ENTREVISTA
La división en lo económico impacta en la integración
Las diferentes ideologías de los gobernantes de América Latina y las distintas políticas económicas que se implementan en la región no han permitido una integración completa; esta debilidad se refleja en las negociaciones con la Unión Europea. Ese es el pensamiento de la académica peruana Olga Cerqueira, quien invitada por la Universidad Andina Simón Bolívar, dictó una conferencia sobre las relaciones entre América Latina y la Unión Europea (UE).
En su ponencia se refirió al nuevo entorno de las relaciones birregionales, ¿cómo era el entorno anterior?
Antes de 2008 teníamos en perspectiva un acuerdo de asociación birregional, es decir, de un lado la Unión Europea y de otro, la Comunidad Andina de Naciones (CAN), lo que implicaba una negociación de bloque a bloque. Las cuestiones más sensibles se dieron en el capítulo comercial destinado a la consolidación de un tratado de libre comercio (TLC). A mediados de 2008 se produjo un giro cuando la Unión Europea (UE) anunció que se suspendía la Cuarta Ronda de Negociaciones debido a que los países andinos no habían logrado concertar posiciones en torno a temas sensibles como biodiversidad, desarrollo sostenible y propiedad intelectual.
¿Qué pasaba al interior de la CAN?
Las posiciones de los países parecían irreconciliables, sobre todo en lo que se refería a sus estrategias de desarrollo interno y de inserción económica internacional, había diferencias sustentadas en la ideología de cada país. Eso hizo que, incluso antes de la Cuarta Ronda, Bolivia y Perú empezaran a manifestar que las negociaciones de bloque a bloque se estaban agotando y que se daba paso a un nuevo período porque no era posible ponerse de acuerdo en temas sensibles. Entonces, en febrero de 2009 se lanzó la ronda de negociación de cara a lo que sería el TLC entre la UE con Perú y Colombia. La decisión de estos 2 países (de seguir adelante) estaba sustentada en que los niveles de interdependencia económica entre los países andinos no eran óptimos. Debido a que no existían esas condiciones de interdependencia económica, sabían que ir por separado no tenía grandes implicaciones para sus economías internas.
¿En qué situación está la CAN ?
Los gobiernos marcan el avance o retroceso de la integración y eso es positivo cuando todos miran hacia el mismo horizonte y no hay dificultades para lograr acuerdos. Pero en la CAN se dio exactamente el escenario contrario ya que tuvimos un proceso de fuerte confrontación ideológica que paralizó el proceso (de integración) y en 2006 se alcanzó el máximo nivel de crisis con el retiro de Venezuela. Ahora está en un proceso de redefinición, eso es lo que formalmente ha sostenido la Secretaría de la CAN, pero habría que estar pendiente de las señales que envían los países sobre su permanencia o no dentro del bloque.
¿Cómo ve a la Alianza del Pacífico y a la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur)?
La Alianza del Pacífico tiene, por ahora, una agenda económica y en el caso de la Unasur tenemos a presidentes que están impulsando una agenda política. La Unasur tiene sus méritos porque surge como una iniciativa de la propia región sudamericana. Hubo momentos de alta tensión como una posibilidad de conflicto entre Colombia y Ecuador (en 2008) y ahí la Unasur intervino. Eso mostró que daba resultados. También se firmó un pacto de no agresión entre países y eso sí tiene una repercusión en la estabilidad política. Hay cuestiones positivas, independientemente del escenario económico fragmentado en la región, sí se han logrado articular avances en la agenda política, pero la Unasur no escapa de esa lógica de preeminencia intergubernamental propia de los organismos de Latinoamérica. Al principio se pensaba que la agenda económica no era capaz de tener un efecto en la agenda política, pero al parecer esta fragmentación que existe en torno a la política económica está trascendiendo y afectando la consolidación de una agenda política. La Alianza del Pacífico refleja esa fragmentación que existe en cuanto a política económica. Además, estratégicamente significa la presencia de México, la segunda economía latinoamericana, dentro de Sudamérica. Por otro lado, en el caso de la Alianza del Pacífico no se planteó ningún tipo de estructura institucional, al contrario parece apuntar a objetivos de integración económica. Lo único que se sabe es que está enarbolando una bandera ideológica y sus avances son rápidos. Eso se debe a que los sectores empresariales de los países están apostando por el proyecto. Eso, que es sumamente necesario para la integración económica, no veo en la Comunidad Andina. En la Alianza del Pacífico ya se han liberalizado aranceles al 92% de productos en poco tiempo, también tienen un sistema de becas para docentes, investigadores y estudiantes.
