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Ecuador, 23 de Diciembre de 2024
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COYUNTURA

La mujer ecuatoriana mejora sus condiciones laborales

Foto: El Telégrafo
Foto: El Telégrafo

Por Ana María Larrea, Secretaria Técnica para la Erradicación de la Pobreza

En los últimos años, el Ecuador ha avanzado en el mejoramiento de las condiciones laborales de los trabajadores: el salario básico unificado se duplicó, aumentó el número de mujeres y hombres en el mercado de trabajo, creció la cobertura de la seguridad social, el desempleo se ubicó entre los más bajos de América Latina, el ingreso familiar ya cubre la canasta básica y ninguna empresa puede repartir utilidades sin antes pagar el salario digno (monto que le permite a una familia cubrir el costo de la canasta básica).

A partir de 2007, cuando inició el proceso de la Revolución Ciudadana, el ser humano se convirtió en el centro de la política pública. Se dio un giro a las relaciones de poder para dar primacía al trabajo sobre el capital y a la sociedad sobre el mercado, en un escenario donde antes el Estado era usado para satisfacer los intereses de unos pocos, en detrimento de las grandes mayorías de trabajadores.

Una de estas transformaciones es el mejoramiento de la situación laboral de las mujeres en el país. Históricamente, su inclusión en el trabajo remunerado no ha estado acompañada de una distribución de las actividades en el hogar, lo que ha provocado una sobrecarga de ocupaciones. Asimismo, persisten las desigualdades en el acceso al empleo y en el salario entre hombres y mujeres. De ahí la necesidad de impulsar políticas para la equidad de género tanto en el ámbito doméstico como en el sistema laboral. Este artículo presenta un balance de la situación laboral de la mujer ecuatoriana.

 

Una Constitución para las mujeres trabajadoras

  

$125 fue la media de ingresos laborales para una mujer en 2005. Para un hombre fue de $ 210.

43% de la población económicamente activa en el Ecuador estaba afiliada a la seguridad social en 2013. En 2006 fue el 25%. 

5% a esa cifra llegó el desempleo femenino en diciembre de 2013, un punto más que el nacional y 2 más que el masculino. 

La política laboral en el Ecuador ha puesto un énfasis especial para asegurar los derechos de las mujeres trabajadoras. El cambio en las relaciones de poder implica también la equidad de género en todos los ámbitos de la vida. Un hito importante para lograr este objetivo fue la aprobación de la Constitución de 2008, pionera en garantizar los derechos de las trabajadoras.

Los principales avances de la Carta Magna de 2008, en este campo son el reconocimiento del trabajo no remunerado de autosustento y cuidado humano que se realiza en los hogares, como actividad productiva; la progresiva inclusión a la seguridad social, de las personas que tengan a su cargo el trabajo familiar no remunerado en el hogar; la igualdad de acceso para hombres y mujeres al empleo, a la formación y promoción laboral y profesional, a la remuneración equitativa, y a la iniciativa de trabajo autónomo (artículo 333). Se prohíbe toda forma de discriminación, acoso o acto de violencia que afecte a las mujeres en el trabajo (artículo 331); hay garantía de los derechos de maternidad y lactancia para las mujeres trabajadoras, así como la estabilidad laboral sin limitaciones por embarazo o número de hijas e hijos. Se prohíbe despedir a la mujer trabajadora por su condición de gestación o maternidad (artículo 332).

 

La situación actual de las mujeres trabajadoras

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A partir del nuevo marco constitucional, el Ecuador ha avanzado enormemente hacia la equidad entre hombres y mujeres en el mundo del trabajo remunerado. Sin embargo, todavía quedan grandes desafíos.

