad productiva agrupan diversos tipos de cultivos como cacao, banano, frutales y especies forestales.

Antes de la existencia de Kallari, el intermediario pagaba a los productores unos $ 28 por quintal y lo vendía en Guayaquil a $ 75 por quintal. Ahora, comercializando a través de la asociación, el productor recibe un precio estable durante el año de $ 130 por quintal si el cacao es tradicional, y $ 145 si el cacao es orgánico.

 

Este sistema, además de mejorar la productividad de la tierra, es ecológicamente sustentable ya que permite mantener la estructura y fertilidad del suelo, reduce la diseminación, el daño por plagas y enfermedades.
Actualmente, a través de mecanismos de comercialización directa, la Urocal coloca su producción en países como Alemania, Francia y Canadá a precios más altos que los que percibiría en el mercado local. Esta modalidad de producción y comercialización asociativa ha tenido repercusión significativa en el bienestar de los miembros de la organización.

Así, al formar parte del sistema de “comercio justo”, la Urocal recibe un dólar adicional por cada caja de banano. Estos ingresos adicionales son empleados en iniciativas como entrega de becas a los hijos de los socios, dotación de insumos en los dispensarios médicos, líneas de crédito para riego y acceso a certificaciones de manejo agroecológico de las fincas.

El mejor chocolate en barra con 75% de concentración de cacao Kallari nació en 1997 como una asociación de productores dedicada al procesamiento de cacao fino de aroma y a la producción de chocolates y otros derivados. Actualmente agrupa a 21 organizaciones y sustenta la actividad de 850 familias en el Oriente ecuatoriano. Su trabajo ha permitido pasar del cultivo de cacao a la elaboración de chocolate, de derivados y al procesamiento de los productos que cultivan como elementos claves para salir de la pobreza.

El esfuerzo por producir con calidad es clave en sus diversos procesos y ha sido una de las fortalezas de la asociación desde sus inicios. Esto les ha permitido destacarse en mercados nacionales e internacionales, consiguiendo en el año 2013, en Francia, el premio al mejor chocolate en barra a nivel mundial.

Antes de la existencia de Kallari, el intermediario pagaba a los productores unos $ 28 por quintal y lo vendía en Guayaquil a $ 75 por quintal. Ahora, comercializando a través de la asociación, el productor recibe un precio estable durante el año de $ 130 por quintal si el cacao es tradicional, y $ 145 si el cacao es orgánico.
Kallari ha implementado un modelo para involucrar a los jóvenes miembros de las familias en sus actividades, permitiendo que ellos sostengan la operación de la asociación. Además, este mecanismo ha posibilitado frenar la migración rural juvenil y mantener la pertinencia cultural de sus sistemas productivos.

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