¿Es una alianza más pragmática?
Sí, y un elemento determinante —que la teoría constructivista nos dice—, es que para el proceso de integración de una región es necesario que participen los gobiernos, pero la sociedad económica y la sociedad civil, ambas deben ser también capaces de generar un proyecto de lo que quieren, de lo que conciben como región. Y en la CAN eso no se ha visto. Incluso, si vemos la cifras de la brecha que existe entre el comercio intercomunitario y el extracomunitario se puede decir que el sector empresarial no se ha involucrado como debería en este proceso y la sociedad civil tampoco.
¿Cómo se explica la diferencia en la consolidación de la Unión Europea y América Latina?
Hay un elemento que nos diferencia de los europeos: somos países andinos, tenemos a la cordillera que nos condiciona y que determina el nivel de regionalización económica. Según un autor peruano, el problema es que no hemos reconocido esa verticalidad. La presencia de la cordillera debe estar presente en el día a día porque nuestros planes de desarrollo deben ser proyectados a partir de esa verticalidad. Si sabemos que compartimos eso debemos crear formas de comunicación suficientes, por ejemplo, a través de la generación de infraestructura que, aunque no parezca, genera una comunicación a nivel económico y social que también se necesita para ir configurando una regionalización. En Europa no tienen este problema.
En las negociaciones en marcha para firmar un acuerdo, Ecuador pide a la UE un trato diferente del que tuvo con Perú y Colombia, ¿cree que eso es posible?
La Unión Europea es el ‘santo patrón del regionalismo’. Hay autores que sostienen que la UE actúa como ‘poder civil o imperio blando’. Su actuación está muy vinculada al carácter y al comportamiento de la contraparte; es decir, con contrapartes más fuertes y consolidadas, la Unión Europea tenderá a evidenciar más sus valores como poder civil mientras que con contrapartes débiles lo que hará es comportarse como ‘imperio blando’, con capacidad de imponerse en procesos de negociación. También dicen que es una región en movimiento; es decir, no mantiene una sola fórmula o táctica de negociación con todos, por lo tanto hay diferencias en cuanto a las estrategias dependiendo de las regiones. Desde mi perspectiva, en el caso de la Comunidad Andina haber negociado por separado ya significó ir con menos fuerza a negociar. (...) No sé como será con Ecuador, pero desde que los países fueron a negociar por separado, se evidenció el peso de las economías de una región con respecto a cada uno de los países.
Desde su visión y como peruana, ¿el tratado que ya rige entre Perú y Colombia con la UE ha arrojado buenos resultados hasta ahora?
Las cifras del año pasado no han sido muy auspiciosas, pero las interpretaciones en torno a esto son que Europa está atravesando un proceso de crisis y ese proceso es el que estaría trayendo ese tipo de resultados. Entonces, todavía no se podría ver un efecto real del TLC porque las condiciones de la contraparte son delicadas.
¿En términos de integración birregional, pero hacia el otro lado del mundo, qué importancia tiene China para América Latina?
China se está convirtiendo en el principal socio de varios países de América Latina. Se ha acercado, por ejemplo en el caso de Perú, buscando materias primas que es lo que necesita de cara a su posicionamiento como potencia económica. Según proyecciones del FMI, China será la primera economía del mundo en 2019. Ahora está en ese proceso de consolidación y para esto necesita sostener y aumentar sus procesos productivos, lo que implica obtener materias primas. En el caso de Perú hay una diferencia en los TLC con Estados Unidos y con China. Con Estados Unidos se ve un avance de los productos no tradicionales; la brecha entre tradicionales y no tradicionales se está reduciendo. Con China, la brecha entre tradicionales y no tradicionales es dramática. Existe la preocupación por esa diferencia, pero hay que considerar que con China la historia con Perú es más reciente.