El Ecuador es uno de los países de América Latina con menor porcentaje de desempleo. En diciembre de 2013, se ubicó en 4%. Sin embargo, el problema estructural del sistema de trabajo en el país es el elevado subempleo. Durante los 7 años de gobierno de la Revolución Ciudadana la ocupación plena se incrementó 8 puntos porcentuales (del 35% en 2007 a 43% en 2013) y el subempleo se redujo en 7 puntos porcentuales (59% a 52% en el mismo período), según la Encuesta Nacional de Empleo Subempleo y Desempleo Urbana y Rural (Enemdur, 2007-2013) del Instituto Ecuatoriano de Estadística y Censos (INEC).

Las mujeres sufren de mayores niveles de desempleo y subempleo. Así, el desempleo femenino en diciembre de 2013 se ubicó en 5%, un punto más que el nacional y 2 puntos más que el desempleo masculino. El subempleo femenino fue de 59%, 7 puntos porcentuales más que el subempleo nacional y 10 puntos más que el subempleo masculino.

El salario básico unificado se duplicó entre 2006 y 2014, pasando de $ 160 mensuales en 2006 a $ 340 en 2014. Las brechas salariales entre hombres y mujeres se redujeron significativamente de 2005 a 2012. La mediana de ingresos laborales para una mujer en 2005 era de $ 125, mientras que para un hombre era de $ 210. Esta diferencia se ha acortado significativamente, pues para 2012 la mediana de ingresos laborales de un hombre fue de $ 334 y de una mujer de $ 307 (gráfico). Esto significa que la diferencia de ingresos entre hombres y mujeres para el período 2005–2012 se redujo en 59 puntos porcentuales. Mientras en 2005 el ingreso de una mujer era un 68% menor que el de un hombre; en 2012, el ingreso femenino fue 9% menor que el masculino.

Lo no remunerado

De otro lado, las mujeres dedican gran parte de su tiempo al trabajo no remunerado, carga que no es compartida en iguales proporciones por los hombres. Mientras una mujer dedica casi 39 horas a la semana al trabajo no remunerado, los hombres dedican 9 horas a estas actividades. Esto hace que el tiempo total de trabajo de las mujeres sea mucho mayor que el de los hombres y que tengan muy pocos momentos libres. Las mujeres trabajan un promedio de 77 horas y media a la semana, mientras que los hombres, un promedio de 60 horas semanales, según la Encuesta de Uso del Tiempo 2012 del INEC.

Uno de los logros más significativos de la política laboral en el Ecuador ha sido el incremento de la afiliación de la población económicamente activa a la seguridad social, que pasó del 25% en 2006 al 43% en 2013. Es decir, que no solamente ha aumentado el empleo pleno, sino que también las y los trabajadores cuentan con empleo de mayor calidad, que garantiza sus derechos laborales. Es importante señalar además que no existen diferencias porcentuales entre la afiliación femenina y masculina, como lo muestran la Enemdur entre 2006 y 2013.

Las aulas se llenan de mujeres

Uno de los factores que más incide en la ampliación de oportunidades para acceder a un empleo de calidad es la educación. Varios estudios demuestran que a mayor nivel de educación, mayores son las posibilidades de contar con un empleo de calidad. La revolución educativa siembra futuro. Los datos evidencias que las mujeres cada vez acceden más a la educación en todos sus niveles.

El Ecuador ha logrado la universalización de la educación básica. Todas las niñas y niños asisten actualmente a la escuela, sin diferencia de sexo, pueblo o nacionalidad o lugar de residencia. La matrícula femenina en todos los niveles educativos, incluida la educación superior supera a la matrícula masculina. Cada vez, las mujeres se preparan más para la vida laboral y profesional y cada vez se ve a más mujeres en altos puestos de liderazgo y gerencia en los ámbitos público y privado.

La participación política de las mujeres se ha incrementado notablemente, prueba de ello es que el 40% de los escaños de la Asamblea Nacional están ocupados por mujeres. El mayor acceso a educación de calidad, sin duda contribuirá a eliminar muchas de las formas de discriminación para las mujeres en el sistema laboral.

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